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Eventful journey - 99 II

Quinto día del viaje, acababan de volver de visitar algunos templos con Kaoruko y Tamao, a causa de que la pelirroja había vuelto a salir temprano y no había regresado a casa desde entonces. 
 
Cuando llegaron a casa estaban tan agotadas que se bañaron y fueron a sus habitaciones. 
 
Nana y Maya estaban sentadas en la terraza trasera de la casa, habían elegido sentarse atrás porque sabían que Kaoruko estaba en el balcón de la casa esperando a que Futaba llegase y no querían estar en fuego cruzado si empezaban a discutir. 
 
Maya estaba ahí porque había salido a tomar aire o eso pensaba Nana quién por su parte la encontró ahí y pensó que era el momento perfecto para preguntarle qué hacer respecto a Hikari. 
 
Recostándose contra el barandal de la escalera donde estaban sentadas preguntó repentinamente —Tendo-san ¿Puedo preguntarte por algo? 
 
Maya volteó a mirarla con curiosidad —¿Qué es? 
 
Nana estaba nerviosa por lo que preguntaría, porque estaba segura de que sonaría tonto —¿Qué debo hacer si quiero disculparme con Hikari-chan? 
 
La castaña no pudo evitar sonreír casi en burla antes de contestarle —¿Realmente acabas de preguntar eso? Creo que basta con decirle "Kagura-san, discúlpame por casi matar a Aijo-san". 
 
Nana frunció el ceño al notar que se estaba, de alguna manera, burlando de ella —No hablo de eso, me refiero a que ella ni siquiera me quiere cerca, no creo que exista la manera de hablarle sin que intente evitarme. 
 
Maya entendió al fin a lo que se refería y asintiendo le preguntó —¿Quieres que te ayude a crear el momento? 
 
—En realidad solo quería un consejo sobre como acercármele sin que me evite, pero si puedes hacer eso me ayudarías mucho. 
 
Maya asintió sacando su teléfono, escribió algo en él y lo volvió a guardar —No te preocupes. Te ayudaré. 
 
Cinco minutos después Hikari apareció por la puerta, al verla, Nana se puso de pie, Maya continuó donde estaba. 
 
Hikari miró a la castaña y le preguntó —¿Qué pasa? 
 
Maya miró a Nana y le dijo —Aquí está ¿No querías decirle algo? 
 
Nana asintió y haciendo una reverencia le dijo —Quiero disculparme contigo, Hikari-chan, por lo que pasó con Karen-chan —cuando Nana se irguió, pudo notar que Hikari estaba a dos metros de ella en el pasto, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa. 
 
Hikari estaba muy enojada, cuando la escuchó hablar de Karen recordó como sucedió el accidente y solo sintió deseos de golpearla, una disculpa por resolvería el problema, sabía que golpearla tampoco resolvería nada, pero al menos la haría sentir parte del dolor que Karen sintió. 
 
Cuando Maya la vió así de rígida se levantó —Mantengamos la calma.
 
Nana negó con la cabeza en dirección a Maya y le dijo a Hikari —Si crees que golpearme resolverá esté asunto, haz... —Antes de que pudiese terminar Suzu apareció por la puerta con dos espadas de madera. 
 
Las tres voltearon a mirarla con duda, ella soltó animada —¡Tendo-san! Ya estoy aquí, al parecer Isurugi-san las tenía en el vestidor y fue toda una travesía pedírselas a Hanayagi-san y no morir en el intento. 
 
Maya asintió, y les explicó —Estaba aquí afuera porque Minase-san me pidió ayuda con su técnica escénica de espadas. Dice que tiene que hacer de un espadachín en su siguiente obra y quiere mi ayuda. 
 
Suzu les sonrió —le pedimos las espadas prestadas a Isurugi-san en la mañana antes de que se fuese —cuando se acercó para entregársela a Maya, Nana la tomó y se la tiró a Hikari, la cual la apañó en el aire confundida. Eran dos espadas de dos manos. 
 
La recién llegada al notar como Nana le tendía la mano, le lanzó la espada, la cual apañó y tendió contra Hikari —Resolvamos esto a la antigua, Hikari-chan. 
 
La pelinegra asintió blandiendo la espada de madera —Hagámoslo. 
 
Emocionada Suzu soltó —La primera en caer pierde. 
 
Maya le preguntó —¿No es eso muy salvaje? 
 
Hikari se acercó a Nana lanzándole una patada al abdomen y ensartándole un golpe al brazo, que la rubia esquivó golpeando su espada contra la de ella hacia un costado. 
 
Nana sintió el dolor del golpe por lo que se detuvo unos segundos, hasta que decidió contraatacar, acercándose tomó la espada a mitad y la intentó utilizar como daga, Hikari al notar su movimiento colocó su espada de lado como defensa, empujando a Nana de regreso hacia atrás. 
 
La rubia tomó unos segundos para respirar, estaba agitada, frustrándose al notar que no estaba ganando, se acercó y con la hoja de la espada le golpeó la nariz a Hikari, dejándola medio aturdida y sangrando, ella retrocedió. 
La pelinegra le sonrió desafiante, antes de acercarse, Nana usó el lado plano de la espada para intentar defenderse, pero en el último segundo Hikari volteó la misma golpeándole la frente con la empuñadura haciéndola sangrar. Volvieron a tomar una pequeña distancia. 
 
Maya se preguntó si era momento de interceder. Suzu se veía emocionada. 
 
Hikari se acercó esta vez, Nana estaba por atacar hasta que notó como ella soltaba su espada y con ambas manos tomaba la de la rubia, dos segundos bastaron para darle la vuelta y colocar la espada frente a su cuello ahogándola, a causa de la diferencia de altura, Nana estaba un poco agachada, a Hikari le bastó empujar su cuerpo abajo para hacerla arrodillarse, entonces le susurró —Gané. 
 
Nana negó con su cabeza antes de darle un codazo en la entrepierna, haciéndola, como acto reflejo, soltarla y tomando sus piernas con sus manos tiró de ellas haciendo a Hikari caer de espalda. La rubia por el cansancio y el mareo a causa del golpe en la frente se dejó caer de espalda en el pasto. 
 
Suzu llegó, con Maya, hasta ellas y gritó —Gana Daiba-san.
 
Maya negó mirando a Suzu seria —¿Qué estas diciendo? Claramente ganó Kagura-san, Daiba-san cayó antes. 
 
Suzu le discutió —Claro que no, Daiba-san estaba de rodillas, Kagura-san cayó por completo, ella perdió. 
 
Maya y Suzu continuaron su discusión por la victoria hasta que escucharon a Hikari reír, y le decirle a Nana sin moverse —Estás perdonada, Daiba-san. 
 
Nana también empezó a reír —Espero que esto no cuente como solución violenta. 
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Después de que terminaron las prácticas con Suzu, se retiraron a sus habitaciones. 
 
Hikari entró a la suya con el olor a pasto, sudor y sangre. 
 
Karen estaba dormida, pero al escuchar la puerta cerrarse, se giró en la cama con dirección a la puerta, al ver a Hikari con la nariz sagrada y cansada, se sentó de golpe en la cama preocupada —Hikari-chan ¿Qué te pasó? 
 
Ella le sonrió en respuesta a la vez que se quitaba el abrigo —Resolví el problema con Daiba-san, justo como me lo pediste. 
 
Karen se levantó confundida y preocupada, acercándose con sus muletas, le interrogó —¿Estuviste peleando con ella? ¿Porqué estás sangrada? Tu cabello también es un desastre, tienes hierba en él. 
 
Colocándole una mano en la cabeza le respondió  —En realidad estábamos peleando con espadas de madera —le sonrió —fue muy divertido. 
 
—¡Hikari! — Aunque quería quejarse de la forma en que lo hizo, al ver su sonrisa solo pudo darse por vencida. Parecía que realmente estaba contenta y después de todo, lo resolvió, no creía tener motivos para reprocharle nada —Ve a bañarte, hueles a una mezcla asquerosa de fluidos corporales. 
 
Hikari se preguntó con quién se había estado juntando Karen últimamente para decir cosas tan sotisficadas, sonaba a influencia de Hoshimi-san, pero en realidad le causaba mucha gracia oírla quejarse de esa forma —Acabo de llegar, ¿No te falta algo? 
 
—Primero bañate, hueles horri... —La pelinegra la interrumpió dándole un beso mientras acariciaba una de las mejillas de Karen. La castaña no puso resistencia y estuvieron besándose unos segundos, hasta que se separaron. 
 
Hikari le preguntó —¿Qué decías? 
 
—¡Hikari-chan! ¡Eso no se vale! —De pronto su humor había mejorado. 
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Futaba llegó a casa alrededor de las once de la noche, estacionó la moto en la entrada y al bajarse miró al balcón en el segundo piso, caminando hacia atrás buscó el punto perfecto para ver a Kaoruko. Ella yacía dormida en una silla tapada con una manta. Se sintió mal al ver eso, pero también estaba enternecida, se había dormido esperándola. 
 
Tomando el casco caminó dentro de la casa, esperando encontrarla vacía, creyendo que todas estarían dormidas, pero Suzu estaba sentada en el sofá junto a Mahiru, o eso pensaba, hasta que pudo distinguirlas bien desde la puerta, estaban besándose en el sofá. Intentando no volverlo un momento incómodo, abrió la puerta y la volvió a cerrar, cosa que las hizo separarse, riéndose se acercó a ellas —Buenas noches. 
 
Mahiru estaba ruborizada, avergonzada, aunque confiaba que desde la puerta hasta el sofá no pudo haber visto nada. Le contestó —Buenas noches, Futaba-chan. 
 
Suzu le sonrió contenta —Muy buenas noches, Isurugi-san —Estaban en la sala porque ella había tenido hambre, por lo que después de bañarse salió a comer, Mahiru se despertó, la vió ir y fue con ella, al parecer no le gustaba andar sola en esa casa tan grande. De alguna forma terminaron poniendo un programa en la televisión y besándose en el sofá. Llevaban unos diez minutos sentadas ahí.
 
Futaba les dió un asentimiento con la cabeza dispuesta a irse. Hasta que Mahiru la detuvo —Futaba-chan, espera, tengo que preguntarte algo. 
 
Ella le dió su atención curiosa —¿Qué pasó, Mahiru?
 
Suzu también parecía confundida. Mahiru le contestó de forma directa—¿Ya has resuelto tu problema con Nana-chan? 
 
Futaba frunció el ceño ligeramente molesta —No es completamente mi culpa. 
 
La de cabellos grisáceos le preguntó —¿De qué están hablando? —Mahiru la miró con una sonrisa nerviosa, entonces comprendió e insistió —¿Es sobre el día que nos perdiste a Hoshimi-san y a mi en Kioto y no nos volviste a buscar en horas? —su ceño se frunció y molesta le lanzó un cojín a Futaba. 
 
La pelirroja atrapó el cojín tomándoselo con humor al ver a Mahiru reír, sabía que Suzu no podía atreverse a nada si Mahiru estaba ahí —No tengo toda la culpa de eso. 
 
Mahiru le contestó con un tono tan amable que la hizo dudar —Posiblemente no todo es tu culpa, pero ¿Ya has intentado disculparte? Tal vez ella está sintiéndose molesta porque piensa que no estás arrepentida de ello. 
 
Si lo pensaba con claridad, no lo había hecho, Suzu y Claudine posiblemente sí. Aunque, rayos le costaba demasiado pedir disculpas por algo como eso. Ladeando la cabeza les preguntó —¿Cómo hago eso? ¿Le bastará con la disculpa realmente? 
 
Suzu le sonrió confiada —Hoy resolvió sus problemas con Kagura-san teniendo un duelo con espadas de madera ¿Porqué no intentas retarla mañana? Puede funcionar. 
 
