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Eventful journey - 99 I

Aquel mes habían planeado viajar a Kioto todas juntas. En realidad era un viaje que solían hacer una vez al año desde que Kaoruko y Futaba se mudaron, por lo que liberaban sus agendas con anticipación para irse dos semanas. Para tratar de hacerlo más barato y cómodo, dividían los gastos, alquilaban un auto más grande y le pedían a Nana que las llevase a Kioto. 

Karen y Hikari incluso dejaron a Fumi encargada de su perrita Anne antes de viajar. Maya y Claudine por su parte dejaron a su gato Shiro con Koharu, aunque presentían que quién lo cuidaría sería Hisame. 

La primavera era perfecta para ello, así que eligieron viajar en abril. Kaoruko y Futaba también liberaron sus agendas para poder pasar tiempo con ellas. Amaban esas reuniones grupales. 

Tenían ya dos días en Kioto con ellas. Pero era el día en que habían decidido separarse para hacer turismo, Kaoruko y Futaba confiaban en que, como no era la primera vez que habían ido a Kioto, ya sabían como no perderse, justo por eso les pareció buena idea el plan. 

Por lo que Nana, Karen y Mahiru estaban juntas en la ciudad de Kioto caminando una al lado de la otra viendo escaparates y todos los cerezos en flor que rodeaban el lugar, eran alrededor de la una de la tarde. 

Nana se había ofrecido para ir con Junna y cuidarla, a causa de su ceguera temporal, pero Karen insistió en llevársela con ellas para que se relajara y que se las dejase a Claudine y Futaba. Aunque en un principio lo dudó, no pudo contra la intensidad de Karen y ahí estaban. Caminando en Kioto en busca de un local de alquiler de bicicletas, querían ir a muchos lugares y Futaba se había llevado el carro. Así que irían a pie o en bici. 

Mahiru llevaba el mapa en el teléfono mientras buscaba el local que había encontrado en el mismo, al llegar alquilaron tres bicicletas. Karen escogió una azul, Nana una negra y Mahiru una verde, después de pedir unas horas, emprendieron viaje por la ciudad. 

Karen al ver que iban bastante tranquilas mirando alrededor le preguntó a Nana —¿A dónde vamos? 

Ella volteó a mirar a Mahiru y le interrogó —¿Dónde quieres ir? 

Mirando el mapa en el teléfono que ahora llevaba sobre el timón de la bicicleta soltó —¿Que tal si vamos al castillo Nijo? No está muy lejos. 

La castaña asintió animada y tomando con fuerza el timón empezó a manejar a velocidad, Nana la vió ir y decidió ir tras ella, Mahiru solo pudo suspirar, Karen no cambiaba. 
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En otra parte de Kioto, caminaban Futaba, Claudine, Junna y Suzu. 

Estas dos últimas tomadas del brazo a causa de que era la misión que la francesa le había dado. Llevar a Junna y no perderla. Estaban regresando al carro porque habían bajado a comprar unos batidos en un local. 

Su plan era simple, irían a Arashiyama aprovechando que tenían el carro con ellas.

Cuando llegaron al estacionamiento Claudine bromeaba con Futaba —Ahora que se fue con Maya y Hikari no tienes que preocuparte del demonio azul ¿No? 

Volteando a mirarla le preguntó con duda —¿A qué te refieres? 

Riéndose Claudine se subió al asiento del copiloto y se puso el cinturón —Pareces de esas a las que llaman cada cinco minutos para saber que está haciendo. 

Frunció el ceño molesta, mientras se colocaba el cinturón en el asiento del conductor —¿De dónde sacas eso? Claro que no —puso una sonrisa burlona —¿O es que estás envidiosa? Claro, Tendo-san no tiene cara de ser de las que llama alguna vez. 

Suzu estaba acomodándose en el asiento de atrás, cuando colocó el bolso de Junna en el mismo, recordó que debía ayudarla, por lo que bajó. 
Ella ya tenía la puerta abierta dispuesta a subirse sola.
La de pelo grisáceo-verdoso llegó junto a ella, pero se percató de que le faltaban el bastón y el abrigo. Sintiéndose idiota asumió que por su descuido lo habían dejado dentro del local. Dirigiéndose a Junna soltó —Hoshimi-san, creo que dejamos tu bastón y mi abrigo dentro del local ¿Vamos a buscarlo? 