Mahiru la miró preocupada —¿Que hicieron qué? 
 
Futaba asintió, le gustaba la idea —Gracias por la idea, Suzu. Mañana temprano arreglaré mis problemas con Nana. Por ahora, estoy cansada, si me permiten, debo retirarme. 
 
Riéndose Suzu le dijo —te deseo mucha suerte ¡Buenas noches! 
 
Mahiru asintió mirándola preocupada —como diría Kuro-chan, el demonio azul está muy enojado. Ten buena noche. 
 
Ella asintió en respuesta preparándose para lo que le avecinaba —buenas noches —dándose la vuelta subió las escaleras preocupada. 
 
Al llegar al segundo piso, caminó a la puerta de la habitación, al estar frente a ella, tomó aire y se dispuso a entrar. Estaba algo tranquila porque sabía que Kaoruko estaba dormida. 
 
Cuando entró a la habitación la peli-azul le habló desde la entrada del balcón —¿Te acordaste que vives aquí? 
 
La miró bastante asustada, juraba que estaba dormida —¿No estabas durmiendo? 
 
—Te escuché llegar —hizo una pausa en la que llevó sus manos a su rostro restregandose los ojos —y ya estoy harta de tu comportamiento —Futaba podía sentir su tono cansado, aunque no sabía si era porque estaba agotada físicamente o exhausta emocionalmente.
 
—¿De qué estás hablando? —Claro que sabía de qué estaba hablando. 
 
Ella suspiró molesta —¿Dónde has estado estos días? ¿Y con quién? —Sabía las razones de la pelirroja, sabía el porqué se había estado ausentando y gracias a Tamao sabía que había estado yéndose con Rui, lo cual no le sorprendía en lo más mínimo, esas dos eran muy cercanas. Pero aunque lo supiera por su cuenta, ella tenía que haberle dicho.  
 
Se rascó la nuca nerviosa —Con Rui, le he estado enseñando a manejar la moto. 
 
Con el ceño fruncido le cuestionó —Futaba-han, se supone que yo soy la inmadura de la relación, pero si tu te comportas así, entonces yo debo ser la madura. Es mucho trabajo, así que —levantó el tono para enfatizar —¡Deja de huir y discúlpate con Nana-han de una maldita vez!
 
Soltando un suspiro se acercó cansada a la cama y se sentó en la misma con el ceño fruncido —Acabo de hablar con Mahiru y me dijo algo que me ha hecho pensar en eso. No había estado viéndolo desde otra perspectiva. 
 
Kaoruko se sentó junto a ella colocando un tono de voz más tranquilo, sabía que aceptar un error a veces podía ser complicado, además, los consejos de Tamao implicaban ser comprensiva —No creo que estuvieras mirando la situación sí quiera, estabas huyendo de ello, deja de escapar de los problemas —Futaba la miró con una sonrisa curiosa, como si se estuviera preguntando qué era ese comportamiento de parte de Kaoruko, ella continuó ahora avergonzada —Y como estás conmigo puedes hacer cualquier cosa, así que enfrentemos los problemas juntas ¿Somos un equipo, no? 
 
La pelirroja la miraba con una sonrisa enternecida —Somos un equipo —bromeando le preguntó —¿Será que se te da bien el papel de madura? ¿Estarás madurando? 
 
Ella hizo un puchero, bromeando, en respuesta —Es muy agotador serlo. Dame un masaje, por todos estos días que me has tenido abandonada. 
 
Futaba se rió sabiendo que no importaba si Kaoruko maduraba, habían cosas que nunca cambiarían en ella, y acercándose, aún sentadas, le dió un beso, que ella le correspondió, cuando se separaron le contestó —Primero me iré a bañar. 
 
La peli-azul le dijo de forma coqueta al verla ir —Me vendría bien que me lavaras la espalda. 
 
Futaba suspiró entrando al baño —No saldremos nunca del baño si hacem... 
 
Antes de que se diera cuenta Kaoruko entró al mismo empujándola por la espalda —Me debes un masaje. 
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El septimo día de viaje llegó, el anterior estuvieron visitando algunos parques en el centro de Kioto.
 
Esa mañana, Maya se levantó temprano, y caminó al patio de la casa pensando en que era un lugar muy grande, aunque quería evitarlo, eventualmente terminaba pensando en ello a causa de la curiosidad que le causaba. 
 
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Claudine salió por la puerta secando su cabello con una toalla, al verla le preguntó —Bonjour, ¿Qué estás haciendo? 
 
Cuando Maya la vió, solo pudo sonreír, estaba verdaderamente feliz de tenerla en su vida —Buen día. Estaba pensando en lo grande que es este lugar ¿No te causa curiosidad?
 
La rubia se le acercó, al detenerse junto a Maya le preguntó —¿Pudo ser un hotel, no? 
 
La castaña le asintió en respuesta a la vez que aprovechando el acercamiento, la abrazó por los hombros contra su cuerpo —Sí, parece que pudo ser un hotel o incluso la casa de un Lord. Tal vez la familia Hanayagi es más poderosa de lo que pensamos. 
 
Ella al notar sus movimientos le cuestionó —¿Qué quieres? 
 
Maya le sonrió divertida al sentirse descubierta —¿Es raro que te abrace así? 
 
—No, pero en las circunstancias, es tan raro como si yo de pronto hiciera... —La francesa envolvió sus bazos alrededor del cuello de Maya, quedando frente a frente —Esto. 
 
Maya envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Claudine, apresándola, con una sonrisa triunfante le contestó —no veo lo raro, siempre eres tan amorosa, mon chéri...
 
Ruborizándose le quitó la mirada —Estás apresándome contra mi voluntad. 
 
—No veo que estés intentando escapar, incluso, creo que tu agarre se hizo más fuerte —La sonrisa coqueta de Maya se hacía cada vez más burlona. 
 
Claudine la miró a los ojos con el ceño fruncido —A veces puedes ser muy lenta, embrasse-moi(ya bésame) —también estaba muy avergonzada de lo que acababa de decir, hasta que Maya concedió su petición, uniendo sus labios en un beso. Pudo sentir la menta de la pasta dental y sonrió en el beso, al romperlo le preguntó —son las seis de la mañana y ya hueles a pasta dental ¿A qué hora te levantaste? 
 
Maya le sonrió un poco avergonzada —Quería ver el amanecer contigo. 
 
Confundida Claudine le interrogó —Pero ¿Para eso no tendrías que haberme despertado? 
 
Le dió una sonrisa confiada aún en el abrazo —Estaba segura de que despertarías cuando sintieras mi ausencia en la cama. 
 
El entrecejo de la francesa volvió a fruncirse —No te creas tan indispensable. 
 
—No me creo, sé que lo soy —Volviendo a besar sus labios susurró sobre ellos mirándola a los ojos sonrojada —Te amo.
 
Ruborizándose le apartó la mirada avergonzada —También te amo. 
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Alrededor de las diez de la mañana, Mahiru estaba en la cocina preparando lo que sería el almuerzo. Nana había hecho la mayor parte, pero había confiado en que Mahiru podía hacer cierta parte de la comida, así que la dejó con ello y se fue a la sala a sentar junto a Junna. 
 
Karen y Hikari estaban junto a Claudine y Maya sentadas en el porche de la casa, Kaoruko estaba en una hamaca que Futaba había colocado junto a dos árboles, Hikari le había dicho como solían colocarse en Europa, la pelirroja por su parte estaba limpiando la moto. 
 
Mientras Mahiru revolvía su sopa de miso, Suzu llegó por detrás de ella y la abrazó por la cintura, la esperaba desde el momento en que escuchó sus pasos por el pasillo, por lo que le susurró —Suzu-chan, estoy cocinando, es peligroso. 
 
La aludida le susurró al oído —¿No quieres que te abrace? Pero si te amo. 
 
Tapando la sopa negó con la cabeza, ruborizándose —Y yo a ti, pero es peligroso —si quería que la abrazara, incluso más. 
 
Suzu la abrazó aún más al notar la sopa tapada y llevado una de sus manos a su barbilla levantó su rostro, acercándose peligrosamente a su cuello le preguntó —¿No quieres algo de adrenalina? 
 
Mahiru volvió a negar sintiendo que se derretía internamente —a esta hora no.
 
Sonriendo contra la piel de su cuello soltó —¿Segura que no te gustaría? —al ver cómo su piel se erizaba ante su contacto le interrogó —¿Estás realmente segura? 
 
Mahiru se dió la vuelta, con la poca cordura que le quedaba y la empujó suavemente hasta el mueble del fregador, Suzu siguió su juego aún aferrada a ella por la cintura, Mahiru agradeció estar lejos de la estufa ahora. Entonces le respondió ahora mirándola de frente avergonzada —Solo algunos besos ¿Sí? —No podía negar que también quería besarla. 
 
Suzu le sonrió contenta, antes de colocar una de sus manos en la mejilla de Mahiru, haciéndola cerrar los ojos, acercándose sonrió satisfecha de saber que era capaz de hacerla ver así de tierna y linda, sin poder evitarlo más comenzó a besarla, cosa que ella correspondió. Después de unos minutos Suzu sintió que las cosas se estaban saliendo de su control, una vez empezó a acariciar la cintura de Mahiru y ella apretaba su espalda pidiendo más cercanía. 
 
Junna había estado buscando a Nana desde hacía unos minutos, sabía que se había levantado del sofá, pero no sabía dónde estaba y alguien había estado llamando a su teléfono, así que creyó que podría ser algo importante, por lo que se dispuso a buscarla. Cuando cruzó la puerta de la cocina, también pudo oír como si uno de los muebles se estuviera moviendo constantemente, sonrojándose rogó que no fuera lo que estaba pensando, pero al oír el sonido de unos besos, los colores invadieron aún más su rostro. Roja cual rosa, decidió aclararse la garganta. 
 
Suzu y Mahiru se separaron ligeramente, asustadas, pero al ver a Junna, suspiraron aliviadas. Mahiru quedó muda de la vergüenza. 
 
Junna les dijo ruborizada —Sé que estoy interrumpiendo algo, y realmente agradezco no haberlas visto, solo estoy buscando a Nana. Pero claro que aquí no está. Disculpen, me retiro. Mahiru. Cuidado con la sopa, creo que puede estar evaporándose —lo había deducido a causa del olor —dándose la vuelta dispuesta a irse les dijo —sigan con lo que hacían con más prudencia. 
 
Mahiru se apartó rápidamente de Suzu corriendo a ver la sopa, al notar que, efectivamente, se estaba evaporando, le dijo a su acompañante —somos unas idiotas. 
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Se hicieron la una de la tarde, después de almorzar, comida preparada por Nana y una sopa de miso limitada de parte de Mahiru. Se sentaron juntas en el patio de atrás de la casa a conversar con algo de música sonando. Maya en broma le recitaba líneas del musical Cabaret a Claudine. Ella le contestaba con algunas de otro musical que recordara, Nana cantaba el coro de las canciones que ellas mencionaran mientras Karen le seguía los coros. 
 
Hasta que Futaba apareció en la moto, recién lavada, deteniéndose frente a la mesa donde estaba sentada Nana y le dijo con seriedad —Te reto. 
 
Ella volteó a mirar al resto confundida, entonces la miró molesta —¿A qué? 
 
Suzu se levantó emocionada —Una carrera. 
 
Karen asintió igual de extasiada por la idea —¡Una carrera en moto y carro! 
 
Junna les dijo —Es muy peligroso. 
 
Kaoruko asintió mirando a Futaba con el ceño fruncido, que estaba pensando al salir con esa idea —Ella tiene razón, es bastante peligroso. 
 
Nana le sonrió desafiante, e ignorando al resto le respondió —Hay que hacerlo. 
 
La chicas de lentes tiró de su brazo llamando su atención —Nana, es muy peligroso. 
 
Ella le sonrió y acariciando su mejilla le respondió —Estaré bien. Es algo que tengo que hacer. 
 
Hikari contestó —En realidad no. Pero iré contigo. 
 
—¿Es en equipos? —Suzu parecía más emocionada que antes —¡Iré con Isurugi-san! 
 
Maya se ofreció —Iré con Daiba-san, tengo que verificar que nadie salga lastimado.
 
Claudine le reprochó —No vas a poner tu vida en riesgo por una tontería. 
 
—Tengo que hacerlo, Claudine, ellas me necesitan —Maya en realidad solo quería ser partícipe de las tonterías de sus amigas, ciertamente le divertía como la sacaban de la rutina. 
 
Hikari asintió apoyándola —La necesitamos. 
 
Karen estaba emocionada —¡Iré con Nana-chan! 
 
Hikari y Mahiru le dijeron al unísono —No vas a ir. 
 
Mahiru le preguntó a Suzu —¿Qué estás planeando? ¿Caerte de la moto? 
 
Futaba le contestó molesta —Si Kaoruko no se ha caído hasta ahora, Suzu no lo hará, te demostraré que conduzco muy bien. 
 
Karen se lamentó molesta insistiéndole a Hikari que quería ir y ella continuó negándoselo. Kaoruko solo se preguntaba qué estaba pasando por la mente de Futaba, pero le parecía un avance el hecho de que al menos se hubiese dirigido a Nana directamente. 
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Ahora estaban en la entrada de la casa, Karen estaba sentada junto a Claudine en el porche de la misma, Junna yacía junto a Mahiru sentada en la silla mecedora, esta última cuidándola. Kaoruko por su parte hizo que Futaba colocara la hamaca bajo al árbol aledaño a la entrada de la casa. 
 
Nana estaba revisando el carro mientras Maya se subía al mismo con una pequeña maleta con medicamentos que le dió Mahiru. Hikari llevaba una cámara que Karen le había dado, supuestamente para grabar toda la competencia. 
 
Suzu por su parte estaba colocándose el casco, Futaba en cambio le echaba gasolina a la moto.
 
Karen les preguntó alzando su voz  —¿No debería estar alguien en la meta al otro lado? 
 
Nana negó con su cabeza cerrando el capó del carro —La meta será aquí, iremos y volveremos. La primera en cruzar la entrada será la vencedora. 
 
Maya añadió asomándose por la ventana con un tono de superioridad —Y claramente esa será Daiba-san. 
 
Suzu negó —Ni lo sueñes. Isurugi-san va a ganar. Es obvio que una moto es más veloz que un carro y más si es una como esta. 
 
Claudine insistió —Es muy peligroso. 
 
La chica de lentes movió su rostro en dirección donde creyó haber escuchado la voz —No tienen razonamiento, no esperes que te hagan caso. No parecen conocer el significado de la palabra "peligro".
 
Maya se sentó en el asiento del copiloto encendiendo la radio, cuando Nana escuchó la canción que empezó a sonar, soltó con una sonrisa esperando que el resto supiera de que hablaba —¡Este carro es automático! 
 
Suzu captó inmediatamente la obra que referenciaba y le contestó —Es sistemático!
 
Hikari no pudo resistirse a continuar —¡Es hidromático! 
 
Maya que conocía bien el musical le siguió— ¡Podría ser un "Greased Lightnin"! (Relámpago engrasado). 
 
Karen emocionada empezó a cantar la canción del musical. La rubia se subió al asiento del conductor mientras le subía a la canción que estaba sonando, Hikari se acomodó en el asiento de atrás mientras Nana movía el carro a la línea que Futaba les había marcado como la de salida. 
 
La pelirroja ya estaba en la línea de salida, Suzu sentada con ella agarrada al asidero de la moto, con el casco de Kaoruko lista, Futaba incluso le dió indicaciones de que hacer durante la carrera mientras iba sentada de pasajera. 
 
Kaoruko que lo veía todo desde la hamaca les gritó molesta por el ruido —¡Acaben con esto de una buena vez! 
 
Karen empezó a contar gritándoles —¡En sus marcas! —mirando a una Claudine, que yacía enojada, le dijo riendo —siempre quise decir eso — continuando volvió a gritar —¡Listos! —con un silbato que Futaba le había dado sopló y esa fue la señal para el resto. 
 
Nana salió a la cabeza a toda velocidad, Maya apretaba el cinturón con sus manos preguntándose porque había dicho que sí a esa carrera. 
 
Hikari en cambio llevaba el rostro asomado por la ventana mirando si Futaba estaba cerca. Antes de que pudiera darse cuenta, junto al carro, a toda velocidad, pasó la moto, dejándolas detrás. Solo pudo gritarle a Nana desde el asiento de atrás —¡Ve más rápido! 
 
Maya negó con su cabeza implorándole a la rubia —No, no lo hagas por favor. 
 
Nana les sonrió antes de pisar el acelerador y apretar el timón entre sus manos, entre más rápido iba, más difícil era mantener el control. 
 
La castaña por su parte veía como subía el velocímetro, indicando que iban a unos 120 km/h, lo cual era una velocidad bestial, ya sentía que se le revolvía el estómago, y se hacía peor viendo como los árboles pasaban a mucha velocidad a su alrededor. 
 
Cuando estaban llegando al punto de retorno, vieron la moto pasar junto a ellas de regreso, Suzu les gritó —¡Tortugas! —Futaba por su parte dejó escapar una carcajada lo suficientemente alto para que la escucharan incluso desde lejos, claramente se estaban burlando de ellas. 
 
Al llegar al punto donde debían dar la vuelta, Nana se dijo a sí misma que tenían que ganar sí o sí, por lo que intentó subir la velocidad. Pero, el carro iba bajando la velocidad cada vez más. 
 
La castaña la volteó a mirar confundida —Sé que te dije que bajaras la velocidad, Daiba-san, pero no a este nivel. 
 
Hikari se asomó desde el asiento de atrás con duda—¿Qué pasó? 
 
La rubia decidió orillar el carro preguntándose que pasaba, pero al pararlo, se apagó, volvió a encenderlo, sin embargo no se movía. Se bajó del mismo preocupada, al igual que sus acompañantes confundidas.
 
Ella fue a abrir el capó nuevamente, pero al notar que todo parecía estar bien, se empezó a preguntar que podría ser. 
 
La pelinegra le interrogó preocupada —¿Qué le pasó al carro? 
 
Maya insistió —Daiba-san ¿Qué pasa? 
 
Nana sacó su celular revisando el mapa, estaban técnicamente a dieciséis minutos de casa en carro, a pie posiblemente fuera mucho más. 
 
Después de unos minutos pensando en silencio, se acercó al asiento del conductor y asomándose por la ventana miró el medidor de gasolina, ahora todo tenía sentido, soltó en voz alta para que la oyeran sus amigas —Parece que nos quedamos sin gasolina —acercándose a Maya le preguntó —¿No te dije, Tendo-san, que le echaras gasolina al carro? 
 
Maya volteó a mirar a Hikari confundida —No sabía hacerlo, así que le pedí a Kagura-san que lo hiciera.
 
Hikari asintió con un rostro de tranquilidad —olvidé hacerlo. 
 
—No lo digas tan tranquila —Nana sabía que no podía culparlas por ello, después de todo, era la encargada del carro, en realidad las tres tenían parte de culpa en esa situación. 
 
Hikari sacó su teléfono para escribirle a Karen, pero la señal era nula. 
 
Maya soltó un gruñido frustrada al notar que no tenía cobertura —No hay señal, Isurugi-san me había comentado que habían puntos muertos de la señal en este camino, pero no esperaba que justo fuéramos a parar en uno de ellos. 
 
Hikari le preguntó a Nana confundida —¿Como llevas el mapa si no hay señal?
 
—Junna-chan me hizo descargarlo antes de venir a Kioto, le gusta estar preparada para todo— mentalmente le agradeció a Junna ser tan precavida, ella pensaba que sería inútil. 
 
Las tres se miraron preguntándose que hacer. La castaña interrogó —¿Y qué haremos? ¿Caminar a casa? 
 
Hikari se acercó a un árbol y sentándose contra él, negó con la cabeza —Vendrán por nosotras cuando se den cuenta que no hemos llegado. 
 
Nana estaba algo preocupada por ello, se preguntaba si realmente volverían o si lo harían pronto como pensaba Hikari. Aún así quería llamar a Junna, pero no tenían cobertura. Tenía energía para regresar caminando, pero hacía un sol horrible, y no quería caminar bajo ese sol. Mirando como Maya se sentó en el asiento del copiloto contrario al sol, con la puerta abierta. Decidió hacer lo mismo, sentándose junto a ella en el asiento de atrás, ambas mirando hacia el árbol donde estaba Hikari recostada. Sería una tarde algo larga. 
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Futaba llegó junto a Suzu a la entrada, se bajaron celebrando, y quitándose los cascos fueron a la entrada.
 
Karen salió con una botella de vino y les gritó al abrirla —¡Felicidades! —el corcho salió disparado, golpeando a Suzu en la cabeza que de imprudente corrió hacia el porche ignorando a Karen con la botella.
 
Se quejó agarrándose la cabeza por el golpe y sentándose en la escalera del porche de la casa, intentó pasar el pitido que estaba oyendo en su cabeza. 
 
Futaba corrió hacia ella, a la vez que Claudine, quién llegó junto a Mahiru a recibirlas y le quitó la botella a Karen. 
 
Karen intentaba disculparse realmente arrepentida —Perdóname, Suzu-chan, perdón, no quería golpearte. 
 
Mahiru llegó junto a Suzu y tomando su rostro entre sus manos la inspeccionó, tal vez le quedara hinchado el golpe luego, pero no sería gran cosa. Le preguntó a Suzu preocupada —¿Puedes levantarte? 
 
Ella asintió sonriéndole al ver el rostro preocupado de Mahiru —Estoy bien. Tranquila —mirando a Karen, quién estaba arrepentida, le dijo —No te preocupes. Fue un accidente. 
 
Kaoruko tomó la botella de vino de entre las manos de Claudine y con una sonrisa malévola se la echó en la cabeza a Futaba, una vez se le acercó, ella estaba distraída regañando a Karen. La volteó a mirar molesta, pero Kaoruko empezó a reírse contenta —¡Ganaste! ¡Vamos a celebrar! 
 
Futaba se sintió confundida ante esa emoción de parte de la peli-azul, pero estaba feliz de que le emocionara tanto su victoria, contagiándose de su felicidad, tomó a Kaoruko desprevenida y la cargó al estilo nupcial hacia dentro —¡Vamos a festejar! —La chica en sus brazos solo podía reír divertida de toda esa situación. 
 
Junna que había estado sentada en el sofá escuchó como Claudine revisaba la despensa de alcohol de la casa y le preguntó —¿Vamos a tener una fiesta? 
 
Suzu, que ahora, por alguna razón, llevaba a Mahiru cargada sobre su hombro, rogándole que la bajase, le contestó alegre —¡Hay que celebrar con alcohol! 
 
Karen entró riéndose mientras veía a Mahiru pataleando en brazos de Suzu —¡¡Tomemos hasta el amanecer!! 
 
La francesa destapó una botella de vino y empezó a servir en copas que Karen le tendía, la chica de lentes se levantó del sofá y camino tanteando la sala buscando el radio, colocando la emisora. 
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Maya estaba sentada ahora junto a Hikari bajo el árbol, estaba cansada del asiento del carro. Tenían ya más de treinta minutos sentadas ahí. Eran alrededor de las cuatro de la tarde. 
 