Junna asintió dirigiendo su rostro en dirección a la voz —Deberíamos. No queremos perder esas cosas. Pero primero avísales a Isurugi-san y a Saijo-san.

Suzu lo pensó algunos segundos, se dijo a si misma que serían unos minutos, y al ver a sus acompañantes enfrascadas en una conversación sintió que no quería interrumpir, así que le dijo a Junna —No te preocupes, les dije cuando me bajé del carro. 

Sonriéndole Junna se acomodó los lentes dándole la espalda —Entonces vamos. 

Con una sonrisa soltó animada —¡Vamos! 

Futaba escuchó escuchó sus palabras y la puerta cerrarse, así después de unos segundos mientras seguía burlándose de Claudine, emprendió marcha. 

Suzu no vió el carro irse y concentrada en ayudar a Junna a cruzar la calle, se agarró más fuerte a ella. 

Solo fueron dos minutos, entraron al local, buscaron sus cosas y salieron, cuando estuvieron afuera Suzu se percató de que el carro no estaba, soltándose de Junna llevó sus manos a su cabeza —No puede ser, no, no, no, no, ay no. 

Mirando en su dirección intrigada preguntó —¿Qué pasó? 

Tragando pesado estuvo unos segundos en silencio analizando como decirle, se sentía culpable en extremo, tomando aire y con la voz temblando le respondió —Es que, bueno — la duda en Junna se acrecentaba —bueno, creo que Isurugi-san y Saijo-san se fueron sin nosotras. 

Ahora tenía un tono enojado —¿Cómo? ¿Porqué? 

Riéndose nerviosa sin saber reaccionar, continuó —No lo sé. Tal vez no se percataron de que no íbamos en el carro. 

—¡¿No les avisaste?! 

—En realidad no, pensé que no importaria, solo eran un par de segundos y estaban ocupadas. 

—¡¡Suzu!! —Era la primera vez que le decía así, pero realmente estaba enojada —¡Intenta llamarlas! —su ceño estaba completamente fruncido del enojo. 

Tocando en sus bolsillos y revisando el bolsillo del abrigo le dijo entre risas nerviosa —Creo que dejé mi teléfono con tu bolso dentro del carro. 

—¿Que vamos a hacer? —La pregunta retórica estaba cargada de frustración. 

Suzu no entendió que era para si misma, y colocando una mano en su hombro le contestó —¿Que tal si vamos algún punto central? Podríamos ir a algún parque que esté por aquí. 

Moviendo su rostro en su dirección siguiendo su voz preguntó —Primero que todo ¿Tienes alguna idea de donde estamos? ¿Al menos sabes que hora es? 

Negó con su cabeza soltando una risa ligera repleta de culpabilidad —No, ni la más mínima. Pero son las dos de la tarde. 

Asintiendo se sujetó a su brazo aún preocupada y molesta—No esperaba una respuesta positiva, realmente estamos perdidas, pero lo del parque puede funcionar. Al menos es temprano. Andando. 
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Maya estaba sentada en un restaurante junto a Hikari y Kaoruko. 
La castaña propuso probar comida que no pudiese comer en Tokio, tradicional de Kioto. Por lo que la peli-azul las llevó al restaurante de los Tomoe. 

Hikari comió un poco y se recostó en la silla a mirar a Maya, que desde que habían llegado hasta ese momento, ya había pedido unos diez platillos distintos y comido todos y cada uno de ellos. 

Al ver que terminó el onceavo platillo le preguntó —¿Vas a seguir? 

—Todavía no he probado el,
 Kyo Kaiseki, ni comido Yudofu o incluso el sushi de Kioto —Su sonrisa, aunque era ligera, dejaba en claro que estaba contenta tener la oportunidad de comer tantas cosas ricas. 

Kaoruko se levantó de su silla al ver entrar a Tamao al restaurante, eran las tres de la tarde y al parecer había salido del trabajo temprano e ido al restaurante de su familia, convencida de jugarle una broma a Maya se le acercó —Ara ara, Tamao-han. 

La aludida le sonrió al verla —Buenas tardes, Kaoruko ¿Y ese milagro que estás por aquí? 

Mirando a la mesa donde estaban Maya y Hikari le contestó —Bueno. En realidad estoy aquí por Tendo-han. Están haciendo algo de turismo gastronómico y quería saber si podrías ayudarme a sorprenderla. Es amante del tomate, así que me preguntaba si podrías decirle al chef que preparare un platillo especial. 