Nana había empezado a caminar en busca de señal, pero ambas le dijeron que no fuera muy lejos porque podría perderse, después de todo, era un camino de tierra y a su alrededor estaba cercado de árboles, aunque era tan grande la calle que cabían dos carros sin ningún problema y por lo mismo las ramas de los árboles no alcanzaban a hacerle sombra. 
 
Después de unos minutos la rubia regresó molesta —Parece que toda esta zona está incomunicada. 
 
La pelinegra, que hasta el momento había estado jugando con su teléfono, la volteó a mirar y asintió —Sí, es horrible. Pero al menos puedo avanzar en el juego de Mr. White, con Karen cerca no me alcanza el tiempo. 
 
Maya gruñó molesta con los ojos cerrados —Tengo mucha hambre. 
 
Hikari preguntó —¿Y porque no volvemos caminando? 
 
Nana se sentó en el capó del carro, que ya estaba frío a causa de que había quedado bajo la sombra de uno de los árboles que rodaba el camino —No voy a dejar el carro solo aquí. 
 
La castaña le dió la razón —No deberías hacerlo. Conozco a alguien que un día se descuidó cinco minutos y a su pareja le abrieron el bolso y robaron. Creo que con cosas de tal valor como este carro, no deberíamos dejarlo descuidado. 
 
Hikari escuchó el relato de Maya atenta recordando las cosas que había oído en Inglaterra —Hay partes del mundo donde si dejas el carro unos minutos puedes encontrarlo sin llantas. 
 
La rubia ya estaba frustrada —¿Entonces que vamos a hacer? 
 
Maya y Hikari le dijeron al unísono —Esperar. 
 
Suspirando irritada les contestó —¿Y si yo vuelvo por la gasolina? 
 
Hikari negó con su cabeza, aún con los ojos puestos en la pantalla de su teléfono —¿Qué te diría Hoshimi-san? 
 
La castaña abrió sus ojos, sin moverse de su posición, y haciendo uso de sus dotes de actriz, imitó a Junna —Nana, no deberías separarte del grupo si estás en un lugar al que no conoces porque podrías perderte o podría sucederte algo y nadie se enteraría de ello. 
 
Dejándose caer de espalda encima del carro, soltó un bufido cansada, sabía que tenían razón. Solo quedaba esperar. 
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Eran las seis de la tarde. Para ese momento todas estaban bastante tomadas, solo Claudine, Suzu y Futaba tenían buena resistencia al alcohol. La rubia estaba sentada en el sofá con Junna conversando entre copas. 
 
Karen por su parte intentaba bailar con Suzu aún en muletas, Mahiru se reía al verla intentar hacer movimientos con gracia, recordando las audiciones a Seisho en las que Karen no recordaba nunca los pasos, y se veía fatal bailando.
 
Kaoruko estaba tomando con Futaba mientras le decía, para molestarla —¿Recuerdas la vez que golpeaste a Suzu-han? 
 
Ella asintió avergonzada —No deberías recordarme esas cosas. 
 
—Lo digo porque me parece irónico que incluso sean tan amigas para que la montes en la moto, le des mi casco y la lleves en mi asiento —Había cierto tono de molestia. 
 
Riéndose la pelirroja le preguntó divertida —¿Estás celosa? 
 
La peli-azul negó con la cabeza —No soy Tendo-han o Kagura-han que son celosas a morir. 
 
Karen, quién la había oído hablar ya que estaba cerca, detuvo su sus pasos y preguntó de pronto en voz alta preocupada —¿Y Hikari-chan? 
 
Claudine se levantó del sofá cual rayo y le preguntó a Futaba —¿Dónde está Maya? 
 
Junna estaba un poco ebria, pero aún así pudo sentir la culpabilidad —¿Nana? 
 
Mahiru miró a Suzu en busca de respuestas. Ella solo se llevó una de sus manos a su rostro preocupada —¿Será que les pasó algo? 
 
Futaba tomó sus llaves y el casco rápidamente, corriendo hacia la puerta —Saldré a buscarlas. 
 
Claudine tomó el casco de Kaoruko de la mesa y corrió tras ella completamente preocupada, Karen intentó ir rápido hacia la entrada, sabía que en su estado no podía hacer mucho. Junna solo cerró los ojos contra el sofá sintiendo como se le mezclaba la preocupación y el alcohol. 
 
Mahiru tuvo que correr tras de Suzu, quién le quitó el casco a Claudine y le dijo —Estarás mejor aquí que presionando a Isurugi-san. Vamos a traerlas a casa. 
 
La rubia se sentó en una de las sillas del porche tratando de calmarse, sentía que moriría si algo le había pasado a Maya. 
 
Karen estaba abrazando a Mahiru con el corazón a mil, aunque se decía a sí misma que todo estaba bien, que tal vez habían decidido ir a hacer un poco de turismo sin avisar. 
 
Kaoruko intentaba calmar a Junna, a quién se le acababa de subir la presión de la preocupación. Como era muy analítica, estaba pensando en todos los destinos posibles para esa situación y cada uno de ellos la hacían sentir peor. 
 
Futaba salió con Suzu al camino con las luces de la moto alumbrando, iban a poca velocidad, Suzu llevaba una linterna, que había encontrado en la mesa de la casa, alumbrando a los lados del camino, y hacia los árboles preocupada, pensaban que tal vez por conducir a tal velocidad podrían haber tenido un accidente, aunque rogaba que solo fuera un desperfecto mecánico. 
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A mitad del camino, Suzu se bajó de la moto y empezó a gritar sus nombres, pendiente a si recibía respuesta. Lo cual no sucedió. 
 
Futaba iba solo un poco más adelante de ella manejando muy lento, también mirando los bordes del camino y tratando de ver hacia los árboles. La luna estaba en lo alto del cielo y la noche se terminó de hacer presente, ya eran las siete. 
Solo pudo agradecer a que el camino estuviera bastante iluminado por la luna. 
 
Después de unos cuarenta minutos , aproximadamente, Suzu empezó a trotar delante de la moto mirándo el camino, cansada de caminar. Futaba iba detrás muy lento.
 
A la distancia pudieron ver el carro estacionado al borde de la vía con las puertas abiertas, asustadas llegaron hasta él lo más rápido posible. Cuando Suzu llegó hasta el mismo, empezó a buscar a las chicas dentro.
 
Futaba si llegó hasta la parte frontal del carro, se bajó de la moto intrigada. La escena que se encontró era muy extraña de ver. Nana yacía acostada sobre el capó del carro, boca abajo, rodeada de barajas. Hikari estaba recostada contra un árbol y junto a ella, en el suelo, pudo distinguir lo que parecía el cuerpo de Maya. No sabía si acercarse o no, estaba bastante preocupada, dirigiéndose a Suzu le dijo —Ven rápido. Mira esto. Aunque. Primero revisa si hay alguna linterna en el carro.
 
Después de un par de segundos, la más alta, entre las dos, se acercó corriendo con dos linternas en manos, iluminando su camino con una de ellas —Aquí estoy, tenían una en la guantera, aquí tienes.
 
La pelirroja asintió como agradecimiento y encendiéndola iluminó a Nana. Mirando a Suzu preocupada le preguntó—¿No parece preocupante? 
 
Nana tenía los pies encima del parabrisas, el resto de su cuerpo en el capó boca abajo. Suzu se preguntaba como había llegado a esa situación —¿Qué le pasó a Daiba-san?
 
—No lo sé, pero se ve preocupante —iluminando a Maya, se empezó a reír al notar que estaba dormida de lado sobre el regazo de Hikari. Y la pelinegra babeaba su propio hombro recostada contra el árbol —¿Deberíamos despertarlas?
 
Mirándolas preocupada su acompañante le preguntó —¿No deberíamos comprobar primero que están respirando? Daiba-san no se ve en buen estado. Pareciera que la hubiesen arrollado. 
 
Maya empezó a hablar dormida —El teatro... Baumkuchen... Ma Claudine...
 
La pelirroja le señaló a Suzu —No creo que haya algo a que temer. Solo están dormidas.
 
Nana empezó a moverse sobre el carro, de lo que se percataron solo al verla voltearse boca arriba, llevándose un gran susto, Suzu susurró asustada iluminando a Nana —Casi me mata del miedo ¿Cómo duerme Hoshimi-san con eso?
 
—Debe ser difícil. 
 
Futaba iluminó a Suzu y ella a Futaba, completamente atemorizadas, alguien les acababa de responder. Mirándose con los nervios de punta, estaban en un área boscosa a las ocho de la noche, junto a tres personas dormidas y en casi completa oscuridad. Alumbraron rápidamente al resto, cuándo vieron a Hikari desperezándose, suspiraron aliviadas. La pelirroja le contestó —Cielos, Hikari, casi me matas del susto.
 
Repentinamente junto a ellas escucharon un estruendo, de la sorpresa, Suzu iluminó rápidamente a Nana, para encontrarla sentada encima del carro restregándose los ojos. 
 
Maya se despertó con el ruido y en guardia, además de asustada, le preguntó a la pelinegra —¿Quiénes son esas personas? 
 
Recogiendo sus cosas del suelo y las barajas le contestó —Parecen ser Isurigi-san y Minase-san — encendiendo la pantalla de su teléfono para notar que no tenía batería, le iluminó el rostro con la poca que tenía —¿Podrías levantarte? Siento que tengo las piernas entumecidas. 
 
—Disculpa —La castaña se ruborizó al notar dónde estaba acostada, agradeció mentalmente la obscuridad, y como un resorte se levantó del regazo de Hikari para luego pararse del suelo atontada por el sueño. Acercándose al carro donde estaban las demás se restregó los ojos intentando despertarse del todo. Después de unos minutos la pelinegra estaba con ellas. 
 
Nana se terminó de estirar antes de sentarse bien en el capó —¿Se acordaron de nuestra existencia?
 
Suzu empezó a reírse nerviosa—Buenas noches para ti también, Daiba-san.
 
Futaba le preguntó directamente —¿Qué le pasó al carro? ¿Están todas bien, no?
 
La castaña asintió —Estámos hambrientas, pero bien. 
 
La inglesa frunció el ceño —¿Porqué vinieron hasta ahora?
 
La de cabellos grisáceos-verdosos empezó a reírse aún más nerviosa —Pasaron cosas.
 
Futaba insistió —¿Entonces porqué se quedaron aquí? ¿Qué le pasó al carro?
 
La rubia le contestó con el ceño fruncido —Nos quedamos sin gasolina. Estábamos esperándolas para que buscaran la gasolina, la trajeran y pudiéramos volver. Pero no regresaron. 
 
Futaba asintió colocándose el casco —Iremos y volveremos en un santiamén.
 
Maya le agarró el brazo a Suzu deteniéndola —Yo iré con ella. Dame el casco. Me aseguraré de que no vuelva suceder. 
 
Ella asintió sintiéndose como si fuera objeto de canje. 
 
Solo escucharon la moto arrancar e ir cada vez más lejos. La rubia se recostó de espalda en el carro mirando al cielo estrellado, y recogiendo las barajas. Habían estado tan aburridas que cuando encontraron un mazo de barajas en la guantera, no pudieron evitar jugar un rato, hasta que del hambre y aburrimiento se durmieron. Mientras miraba las estrellas, su mente se llenó de pensamientos sobre lo mucho que habría amado enseñarle las estrellas a Junna. 
 
En menos de veinte minutos Futaba estaba ahí con Maya y la gasolina, alrededor de las diez de la noche, llegaron a la casa, Nana conducía molesta, pero compartía el humor con Hikari y Maya, estaban hambrientas y enojadas, además de agotadas. 
 