Tamao la miró con duda —¿Un platillo con tomate? — Asintió —esta bien. Iré a ello. Hablamos en un rato. 

Ella asintió con una sonrisa viendo a Tamao ir, y volviendo a la mesa —¿Que tal ha estado la comida? 

Maya terminó su doceavo plato y le contestó —Estaba deliciosa. 

Hikari soltó asintiendo —Sí, estuvo muy bien —Sacando su teléfono de su bolsillo empezó a revisar sus mensajes. Y al entrar en el chat con Karen frunció el ceño. 

En mensajería:

Karen: Hikari-chan, fuimos al castillo Nijo, pero no nos dejaron entrar, hoy está cerrado al parecer. 
Karen: Andamos en bicicleta. 

Adjunto a ese mensaje había una foto de Karen en la bicicleta, por el ángulo, la había tomado ella. 

Hikari frunció más el ceño, Karen no debería estar mandándole mensajes mientras conducía. 

Hikari: Concéntrate en la calle. Karen. 

Una videollamada le llegó, soltando un suspiro contestó, sabía que Karen no dejaría de insistir hasta que respondiera. 

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Nana conducía junto a Mahiru intentando alcanzar a Karen. Pensaron que estaba loca por conducir así en un lugar con muchas elevaciones, pero cuando vieron que sacaba su celular y empezó a tomarse fotos en movimiento, asumieron automáticamente, que era una temeraria. 

Mahiru le gritó a Nana, para que pudiera oírla —Intenta parar a Karen-chan, según el mapa, viene un descenso grande. 

—¡Hablarle no ha funcionado! ¡Has visto que he intentado decirle que se detenga! —La rubia iba igual de preocupada. 

Karen confiaba en sus habilidades de ciclista, cuando vió que venía un descenso supo que podría estar un poco más relajada y era cuestión de mantener el equilibrio, así que colocando su teléfono en el soporte que descansaba sobre el timón, se enfocó llamando a Hikari.

Nana sintió el inicio de la bajada y agradecida de estar metidas en un área residencial con poca gente, aumentó la velocidad planeando alcanzar a Karen y pedirle que bajara la suya.

Mahiru solo la vió ir preguntándose si había perdido el juicio, como iba a pensar que aumentar la velocidad en ese descenso era buena idea. 

Karen le sonrió a Hikari antes de volver sus ojos al frente —Es divertido manejar la bicicleta cuando la calle está bastante vacía 

La pelinegra frunció el ceño preocupada —Sé que te gusta andar en bici, Karen. Pero es bastante peligroso que me llames cuando estás conduciendo. 

—Tengo práctica, Hikari-chan —Sonaba super confiada, por lo que la pelinegra frunció más el ceño. Cuando la miró por un segundo fue apretando el freno —Ya. Está bien, ya casi llego a terreno plano. 

La rubia le gritó al acercársele para llamar su atención —¡Karen-chan! —Nana no tenía tanta práctica como Karen, había salido algunas veces en bicicleta, y desde que tenían el auto ya no la usaba, así que estaba algo oxidada. Por lo que cuando vió a Karen disminuir la velocidad se preocupó, ella iba a tanta que temía frenar, pero cuando la alcanzó ya estaban entrando en terreno sin elevación. 

Nana intentó frenar cuando estuvo junto a ella y tocando el freno de adelante sintió la llanta hacer el intento de detener la bicicleta, pero sin querer rozó la llanta de atrás de Karen. Todo fue cuestión de segundos.

Hikari al ver a Nana detrás de Karen y a una cercanía peligrosa le gritó, sin importarle si estaba en un restaurante —¡Karen, cuidado! —Maya y Kaoruko voltearon a mirarla preocupadas abandonando su conversación. 

Mahiru vió el accidente desde cierta distancia. La bicicleta se elevó de la parte de adelante, dando casi dos vueltas completas en el aire, con la castaña aferrada a ella, cuando estaba por iniciar la segunda se soltó, cayendo al suelo y rodando unos dos metros, cuando la bicicleta cayó, solo el timón cayó sobre ella golpeándole el abdomen. 

Nana veía todo alarmada, porque pasó en cuestión de segundos, ella recobró el control de su bicicleta y pudo frenar. Cuando vió a la castaña rodar y ante los gritos alarmados de Mahiru, fue a socorrerla. 