Al llegar, se bajaron estrellando las puertas del carro. Karen escuchó el ruido y aún asustada por Hikari, fue a la entrada lo más rápido que pudo con ayuda de sus muletas. Mahiru estaba en la puerta junto a Claudine. Kaoruko estaba en el balcón de su habitación, había estado con Junna hasta que ella se quedó dormida y tuvo que llevarla hasta su habitación donde dormía con Nana. 
 
Luego de estacionar la moto, Futaba subió a la habitación, Suzu se acercó a Mahiru buscando defensa, porque escuchó al resto bajarse y tenía mucha culpabilidad.
 
Cuando Hikari se acercó, Karen la abrazó llorando —Perdóname, Hikari-chan —intentó decir más cosas, pero entre balbuceos, la pelinegra no lograba entender nada. Aunque quisiera estar enojada con Karen, sería luego, no podía verla llorar y no hacer nada, por lo que le devolvió el abrazo en silencio.
 
Claudine estaba parada junto a la puerta, Nana cruzó molesta junto a ella sin decirle nada, su molestia era palpable. Maya pasó junto a la rubia con el ceño igual de fruncido, Claudine intentó hablarle —Maya...
 
La castaña la volteó a mirar enojada y le preguntó —¿Ahora sí te acuerdas de mí?
 
Ella intentó defenderse, aunque sabía que no serviría de nada, Maya tenía todo su derecho de enojarse con ella —No es que me haya olvidado de ti. 
 
—¿Entonces porqué estuve toda la tarde varada en el camino? —Sacando su teléfono le preguntó— ¿Porqué no tengo ni una sola llamada tuya que demuestre ni siquiera preocupación?
 
Reconocía su error, se sentía la peor novia del mundo. Maldecía en su mente su gusto por el alcohol —Perdóname, tenía la mente llena de otras cosas.
 
Cruzándose de brazos asintió más enojada que antes —Puedo notar en tu aliento, que estuviste ocupada.
 
Mahiru y Suzu pasaron junto a ellas al escuchar a Nana hablar en la cocina, por el tono de su voz, Mahiru dedujo que estaba hambrienta. La castaña le dió la espalda a Claudine, siguiendo a Suzu a la cocina, su estómago rogaba algo de alimento. 
 
Nana sintió la presencia de Mahiru y se dijo a sí misma que evitaría irritarse si hacía alguna pregunta con buena intención como solía hacer. Mahiru estaba por hablar, hasta que ella la interrumpió —Ni siquiera voy a preguntar por Junna y asumiré que está dormida. No intentes indagar. 
 
Suzu se cruzó de brazos, frunciendo ligeramente el ceño, en muestra de su molestia por la forma en que Nana le habló a Mahiru, sabiendo que solo estaba preocupada por ella y no tenía ningúna mala intención. Pero la aludida asintió comprendiendo como debía sentirse la rubia —Está bien, pero sí, está dormida. 
 
Mahiru tomó la mano de Suzu saliendo de la cocina, Maya entró al verlas salir y empezó a servirse comida imitando a Nana, tenía horas sin dar un bocado.
 
Hikari apareció por la puerta de la cocina seguida de Karen, quién al parecer la había jurado que no se separaría de ella ni un centímetro por el resto de su vida, como compensación. 
 
Después de cenar, todas se fueron a dormir, esperando que esas tres no volvieran la atmósfera tensa para todas a causa de aquel suceso de esa tarde. 
 
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La mañana siguiente Maya se despertó algo tarde, eran alrededor de las diez de la mañana según su teléfono, desperezándose se sentó en la cama, hasta notar que Claudine no estaba junto a ella. Miró alrededor de toda la habitación sin encontrarla —¿Claudine?
 
Unos minutos después la rubia cruzó la puerta empujándola con el pie para cerrarla, en sus manos traía una bandeja con comida —Buenos días, cariño. 
 
Maya pudo deducir lo que estaba pasando, esa era su forma de disculparse por lo del día anterior, cuando la rubia colocó la bandeja en sus piernas, se cruzó de brazos mirándola divertida —¿Crees que esto va a solventar lo que pasó ayer?
 
Ella se sentó al otro lado de la cama y tomando su taza de café de la bandeja le preguntó —¿Vas a seguir enojada por eso de ayer? 
 
Mirando bien el desayuno, se pudo dar cuenta que estaba hecho al estilo francés, eran unas tostadas, un croissant, que le hacia preguntarse si lo había comprado muy temprano o si se habría atrevido a hacerlo y un café caliente. Volviendo sus ojos a la rubia, negó con su cabeza tomando su café entre sus manos —No, en realidad incluso pensé que era comprensible qué te olvidases de mí, después de todo, yo también me olvido de ti en ocasiones.
 
La rubia se molestó, pero intentó ocultarlo detrás de su taza de café —¿En qué ocasiones?
 
Maya ocultó su sonrisa burlona detrás de una tostada que estaba a punto de morder—Cuando hablo con otras chicas, por ejemplo.
 
Soltando un bufido dió un sorbo a su café —Solo quieres hacer que me ponga celosa. 
 
La castaña se empezó a reír al ver a Claudine fruncir el ceño —Es muy fácil —dejando su taza en la bandeja se acercó a su rostro con una sonrisa ladeada —Sabes que eres la única en mi vida, Ma Claudine. 
 
Ella estaba evitando sonreír por la cercanía, la castaña tomó su rostro con una de sus manos haciendo que la mirase, para luego darle un beso lleno de amor. La rubia rompió el beso al sentir que una gota del café cayó encima de la sábana con la que seguía arropada Maya —Maya, tengo algo caliente en manos, es peligroso hacer esas cosas. 
 
La castaña tomó la taza de entre sus manos para ponerla en la mesita de noche junto a la bandeja, volviendo a tomar el rostro de la rubia le respondió —Yo también tengo algo caliente entre manos.
 
Claudine frunció el ceño —idiota— Maya rompió la distancia entre sus labios, dándole un beso más intenso. 
 
Repentinamente la puerta se abrió, dando paso a una Futaba, la cual apartó la mirada avergonzada y una Kaoruko, quién ya tenía una sonrisa malévola en su rostro. 
 
Maya y Claudine se separaron asustadas, Maya apartó la mirada volviendo a tomar su café entre sus manos, la rubia se cruzó de brazos mirando en otra dirección sonrojada, preparándose para las burlas.
 
—Ara ara, tan temprano y ya andan tan llenas de pasión —la peli-azul ocultó su risa detrás de una de sus manos. 
 
Futaba les dijo de forma monótona —Saldremos en una hora todas juntas a Arashiyama, así que espero que tengan esa misma pasión por caminar. 
 
Dándose vuelta, salió de la habitación llevando a Kaoruko consigo, la cuál seguía riendo divertida. Maya solo llevó una de sus manos a su rostro ocultando lo avergonzada que estaba. La rubia soltó un bufido, pensando que al menos debieron tocar la puerta. 
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El noveno día estaba por terminar, esa noche habían decidido acampar en el patio de la casa, tenían carpas colocadas en el lugar, estaban algo más alejadas de la casa, unos cinco minutos caminando, el resto había entrado a la misma a cenar, pero Nana estaba en el patio, frente a su carpa, recostada sobre una manta mirando las estrellas, junto a ella, yacía Junna con los ojos cerrados arropada. 
 
La rubia le preguntó —¿No te molesta no poder ver? Estaría frustrada en tu lugar.
 
Ella se rió en respuesta —Si me molesta, pero, estoy acostumbrada a tener mala vista —quitándose las gafas oscuras, abrió los ojos —puedo ver los puntos en el cielo, pero no puedo ver las estrellas. 
 
Nana asintió levantando una mano hacía el cielo, desde su posición acostada —Sí, yo también las veo como puntos. Parece que estamos tan distantes. 
 
Sonriendo para sí misma ruborizándose, a la vez que movía su rostro en su dirección, le contestó —Te mentí, sí puedo ver una estrella. No todas están en el cielo.
 
Riéndose sonrojada la abrazó —¡Junna-chan! —Nana tomó su rostro entre sus manos dándole muchos besos, haciéndola reír —Te amo, mi Junna-chan. Tu también eres una estrella, no, no, tu eres una constelación entera. 
 
Volviendo a cerrar sus ojos recostó su frente contra la de Nana con una sonrisa —También te amo, Nana. Aunque pensé que estarías enojada por lo de ayer. 
 
Dándole un beso en la mejilla le respondió —Lo habría estado, pero no quiero enojarme contigo, si estuviese molesta, no estaría abrazándote así. 
 
Junna asintió abrazándose a ella —¿Y con el resto?
 
Cerrando sus ojos en el abrazo dejándose llenar de su calor corporal le susurró —No tiene sentido enojarse con todas, no quiero que nuestra amistad se vea afectada porque no sabemos perdonar. A Karen-chan le ha costado mucho cumplirme esa promesa. 
 
Sonriendo en el abrazo asintió —Sé cuanto aprecias tenernos en tu vida y lo difícil que fue volver a reunirnos luego de la graduación, siendo sincera, aunque Karen parece una idiota, también sabe esforzarse. 
 
—¡FUTABA-HAN! —Un grito, con un tono molesto y problemático, bastó para hacer a Junna fruncir el ceño, aún recostada en el pecho de Nana, en el abrazo. 
 
La pelirroja llegó hasta la carpa, que compartía con Kaoruko, refunfuñando para si misma —¿Qué chiste tiene acampar si van a cenar dentro de la casa? ¿Y la fogata y esas cosas? —Levantando la voz para que la escuchara le preguntó molesta —¿Qué quieres?
 
Nana suspiró al oirlas casí que discutir, y le susurró a Junna sin soltarla intentando pasar desapercibidas —¿No parece que les gusta discutir?
 
Junna asintió y le susurró de vuelta —Ponles atención, el enojo de Isurugi-san no va a durar ni cinco minutos. 
 
Kaoruko se acercó a la carpa y le gritó —¡Idiota! Te traje madera que encontré en la chimenea, ¿Haremos o no la fogata?
 
Saliendo de la carpa la miró curiosa, para darse cuenta que si tenía en manos algo de leña y otro poco de carbón, riéndose se lo quitó de las manos —No, Kaoruko, eso es casi carbón, vamos a casa y me ayudas a traer el resto ¿Sí? —La peli-azul asintió yéndose tras ella. 
 
Junna empezó a reírse junto a Nana recostándose nuevamente contra la manta —¿No es muy excéntrica su relación?
 
La rubia asintió divertida —Yo diría que son raras. Aunque no sabía que había una chimenea.
 
Junna frunció el ceño al escucharla —¿En serio no te diste cuenta? ¿Qué tan despistada eres, Nana? Lo supe por el olor que desprende a veces.
 
La rubia tomó su mano en la que posaba el anillo, para darle un beso sobre su dedo anular —Es tu culpa, porque por ti me vuelvo tonta. 
 
Bromeando le contestó —A mi no me culpes, ya eras así. 
 
Nana no pudo evitar reírse y acercando su rostro al de Junna, le dió un beso lleno de cariño. Estuvieron un rato más abrazadas bajo las estrellas, hasta que pudieron oír a Kaoruko acercarse hablando con Futaba. 
 
—Vamos a comer — Nana se levantó ofreciéndole ayuda a Junna para hacer lo mismo, lo cual ella agradeció, antes de ir de vuelta a la casa, a cenar.  
 
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Cuando volvieron con la leña, vieron a Junna caminar con Nana tomándola por los hombros de regreso a casa.
 
Kaoruko las vió ir con curiosidad y le preguntó a Futaba —¿Qué harías si quedo ciega?
 