El teléfono estaba destrozado, así que Hikari no supo más sobre ellas, estaba en aquel restaurante completamente preocupada porque había visto a Karen rodar antes de que la llamada se cortara. Se mantuvo en silencio unos minutos histérica sin saber como reaccionar, analizando la situación, ni siquiera sabía dónde estaba Karen exactamente como para ir a ayudarla. 

Nana por su parte veía las rodillas y codos raspados de Karen sangrar, y golpeaba sus mejillas intentando despertarla. Mahiru estaba igual de alarmada que Nana, ambas estaban junto a Karen intentando saber si seguía bien. 

La castaña abrió sus ojos y se mantuvo mirando al cielo unos minutos sin reacción alguna. 

Nana le preguntó —¿Karen-chan, estás bien? 

Mahiru buscó el alcohol en su bolso y colocándolo en un pañuelo le dió a oler un poco —Karen ¿Estás bien? ¿Te duele algo? 

Ella asintió aún en completo silencio. La bicicleta le había sacado el aire, le dolían las rodillas, los brazos, la espalda y le ardían las heridas, además de que estaba algo conmocionada, no tenía ninguna intención de levantarse. Por la adrenalina sentía que veía borroso y todo iba muy rápido. 

Nana continuaba preguntándole —¿Quieres levantarte? —ella negó. 

Mahiru se sentó junto a ella más relajada de saber que podía entenderlas, pero continuaba preocupada —¿Sabes que tenemos que ir al hospital, no? 

Sintiendo que recuperaba el aire le contestó aún sin moverse —No quiero ir. 

Nana empezó a reírse al oírla, a causa del susto que acababa de pasar, y se disculpó —Perdón, Karen-chan, quería detenerte para que no te accidentaras. 

Mahiru sin evitarlo rió también —Y aún así te accidentaste. 

Ella aún el suelo continuó mirando el cielo, pero ahora su ceño se frunció, le dolía todo y sus amigas estaban ahí tomándoselo con humor. No pudo más y contagiándose de las risas de ella se echó a reír sin moverse, eran unas idiotas. 
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Hikari estaba aún en un análisis mental de qué hacer. No le había contado a Maya ni a Kaoruko del suceso y ellas estaban preocupadas a más no poder, pero también dispuestas a esperar a que hablase, sabían que presionar a Hikari no ayudaba en nada. 

Cuando Tamao se acercó a la mesa con el platillo que Kaoruko le pidió, la peli-azul hizo todo lo posible para no reírse a causa de su travesura. Agradecía tener sus dotes de actriz. 

Tamao les sonrió en saludo —Buenas tardes, a todas, espero que les haya gustado el sitio y la comida. Como son invitadas de una clienta especial, les traemos un platillo especial a petición de... 

Kaoruko la interrumpió rápidamente —A petición del chef, que ha visto como Tendo-han degusta su comida con tanta pasión. 

El ceño de Tamao se frunció y notó la sonrisa malévola de Kaoruko. 
Con ayuda de Kaoruko sirvió los tres platos y se quedó junto a ellas a ver cuál era la víctima de sus bromas, claramente para culpar como se debía a la peli-azul. 

Hikari no tenía estómago ni ánimos para pensar en comida, así que asintió disculpándose —Necesito un momento —buscando el número de Nana en sus contactos empezó a llamarla. 

Maya dió el primer bocado con una sonrisa, que se borró inmediatamente al sentir el tomate, pero tenía que actuar como si le gustase, para que Tomoe-san no la viera como una mal agradecida —Está delicioso —tomando el vaso de agua dió un trago tratando de quitarse del sabor. Solo esperaba que Tamao se fuera pronto para sacar la excusa de que estaba llena. 

Kaoruko sonrió divertida, nunca antes había visto a Maya poner un rostro tan contradictorio como ese, odiaba lo que estaba comiendo, y aunque sus palabras eran lo contrario, su rostro denotaba su asco. 

Tomando una silla que estaba junto a su mesa vacía, invitó a Tamao a sentarse —Oye, Tamao-han, ¿Puedes quedarte a conversar un rato?, Sé que estas cansada, pero hay algunas cosas que quiero preguntarte. 

Ella asintió, sabía que Kaoruko solo lo hacía para molestar a Maya, pero debía admitir que ver a Maya poner una cara tan asquienta fue divertido. 

Hikari estaba llamando a Nana por segunda vez, primer timbre, segundo, tercero, un par más, y no contestó. Frunciendo el ceño le preguntó a Maya —Tendo-san ¿Me prestas tu teléfono? Necesito hacer una llamada. 

Ella la miró preocupada y se lo pasó, entonces le marcó a Nana nuevamente, al primer pitido respondió. 

—¿Tendo-san? Estás con Kagura-san ¿No? 

Hikari solo respondió con un sonido de afirmación, esperando que no supiera que era ella —Uhum. 

Su tono sonaba nervioso —Karen-chan acaba de tener un accidente, pero está bien, estamos esperando a que esté mejor para ir al hospital. 

Apagando el micrófono le dijo a Maya a la vez que le pasaba el teléfono —Pregúntale dónde están —presentía que si lo hacía ella iba a colgar. 

Con un asentimiento sin entender mucho Maya tomó el teléfono e interrogó —¿Dónde están? 

—Te mandaré la dirección por chat, aunque realmente no creo que sirva de nada. Le preguntaré a Futaba-chan, donde están porque necesitamos devolver las bicicletas y estaremos en el hospital con Karen-chan. 

—¿A que hospital van a ir? 

Dirigiéndose la escuchó preguntar del otro lado a alguien más —¿A cuál vamos? 

La aludida respondió —Según el mapa, aquí cerca está el Nishijin, pero tiene mala puntuación y es privado. 

Karen habló del otro lado —No quiero ir a un hospital con mala puntuación. Va a ser como en las películas, entras porque caíste de la bicicleta y nunca sales. 

Mahiru le contestó riéndose —Karen-chan, ¿Estás alucinando? 

Nana las ignoró y le contestó a Maya —Al parecer iremos al hospital Nishijin, está cerca del pabellón dorado. 

Repitió sus palabras para que Hikari la escuchara —Cerca del pabellón dorado. Entiendo. Encárgate de Aijo-san, yo llamaré a Claudine. 

Nana dió una respuesta positiva antes de colgar. 

Hikari se levantó de la mesa tomando sus cosas —Tengo que irme —dándole una reverencia le dijo a Tamao —Muchas gracias por la comida, Tomoe-san. 

Mirando a sus acompañantes les preguntó —¿Nos vemos luego?

Maya se levantó tomándolo como su señal de escape, no quería darle ni un solo bocado más a eso —Yo te acompañaré. 

El teléfono de Kaoruko empezó a sonar, era Futaba, cuando se dió cuenta tenía más de cincuenta mensajes de ella, algo malo debió haber sucedido, disculpándose con Tamao y viendo a sus amigas tomar sus cosas contestó —¿Futaba-han? 

Maya se detuvo, haciendo que la pelinegra la imitara, tenía que hablar con ella también. 

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Claudine tenía el rostro entre sus manos en preocupación, acababan de llegar a Arashiyama y recién se daban cuenta que ni Suzu ni Junna estaban con ellas. Todo porque habían estado burlándose una de otra todo el camino y olvidado de sus acompañantes. 

Futaba estuvo unos diez minutos con el rostro en el volante pensando en que hacer, porque ya habían llamado a Suzu, pero su teléfono sonó junto al de Junna en el asiento de atrás. Si Nana se enteraba las mataría. 

No podían ir a la policía a reportarlas como desaparecidas porque eran dos mayores de edad y ellas posiblemente estarían en algún lugar de Kioto igual que ellas, pensando en que hacer. Solo tenían que volver al lugar donde las vieron por última vez y rogar a que continuaran por ahí, pero era poco probable, ya iba más de una hora desde que se separaron, y el tráfico se veía pesado de regreso, al ser un lugar turístico. 

Rendida llamó a Kaoruko para solicitar ayuda, sabiendo que ella estaba con Maya y Hikari. 

La peli-azul contestó —¿Futaba-han? 

Ella soltó —Kaoruko, necesito tu ayuda. Tenemos una emergencia. 

El tono preocupado se hizo presente —¿Qué pasó? ¿Qué hiciste? ¿Qué hizo Minase-san? 

—Esta vez es mi culpa —tomó aire nerviosa antes de soltar la noticia —perdimos a Junna y a Suzu. 

La voz de Kaoruko dejaba saber con claridad su enojo —¿Estás bromeando? 

A causa de la frustración se molestó —Me gustaría que así fuera. Pon atención, perdí a una persona ciega con una idiota, tienes que ayudarme a encontrarlas.

—Nana-han te va a matar—Cada vez estaba más enojada. 

—¡Lo sé, Kaoruko!, por eso tienes que ayudarme a encontrarla antes de que se haga más tarde y ella se entere. 