Futaba no lo tomó con la misma seriedad con la que llegó la pregunta —¿Te preocupa el modelo del aro que tendrán las gafas negras?
 
Soltando un bufido mientras colocaba la madera en el suelo le respondió —No, idiota, estoy hablando en serio. 
 
Imitando su acción con la madera, para luego comenzar a armar la fogata, le contestó después de pensarlo un poco —Creo que, te cuidaría como lo he estado haciendo hasta ahora, pero posiblemente tu familia preferiría hacerlo ellos mismos. Así que lucharía por tu custodia y un montón de procesos legales, tal vez vendería mi moto para pagar el abogado, y posiblemente tendría que vender algunas cosas más para solventar nuestros gastos —analizándolo mientras encendía la fogata, añadió —sería mucho trabajo, pero haría todo para que estuvieras conmigo. 
 
—¿Harías todo eso por mi? —De alguna forma Kaoruko estaba conmovida por su respuesta. Parecía que se metería en muchos líos solo por ella. 
 
—¿Tú no? —el ceño de Futaba no demoró en fruncirse ante esa respuesta. 
 
—Suena a mucho trabajo, pero contrataría a alguien que se encargue de la limpieza de la casa, y que te cuide mientras te adaptas, luego me encargaría de ti —Jaló la manta qué Nana había dejado en el suelo y la colocó frente a su tienda de campaña, sentándose en ella. 
 
Futaba se sentó junto a ella e interrogó curiosa —¿Escuchaste que ahora Kocho-san está inválida? Al parecer tuvo un accidente y anda en silla de ruedas ¿Qué harías si quedo en ese estado?
 
Cruzándose de brazos con el ceño fruncido le contestó —¿Qué es esto? ¿Un cuestionario para ver si te casas conmigo?
 
Ella la miró molesta —Tú empezaste con las preguntas hipotéticas, ahora responde. 
 
—Está bien, está bien. Creo que... —mientras pensaba se acostó en la manta apreciando el calor de la fogata, realmente era una fría noche de final de primavera —Creo que, sería el mismo plan, como te gusta la velocidad, tendrías una silla que tenga muchas velocidades —se rió al imaginar lo último.
 
Futaba también empezó a reírse y acostándose junto a ella, abrazándola a causa del frío le contestó —Posiblemente si te pasara a ti, tendría que cargarte a todos lados y encontraría un modo de que sigas brillando incluso en ese estado. 
 
Abrazándola contra su pecho emocionada le susurró —Sobre lo del matrimonio... 
 
—Ay no... —la pelirroja cerró sus ojos disfrutando del calor corporal de Kaoruko —No estoy preparada. 
 
Un bufido molesto escapó de sus labios —Esas deberían ser mis palabras, Futaba-han. Siempre pensé que debíamos ser las primeras, pero ni siquiera me has dejado rechazarte. 
 
—Kaoruko... —Sintiendo como sus senos aplastaban su rostro a causa de la fuerza que estaba colocando en el abrazo, le dijo —Te prometo que cuando sea el momento, lo haré insuperable, justo como te gusta, pero déjame vivir. 
 
Satisfecha por sus palabras soltó su agarre —Cuando el mundo sea mío, te daré la mitad para que lo gobiernes. 
 
Riéndose tomó el rostro de la peli-azul entre sus manos y mirándola a los ojos le preguntó —¿Para qué quieres la dominación mundial?
 
—Para que todos me adoren como tu lo haces —la sonrisa en su rostro lo decía todo. 
 
—¿No te basta conmigo? —su agarre pasó a ser solo con una mano muy suave coloca en su mejilla. 
 
—Si me lo preguntas así —cerró sus ojos acariciándose contra su mano. Futaba supo que esa era su señal, por lo que se acercó uniendo sus labios contra los suyos en un beso. Al separarse se miraron unos segundos, antes de darse unos cuantos más. 
Cuando escucharon pasos se sentaron calorizadas frente a la fogata, arreglándose el cabello. El resto había vuelto para pasar la noche en sus carpas. 
 
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El doceavo día de viaje planearon ir al monte Kurama, Hikari estaba sola en su habitación revisando algunas cosas antes del viaje, hablando con Fumi en realidad, preguntándole como estaba Anne. 
Karen se quedaría, porque tendrían que subir muchos escalones y por su pie enyesado, no podría. Sin embargo Mahiru se ofreció para quedarse a acompañarla, le había dicho que no se sentía bien. Alguien tocó la puerta haciéndola levantar la mirada de su celular y guardarlo —adelante. 
 
Suzu entró acomodando su abrigo, al verla colocándose su gaban. Le preguntó con un tono algo nervioso —¿Puedo preguntarte algo, Kagura-san?
 
Hikari volteó a mirarla con un asentimiento —Dime. 
 
No sabía como preguntar eso sin que sonara mal, aclarándose la garganta intento —¿No te molesta que Mahiru se quede a solas con Karen-chan?
 
La aludida dejó lo que estaba haciendo para mirarla curiosa —¿Porqué debería molestarme?
 
Suzu sabía que posiblemente lo que estaba pensando y sintiendo estaba mal, pero sentía que estaba en su derecho, porque le parecía razonable —Me refiero a los sentimientos que tuvo Mahiru hacia Karen-chan —al notar la expresión molesta en su acompañante insistió —No lo tomes a mal, a lo que me refiero es que, Mahiru estuvo enamorada de ella durante una buena cantidad de tiempo y he estado pensando en las posibilidades que existen en que le vuelva a gustar, o que tal si es como en esas obras donde cuando deja de gustarle a uno, le empieza a atraer al otro —al darse cuenta que estaba divagando, decidió callarse, algo avergonzada de estar exponiendo sus miedos ante Hikari. 
 
La pelinegra asintió en silencio unos minutos, en los que Suzu sintió que sus manos comenzaron a sudar. El tono de Hikari era bastante serio —¿No confías en Mahiru?—ella de por si era bastante celosa, pero con estas nuevas ideas, estaba convencida de que no quería ir con el resto.
 
La más alta negó con su cabeza —No se trata de eso, confío en Mahiru, pero, ¿No dicen que cuando te enamoras pierdes la razón? No creo que renunciaría a sus sentimientos por mí —al decir eso último su voz se quebró un poco. 
 
Por sus expresiones, la pelinegra dedujo que estaba llena de miedos, se preguntaba si eran a causa de las veces que Mahiru la negaba o rechazaba, podía sentir como dudaba de los sentimientos de Mahiru. Pero si lo pensaba bien, todo lo que decía tenía sentido, posiblemente si sucedía, Karen no le diría porque no querría lastimarla, pero le parecía absurdo, no veía a Karen interesada en Mahiru ni un segundo, podía confiar en Karen, pero no en el resto. Con un asentimiento le contestó —Esta bien. Me quedaré con Karen. 
 
Ella le dió una reverencia en agradecimiento y salió de la habitación rápidamente. 
 
Hikari salió unos minutos después, para decirle al resto que estaba reunido en la entrada preparándose para salir —Me quedaré con Karen por hoy. Disfruten el viaje —La castaña la miró frunciendo el ceño, preguntándose si eso era alguna escena de celos de su parte. Ella no había sido del todo consciente de los sentimientos de Mahiru hasta que Nana se lo comentó unos años atrás, entonces comprendía porque Hikari en aquel tiempo la celaba tanto con ella, pero ahora no le encontraba sentido, creía que era un tema superado. 
 
Mahiru apareció por la puerta con un vaso de agua y unas pastillas en la otra mano, Suzu se le acercó y le dijo —Al parecer Kagura-san se va a quedar con Karen-chan. 
 
Ella asintió en respuesta —Yo también me quedaré, tengo un dolor de cabeza horrible, creo que estoy resfriándome.
 
Suzu la miró intrigada, preguntándose si no estaba mintiendo, creía que solo estaba siendo amable con Hikari, un estornudo de parte de Mahiru la hizo saber que no mentía, entonces si estaba enferma, no podía dejarla así, quitándose el abrigo dijo en voz alta —Me quedaré contigo, para inspeccionar que mejores. 
 
Sintiendo una extraña vibra venir de Karen y otra de parte de Suzu, Nana intentó aligerar el ambiente —Dicen que los idiotas no se resfrian, así que eres la más capacitada para cuidarla y no enfermar en el intento. 
 
Futaba no pudo evitarlo y empezó a reírse a carcajadas, Maya solo ocultó su risa detrás de una de sus manos. Claudine reía intentando disimularlo también, Kaoruko llevaba un abanico y reía ocultando su risa detrás del mismo. Junna solo pudo sonreír al oír las risas, al igual que Hikari. Karen por su parte se apoyó en la pelinegra entre risas. Mahiru se apoyó en Suzu por el malestar, pero incluso la de cabellos grisáceos-verdosos estaba riéndose. 
 
Después de unos minutos se despidieron y emprendieron viaje.
 
Al quedarse las cuatro en la casa, Mahiru se sentó en el sofá de la sala, a tomarse un té, intentando descongestionarse la nariz. Mientras Suzu la acompañaba. 
 
Karen por su parte subió al segundo piso, con mucho esfuerzo, y cruzó al balcón, por la puerta que conectaba al mismo con el pasillo. Desde ahí podía ver la puerta que conectaba la habitación de Kaoruko y Futaba, pero tenía cortinas que ocultaban la habitación. Molesta decidió imitar a la peli-azul y mirar el resto del paisaje, realmente era bastante alto donde estaba, juraba que podía ver el movimiento del centro de Kioto desde ahí, aunque tal vez era el pueblo más cercano. 
 
Hikari estaba buscándola dentro de la casa, sin encontrarla. Salió al patio esperando que no hubiera hecho una estupidez, al llegar a la entrada siguió gritando —¡Karen! ¡KAREN!
 
La aludida la miraba desde arriba cruzándose de brazos molesta —No está. 
 
La pelinegra miró hacia arriba, al verla frunció el ceño preocupada —¿Cómo llegaste hasta ahí? ¿No evitamos ir para que no subieras escaleras y decidiste subir las de la casa?
 
Negó con su cabeza —Yo no fui por mi pie, pero tú no fuiste porque preferiste quedarte, no sé con qué intención. 
 
Hikari frunció el ceño confundida —¿De qué estás hablando?
 
La castaña le contestó quitándole la mirada —Sube aquí y te lo diré. 
 
En menos de un minuto estaba junto a ella de pie, mirándola curiosa —¿Qué te pasa?
 
—¿Qué te pasa a ti? ¿Te quedaste porque me quedaría sola con Mahiru-chan, no?
 
Ella negó con su cabeza —No voy a ocultarte nada. Minase-san se acercó a mi y, humm, técnicamente, me pidió que no las dejase solas. 
 
Ahora la confundida era Karen —¿Qué? ¿Cómo pasó eso? 
 
La pelinegra asintió —Creo que, es normal que Minase-san tenga miedos respecto a eso, Mahiru hasta ahora no le ha dejado nada claro. Así que, si el hecho de que me quedase la ayudaba a sentirse mejor, no iba a decir que no. 
 
Karen la miraba algo sorprendida, se preguntaba desde cuando Hikari le tenía tanto estima, invitándola a sentarse junto a ella le dijo —Está bien, al menos no fue lo que creía que era, discúlpame —recostando su cabeza sobre su hombro le preguntó —¿No es linda la vista?
 
La pelinegra asintió mirándola a ella algo sonrojada —Es hermosa. Pero muy desconfiada. 
 
Karen se empezó a reír ruborizada al oírla —No es todo mi culpa. Te creaste mala fama en cuanto a celos.
 