Soltando un suspiro cansada le contestó —Está bien. Le diré a Tendo-han y a Tomoe-han que nos ayuden. ¿Dónde las viste por última vez? 

—Creo que... 

Claudine le recordó lo que le había dicho con anterioridad —Cerca del templo Kodai. Estábamos en un local donde compramos algunos batidos.

Ella le repitió al teléfono —Cerca del templo Kodai, no habían muchos locales de comida cerca. Así que tal vez des con él rápidamente. 

Le contestó enojada —Está bien, ya vamos para allá, a ver como resolvemos tu irresponsabilidad. 

Futaba sintió su sangre hervirle del enojo —No eres la indicada para hablar de responsabilidad. 

—¡Ahora mismo sí! —Después de gritarle eso, le colgó. 

La francesa le dijo al ver como volvía a estrellar su rostro contra el volante —Cálmate. Ya vamos a encontrarlas. 

Su teléfono sonó y al leer el nombre de Maya, contestó esperando un sermón, pero al contrario de lo que creía, Maya le habló un poco preocupada. 

—¿Claudine? ¿Cómo estás? 

—Preocupada, sé que fue una irresponsabilidad de nuestra parte, pero no queríamos que esto pasara, es un accidente. 

Maya que hasta el momento no sabía nada le interrogó —¿Como va a ser culpa de ustedes que Aijo-san esté en el hospital? 

Ahora la preocupada era ella —¿Qué? ¿Qué le pasó a Karen?

Hikari ya le había explicado la situación —Al parecer se cayó de la bicicleta y está bastante golpeada, así que está en el hospital con Tsuyuzaki-san y Daiba-san. 

—Qu'est-ce qui se passe avec tout le monde aujourd'hui? (¿Qué pasa con todos hoy?) 

Ahora había un tono de duda en Maya —Eso te iba a preguntar, acabo de escuchar a Hanayagi-san tener una discusión acalorada con Isurugi-san y me preguntaba si había pasado algo con su grupo. 

Soltando un suspiro le contestó —Perdimos a Suzu y a Junna con ella, no cargan teléfonos ni creo que sepan dónde están. Pero ya estamos haciendo lo posible para encontrarlas. 

Maya tomó aire molesta y preocupada. Entonces le dijo —Ayudaremos a buscarlas, tranquila, luego vamos a hablar de esto ¿Lo sabes, no? 

Sabía que se lo merecía —Je sais(Lo sé). On se parle plus tard(Hablamos más tarde). Kaoruko ya tiene los datos, así que basta con que le preguntes el resto a ella. 

Maya asintió del otro lado y le contestó enojada —Hablamos luego. 
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Suzu estaba caminando en el parque junto a Junna, leyendo los carteles, al parecer estaban en un parque llamado Maruyama, los cerezos en flor eran hermosos. 

Junna había leído algunos mapas sobre Kioto en sus clases de historia antes, pero solo podía recordar parques, hospitales y lugares turísticos o históricos. Sabía donde estaban, pero como no podía ver, no podía saber en qué parte del parque estaban, tampoco podía guiarlas a ningún otro lugar porque alejarse más de donde se perdieron solo lo haría peor. 

Así que se habían sentado en una de las bancas bajo los cerezos a ver como caían las hojas, o bueno, ella a sentir como le caían encima, no escuchaba bullicio, así que supuso que estaba bastante vacío. 

Suzu por su parte le preguntó repentinamente —¿Qué hacemos si no nos han encontrado para el anochecer? 

—Volver a Tokio —Junna volteó su rostro en su dirección —No es muy difícil preguntar dónde está la estación del tren que lleva a Tokio, tu podrías guiarnos. 

—Bueno, podría funcionar, conozco Tokio a la perfección, y tengo algo de dinero, así que si llegaríamos —Suzu revisó su bolsillo viendo cuanto dinero cargaba con ella y no había dejado en el bolso de Junna. 

La pelimorada asintió —¿Sabes qué hora es? 

Mirando su reloj de muñeca le respondió —Son las cuatro de la tarde, es una tarde muy bonita. 

—¿Como a que hora nos perdimos? 

Suzu volvió a mirar su reloj intentando recordar —Eran como las dos de la tarde. 