Frunciendo el ceño le contestó en un tono relajado —Es tu culpa, eres tan linda que cualquiera se podría enamorar fácilmente, además me prometiste no separarte de mi y te dejo cinco minutos y te pierdes. Al menos esta vez no te quebraste algo. 
 
Karen no pudo evitar reír, y subiendo su mirada la vió a los ojos, Hikari entendió que le estana pidiendo que la besara, por lo que unió sus labios en un beso. Se besaron un par de minutos más, hasta que la castaña susurró sobre sus labios —Te amo. Hikari-chan.
 
Hikari unió su frente contra la suya y mirándola a los ojos con una sonrisa, le contestó en un susurro —También te amo, Karen. 
 
Se quedaron unos segundos mirándose a los ojos, antes de volver a besarse intentando hacerse saber lo mucho que se amaban, al separarse, la castaña le preguntó aún mirándola a los ojos —¿Lo recuerdas? Nuestra promesa.
 
Una sonrisa adornó el rostro de la pelinegra —Aún recuerdo nuestra promesa —mirándola con adoración añadió —Recuerdo cada una de nuestras promesas.
 
Sonrojándose le preguntó bromeando—¿Desde cuando son tantas?
 
Tomando una de sus manos entre una suya. Envolviendo sus dedos entre los suyos le dijo —Puedo prometerte que siempre voy a protegerte, mientras me permitas hacerlo. 
 
La castaña asintió ruborizándose aún más— Entonces te prometo que estaré contigo toda la vida. 
 
Ella se preguntó si Karen era consciente de lo que acababa de decir, cerrando sus ojos se dijo a si misma tranquilizarse. Posiblemente era eso lo que llevaba esperando oír desde que se volvieron a ver, que Karen le prometiera su vida igual que como estaba ella dispuesta a darle la suya —Espero que sepas lo que estás diciendo, BaKaren. 
 
Ella la miró un segundo y eso le bastó para notar la emoción que guardaba, sonriéndole apretó su mano —Si rompes nuestra promesa, no te lo perdonaré. 
 
—Ni yo a ti— Hikari tomó su mejilla con una de sus manos, acercando su rostro para besarla, uniendo sus labios en un beso.
 
Al separarse, la pelinegra volvió a apoyar su frente contra la suya, mirándola a los ojos, realmente la amaba, Karen le susurró —¿Como fue tu vida en Londres?
 
Sonrió curiosa —¿No te conté esa historia ya más de diez veces? 
 
Ella asintió mirando sus ojos —Amo como me cuentas cosas sobre ti, solo a mí. Anda, dime, sabes que me encanta la parte en que me dices...
 
Hikari la interrumpió sonrojándose —Es extraño como me sentí tan llena de amor por ti incluso tan lejos. 
 
—Ay, es tan lindo —Su rostro se ruborizó y empezó a reír conmovida.  
 
—Sí, lo es, gracias por esperarme, Karen  —Hikari volvió a besarla al verla tan contenta.
 
Cuando tomaron distancia, Karen le señaló lo que parecía la ciudad al notar el movimiento de los carros —¿Qué es eso que se ve a lo lejos?
 
En un tono bromista le dijo —Parece el centro de Kioto, mira, aquel es el pabellón dorado, por ahí fue dónde te pusieron el yeso. 
 
En reproche le contestó—No había necesidad de recordarlo. 
 
—Siempre la hay. 
 
Después de unos minutos en silencio con su cabeza recostada en su hombro y la de Hikari sobre la suya, mirando la ciudad, Karen soltó —¿Y si llamamos a Anne? —Ya entrañaba a su mascota.
 
La pelinegra sacó su teléfono para videollamar a Fumi, hasta que se dió cuenta de algo, aún sin moverse de su posición se lo mostró a Karen preguntándole —¿No tienes celular, no?
 
Karen se acomodó en la silla rompiendo su postura, pero Hikari pasó un brazo sobre sus hombros atrayéndola contra su pecho en un abrazo, la castaña susurró —esa tarde perdí más que un pie.
 
La pelinegra se rió comprendiendo porque usaba tanto el suyo últimamente —¿Revisas tu correo en mi teléfono y no me dijiste? Pudimos comprarte uno provisional. 
 
Frunciendo el ceño le dijo —¿Hasta ahora lo dices? ¿He perdido días de "login bonus" en mis juegos porque no te acordabas? —Quitándole el suyo de las manos, le marcó a Fumi molesta, Ichie contestó, para luego hablarle a Anne y a Fumi. Estuvieron hablando por teléfono, principalmente Karen e Ichie, más de diez minutos, hasta que tuvieron que colgar. 
 
Continuaron molestándose, en broma, entre si un rato más antes de bajar.
 
En el sofá estaba Suzu dormida con Mahiru recostada contra su pecho y abrazada por la cintura mientras en la televisión pasaba una película, la más baja estaba sintiendo que en cualquier momento se dormiría a causa de los medicamentos. Cada vez se sentía más resfriada y enferma. Al menos tenía a Suzu para cuidarla, se preguntaba si ella era consciente de lo mucho que agradecía tenerla en su vida. 
 
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El último día de viaje llegó. Estaban algo tristes por volver a separarse, pero eran conscientes de que debía pasar. Por lo que organizaron una pequeña fiesta de despedida, se irían en la noche, así que tenían toda la mañana y tarde para celebrar antes de irse. Volverían a reunirse en un año o en un par de meses, para la boda, pero la siguiente vez sería en Tokio.
 
Nana salió de la casa llevando entre manos una bandeja con algunos bocadillos. Habían sacado unas mesas y sillas, estaban sentadas conversando mientras en la casa tenían el estéreo a todo volumen. Era lo bueno de tener tan lejos a los vecinos.
 
Hikari se había sentado en la misma mesa que Maya, estaban hablando de cisnes, no tenía idea de como habían llegado a eso, Suzu estaba preguntándole a Futaba sobre la moto, mientras Mahiru estaba sentada junto a Karen limpiándose la nariz con un pañuelo, estaba un poco congestionada, Junna estaba sentada al otro lado de Karen y enfrente de ellas estaba Kaoruko, que miraba su teléfono, Claudine se acercó a ellas al darse cuenta que no había manera de que entrara en la conversación de Maya y Hikari. 
 
Frunciendo el ceño soltando un bufido Karen se quejó —¡Que aburrido es esto! Desde que llegamos, parece que por este estúpido yeso no puedo hacer nada divertido. 
 
Claudine asintió al oírla —La verdad es que si hemos estado un poco calmadas. En comparación a ellas.
 
Levantando la mirada de su teléfono, Kaoruko les sonrió al oírlas. 
 
Mahiru negó con su cabeza rápidamente —No sé que sea lo que estas pensando, pero no. 
 
Junna intercedió asimilando que podría ser con Karen o Kaoruko —Al menos dejenla hablar, para saber qué tipo de tontería es capaz de decir.
 
Kaoruko vió a Nana volver a la cocina y le sonrió a sus compañeras de mesa, su sonrisa traviesa les parecía una indicación para temer —Traigamos el alcohol, se qué se supone no deben tomar, pero si las embriagamos... 
 
Junna habló —Bueno, me equivoqué, si era algo malo. 
 
La francesa negó con su cabeza —Nana tiene que conducir. 
 
Karen les preguntó —¿No hay forma de evitar que ella tome?
 
La peliazul miró a la chica de lentes —Tendrás que arriesgarte, Junna-han. 
 
Mahiru, quién las había estado escuchando en silencio les preguntó —¿No irán a pelear?
 
Claudine negó con su cabeza —Parecen estar tranquilas. 
 
La castaña emocionada les dijo —Quiero ver a Hikari-chan más atrevida ¡Hagámoslo!
 
Soltando un bufido molesta les dijo —¿Saben que es un delito, no? —Estaba convencida de que resultaría mal.
 
Mahiru miró a Karen bajar la mirada y suspiró rendida —No es el primer delito que cometemos.
 
Kaoruko aplaudió suavemente emocionadas, antes de levantarse de la su silla mirando a Claudine —Vamos a buscar las bebidas —Volteando a Karen y Mahiru les dijo —Distraiganlas. 
 
Aunque Claudine no estaba del todo de acuerdo, como buena fanática del alcohol, fue detrás de Kaoruko, Mahiru tenía razón, no era el primer delito que cometían, posiblemente tampoco el último. 
 
Cuando regresaron, Karen estaba sentada en la mesa hablando con Mahiru mientras miraba a Hikari. Kaoruko traía unos vasos en manos y Claudine una jarra, sonriendo la colocó en la mesa, mirando a la otra mesa dijo en voz alta —No está muy caliente el sol ¿Alguien quiere agua?
 
Mahiru se acercó a la jarra para notar que, en efecto, tenía agua, Karen estaba igual de curiosa mirándolas con la cabeza ladeada, Junna frunció el ceño sin atreverse a preguntar.
 
Kaoruko abrió su gaban mostrándoles una botella que ocultaba debajo del mismo junto con algunos vasos más. 
 
Futaba se acercó a la mesa sedienta —Hace un calor fatal. 
 
Suzu llego justo después de ella —Estoy sedienta. 
 
Claudine asintió —Esperen, serviremos agua para todas. Posiblemente todas tienen sed —el par asintió volviendo a su mesa aún enfrascadas en su conversación. 
 
Kaoruko sacó los vasos, todos de vidrio azul, tomando la botella en manos le preguntó a Claudine —¿Cuando dijiste que se le debía poner?
 
Karen se movió en su asiento revisando los vasos curiosa. 
 
Junna les preguntó —¿Cual es el plan?
 
La francesa le contestó —Les haremos tomar patsis, hace un año le regalé una botella de patsis a Kaoruko, y al parecer la tenía guardada, esto tiene cuarentisiete porciento de alcohol. Así que debe ser suficiente para embrigarlas con dos tragos... —mirando a la peliazul le dijo —recuerda que solo un poquito. 
 
Tomando uno de los vasos empezó a verter el líquido en el mismo —No me digas que hacer. 
 
Cuando Claudine recibió el vaso, se dió cuenta de la gran cantidad que tenía al fondo, rellenándolo de agua le dijo molesta —Este será para Futaba. 
 
Continuaron con el proceso hasta servir diez vasos de agua con patsis. El de Nana también contenía el líquido, sabían que no debían embriagarla, pero temian que alguien probara su agua y notase la diferencia del sabor, tampoco sabían que tan confiable era la distracción de Junna asumiendo que no podía ver para ayudarles. Aunque el plan lo trazó Kaoruko, Junna no dudó en hacerlo parecer solo una excusa para embrigarla a ella. 
 
Cuando empezaron a tomar el líquido del vaso, ninguna pareció quejarse, aunque Maya frunció el ceño, la francesa esperaba que no reconociera el sabor, sus miradas se cruzaron, ella levantó una ceja y supo que su plan había sido descubierto, llevando su dedo índice a sus labios le hizo seña de guardar silencio, la castaña asintió aún con mirada molesta. 
 
Al parecer el tomar el líquido las había puesto sedientas, y sin extrañarse, tomaron hasta tres vasos de agua más. Nana no había alcanzado a tomar nada, porque Junna, por alguna extraña razón, se tomaba lo de su vaso apenas llegaba. 
 
—Junna-chan ¡No es justo! También tengo sed. 
 
Le contestó con un tono muy enojado mientras arrastraba las palabras —Dame el vaso, Nana. Creo que estoy deshidratada. 
 
Ahora estaba Karen bailando en muletas con Suzu en el patio, Claudine sentada sobre las piernas de Maya intentando callarla, porque ya estaba ebria y tenía miedo de que dijera lo que había visto. 
 
Hikari se levantó de su silla y caminó hacia Karen a paso decidido, al pararse frente a ella tomó sus manos haciendo sus muletas caer —Karen. 
 
La castaña la miró preocupada apoyándose en ella —¿Pasó algo, Hikari-chan? —Ella solo llevaba un vaso, el resto había sido agua. 
 
—Te amo mucho — Karen pudo notar como tropezaban sus palabras, Hikari la abrazó empezando a bailar como si lo que estuviera sonando fuera un vals, aunque en realidad tenían algo más animado que eso. Riéndose le siguió la corriente. 
 
Suzu fue hasta donde Mahiru rápidamente. Ella la miró curiosa —¿Suzu-chan? ¿Estás bien? 
 
La más alta se sentó junto a ella y tomando su rostro entre sus manos le susurró —Eres mía —para luego besarla. Claro que Mahiru sabía que no estaba bien, no haría eso en público. Principalmente porque era un beso muy intenso. 
 
Futaba estaba cantando la canción que sonaba a todo pulmón, con Kaoruko quién le hacía los coros entre risas. 
 
Nana veía todo como si estuviera volviéndose loca. Hacia unos minutos estaban sentadas conversando y ahora bailaban, cantaban, se besaban o en el peor de los casos, estaba Junna, con la cabeza recostada en su hombro eructando cada cierto tiempo, su cuerpo se tambaleaba si se movía de esa posición. No demoró demasiado en notarlo, le susurró al oído —¿Las embriagaron, no?
 
Ella asintió soltando un quejido en el abrazo —Fue idea de Hanayagi-san... 
 
Nana solo pudo suspirar en respuesta —Me lo esperaba. 
 
Se hicieron las tres de la tarde entre bailar y cantar. Suzu terminó embrigadando a Mahiru con sus bebidas. Karen tomó un trago más y quedó fuera de sí. Claudine seguía bien, pero Maya ya estaba irreconocible, incluso estaba hablando con la voz de un personaje que alguna vez protagonizó, Susanowo. 
 
Sin importarle que estuviera sentada sobre sus piernas le gritó —¡Saijo Claudine! Dame más patsis.
 
Ella frunció el ceño colocando sus manos sobre su boca silenciándola —Maya, cállate por favor, no deben saber que estuvieron tomando alcohol. 
 
Quitando su mano de su boca le contestó —¡ESTAN TODAS EBR...
 
La francesa la besó para callarla, el alcohol la volvía más atrevida. Claro que todas sabían que estaban ebrias, pero no necesitaban saber que estaban tomando. 
 
Futaba bailaba con Kaoruko al igual que Mahiru y Suzu. Karen y Hikari no estaban por el lugar, esperaban que no estuvieran dentro de la casa. Y Junna ahora estaba dormida sobre el hombro de Nana. 
 
La pelirroja le preguntó a Kaoruko que bailaba con ella —¿Le pusiste alcohol al agua, cierto?
 
Ella asintió sin intentar ocultarlo —Kuro-han me dió algo para ponerle al agua. Ahora si parecen estar divirtiéndose. 
 
Mirando a Suzu que abrazaba a Mahiru en un baile lento tuvo que aceptarlo —Si parecen estar más relajadas que antes. Lo sospeché desde el inicio, y lo noté en el sabor, creo que todas lo notaron, pero también querían embriagarse. 
 
Riéndose se abrazó a ella colocando una de sus piernas en una de sus manos, bailando un tango improvisado cuando de fondo estaba sonando música suave. Con voz seductora le susurró al acercarse a su oído —Deberíamos llevar nuestra diversión un paso más arriba.
 
La alarma del teléfono de Junna, sonó, eran las cinco de la tarde, la habían colocado para saber a que hora debían empezar a prepararse para salir. Nana miraba al resto preguntándose como haría para que se alistaran sin morir en el intento. Levantándose de su silla, soltó por sobre la música proyectando su voz —¡Nos vamos! ¡Todas vayan a preparar sus cosas! ¡Será un viaje largo!
 
Claudine se levantó jalando a Maya consigo, la cuál estaba refunfuñando algo sobre política exterior de Japón que absolutamente nadie entendía, la francesa dedujo que estaba divagando cualquier cosa que cruzara su mente.
 
Suzu se abrazó a la cintura de Mahiru caminando abrazada a ella, Kaoruko y Futaba las siguieron dentro de la casa. Nana suspiró sabiendo lo que vendría y tomando a Junna del brazo empezó a caminar con ella agarrada, estaba muy ebria. Frunció el ceño al notar que no veía a Karen ni a Hikari hace horas. 
 
Al llegar a la habitación empezó a desnudarla para luego llevarla a la ducha, Junna colaboraba medio dormida, unos minutos bastaron, y estaban ambas bañadas y con ropa nueva. La pelimorada le dijo entre balbuceos —¿Puedo dormirme mientras salimos?
 
Nana sonrió divertida —¿Qué tan ebria estás?
 
—No puedo pensar en citas célebres. 
 
—Mejor no te levantes —riéndose salió de la habitación. 
 
Ahora buscaría a Karen y Hikari. Tocó la puerta una vez, una segunda vez, una tercera, nadie respondía. No quería hacerlo, pero tendría que entrar sin permiso. Al abrir la puerta y entrar a la habitación, encontró a Karen arropada abrazada a Hikari dormidas. Por la falta de mangas en sus hombros, supuso que estaban desnudas, frunciendo el ceño pateó la cama, haciéndo a Hikari despertar de golpe. 
 
—¿Que pasó?
 
Dándose la vuelta le contestó —Nos vamos en veinte minutos —para luego salir por la puerta.
 
Suzu ya estaba junto a Mahiru en el porche sujetando sus maletas, Mahiru sosteniéndose de Suzu entre risas. La más alta estaba algo ebria, pero aún podía sostenerse sobre sus piernas.
 
Maya estaba sentada en el porche con las maletas de Claudine encima, en silencio completo con sus manos en su cabeza, Claudine la había hecho bañarse con agua fría. 
 
Futaba y Kaoruko estaba sentadas frente a ellas bromeando entre sí. 
 
En unos minutos estaban subiendo su equipaje en el carro, Nana revisaba que no le faltase nada al carro, incluyendo la gasolina. Junna ya estaba sentada en el asiento del copiloto con los ojos cerrados. Aunque no pudiese ver, su papel era mantener a Nana despierta y distraída todo el camino. El sol cayó volviendo aquella tarde de noche. Cuando tenían todo preprado, dieron las ocho de la noche. 
 
Kaoruko las veía ir y venir, desde su silla en el porche de la casa, estaba llena de nostalgia, amaba tener a sus amigas con ella y reunirse así. Se iba a poner muy triste cuando volvieran a ser ella y Futaba solas en esa casa, mirando a la pelirroja le preguntó —¿No es algo deprimente?
 
Ella asintió en respuesta —Voy a extrañarlas a todas. Pero volveremos a vernos pronto, daría por hecho que estamos invitadas a una boda en Tokio. 
 
Bueno, al menos eso le aliviaba, no pasaría mucho tiempo hasta que volvieran a encontrarse todas juntas. 
 
Nana cerró el capó del carro y subiéndose al mismo le dió la vuelta al carro acomodándolo hacía la entrada, tocando el claxon les indicó que se irían, bajándose del mismo junto a Junna, caminó hasta Kaoruko y Futaba, tomando sus manos tiró de ellas haciéndolas levantar de sus asientos para abrazarlas, Junna las abrazó también. Karen las vió y corrió a ellas uniéndose al abrazo, el resto fue apareciendo lentamente, terminando de formar eso en un abrazo de diez personas. Karen empezó a llorar, haciéndo que Mahiru la imitase. 
 
Cuando se separaron, Nana les dijo con una sonrisa alegre —Nos veremos pronto. 
 
Junna asintió quitándose las gafas para limpiarse un par de lágrimas traicioneras —El oftalmólogo dijo que para el siguiente mes ya estaré bien, así que, nos vemos para entonces. 
 
Karen, que seguía llorando, se abrazó a Kaoruko entre llantos, Hikari intentó apartarla, pero estaba muy aferrada —¡Kaoruko-chan! No quiero despedirme de ti. 
 
Maya les dió una reverencia —Muchísimas gracias por su hospitalidad. 
 
Claudine no lo dudó y abrazó a Futaba —Tu vas me manquer(Te voy a extrañar), enana. 
 
Devolviéndole el abrazo solo pudo reírse —No seas idiota. Kuro-chan. Tu y yo sabemos que tu cabeza no tiene espacio para extrañarme —la rubia la miró frunciendo el ceño curiosa, ella añadió —¡Tendo Maya!
 
Maya sonrió satisfecha a la vez que oía a Kaoruko reírse, Claudine despeinó a la pelirroja en broma. 
 
Suzu también les dió una reverencia —Gracias por dejar que me quedase —mirando a Futaba le dijo —Solicitaré tu ayuda sobre la moto. Tal vez cuando vayas a Tokio me enseñes a conducirla. 
 
Ella le sonrió con un asentimiento —Lo haré. 
 
Nana miró su reloj, eran las ocho y treinta, haciéndoles una reverencia les dijo alzando la voz —Deberíamos irnos, será un viaje largo. Muchísimas gracias por todo —abrazándolas una vez más volvió a despedirse —Cuídense mucho. Las estaremos esperando en Tokio. 
 
Todas les dieron una reverencia y les dijeron al unísono —Muchísimas gracias —dando los últimos abrazos se separaron. 
 
Futaba les hizo una reverencia, cosa que imitó kaoruko y les contestó —Siempre son bienvenidas. Vamos a extrañarlas.
 
Karen seguía lamentándose —Kaoruko-chan, Futaba-chan, los voy a extrañar. Cuídense. 
 
Hikari asintió mirándolas antes de soltar despidiéndose —Gracias por soportar a Karen, perdonen las molestias. 
 
Mahiru se limpió la nariz por su resfriado y su llanto, antes de abrazarlas —Muchísimas gracias. Cuídense, chicas, nos veremos pronto —Suzu les dió una pequeña reverencia antes de caminar con ella rumbo al carro. 
 
Claudine volvió a abrazar a Futaba negándose a soltarla, extrañaba a su amiga y al demonio azul también, separándose de ella abrazó a Kaoruko, ninguna habló en esos abrazos, porque sabían que se habían extrañado y se extrañarían, Maya solo pudo sonreír enternecida, también extrañaba a ese par, pero no era capaz de abrazar así a Kaoruko. Con una nueva reverencia les dijo —Cuídense, Hanayagi-san, Isurugi-san. 
 
Terminando de despedirse caminaron al carro, donde ya estaba el resto. Junna puso la emisora y cuando Karen escuchó una canción que le gustaba le pidió que la dejara ahí, empezando a corear la canción junto a Suzu. 
 
Nana emprendió marcha en el carro, tocando el claxon se despidió de la casa de los Hanayagi rumbo a Tokio. Sería un viaje de seis horas, aunque luego tendría que ir a dejarlas una a una en sus departamentos. Cuando por la ventana vió el último rastro de la casa suspiró nostálgica. 
 
Junna la escuchó y le preguntó —¿Pasa algo? 
 
—Las voy a extrañar.
 
Una sonrisa enternecida adornó los labios de la peli-morada, antes de decirle —Volveremos a vernos pronto en Tokio, Nana. 
 
—Espero que el tiempo pase rápido —Ella asintió en respuesta. Realmente extrañaría a ese par. Ni siquiera vivir lejos había arruinado sus lazos amistosos, así que estaba feliz de contar siempre con ellas, no importaba donde estuviera. Tal vez su siguiente aventura con sus amigas fuera en Tokio. Estaba ansiosa por la boda y el día que todas se volvieran a reunir.

Autora: Eri1305
Autora: Eri1305