La pelimorada analizó la situación, si había pasado tanto tiempo y no habían ido a buscarlas ni encontrado cuando estaban supuestamente cerca del lugar donde se perdieron, sospechaba que o Futaba y Claudine aún no sabia que estaban perdidas o no todas sabían que lo estaban y no las estaban buscando como se debía, solo pudo susurrar para si misma —Las voy a matar.

—Yo también— Suzu estaba igual de enojada, pero no pudo evitar sentir que era su culpa en gran parte, por no avisarles que buscarían el abrigo y el bastón. Se sentía una gran imbécil. 

Junna frustrada se levantó con bastón en mano y empezó a caminar hacia dentro del pequeño local en la entrada del parque, quería agua. Suzu al verla ir corrió a tomarle el brazo, su única misión era acompañarla siempre y no pensaba fallar otra vez. 
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Nana había acompañado a Mahiru y a Karen al hospital en un taxi, lo cual era bastante caro, pero tuvo que costearlo por su amiga. 

Una vez las dejó ahí y a Karen la pasaron a una habitación donde vendaron su tobillo izquierdo quebrado, del que ella ni sus amigas supieron hasta que se le enfrió la sangre y empezó a dolerle de forma inigualable, además de que curaron sus heridas, se tuvo que quedar acostada un rato, Hikari llegó al hospital después de unos minutos y se quedó a cuidar de ella en la habitación. 

Ella había salido del lugar antes de que llegara porque supuso que posiblemente estaría molesta con ella. Mahiru le explicó todo a Hikari y luego la dejó con Karen, saliendo de la habitación a encontrarse con Nana.

Cuando estuvo junto a Nana al ver su mirada culpable le dijo —No fue tu culpa, solo querías evitar que le pasara algo malo. 

Ella asintió sonriéndole al voltear a verla, agradecía su apoyo —Gracias, Mahiru-chan. No te preocupes. Debería ir a llevar las bicicletas. 

La más baja le sonrió animada —Vamos, te acompaño.

Solo pudo asentir. 
Fuera del hospital las tres bicicletas esperaban por ellas, tenía que pagar la bicicleta que usó Karen porque se le quebró el control del cambio, y llevarlas en un taxi porque Maya no había dado señales de la respuesta que le había dado Futaba o Claudine y ellas tampoco respondían. 

Por lo que, dejando a Hikari y a Karen, emprendieron marcha a llevar las bicicletas, cuando estuvieron fuera del hospital, pararon un taxi, montaron las tres bicicletas en el maletero, con ayuda del conductor, para luego emprender marcha al local donde las alquilaron.

Mahiru llevaba la dirección del local. Así que no estaban perdidas. 

Una vez llegó al mismo, hicieron el papeleo, pagaron los daños, para volver. Nana sentía como cada vez más su bolsillo se vaciaba, había ahorrado un año para ese viaje y ahora estaba también costeando cuenta de un hospital. Definitivamente el viaje había sido único. 

Cuando iban a regresar pensó en pedir un taxi, pero Mahiru le dijo —Ya casi está aquí el autobús, según la aplicación de transporte. Nos deja en la parada cerca del hospital. 

Nana la volteó a mirar con duda —¿Cómo tienes tan buena orientación? 

—Soy la hermana mayor, tengo que estar preparada siempre para estas cosas —Ella le sonrió. 

Nana colocó una mano en su hombro bromeando —Mientras midas eso, para mi eres mi hermanita. 

Viendo el transporte llegar le respondió —Pagaré por ti solo para que veas lo responsable que soy. 

Riéndose Nana subió junto a ella. El bus arrancó y estuvieron unos minutos en silencio en el transporte, hasta que por uno de los ventanales del mismo, pudieron ver que estaban pasando junto al parque Maruyama. 

Creía estar alucinando porque juraba haber visto a Junna, pero cuando Mahiru le preguntó —¿No eran Suzu-chan y Junna-chan?— Supo que no era así, por lo que corrió a la puerta a la vez que esperaba la siguiente parada, Mahiru la siguió. 

Cuando el autobús se detuvo, bajó corriendo seguida de Mahiru. Una vez en el parque, vió a Junna sentarse a tomar un poco de agua en una banca. Suzu comía una barra nutritiva que acaba de comprar. 

Mahiru se detuvo junto a ella en la entrada del parque a mirarlas, y le preguntó a Nana —¿Porqué están solas? 

Su ceño se frunció el respuesta —No lo sé. Vamos a averiguarlo —con un rostro serio se acercó a ellas, Mahiru llevaba la misma expresión. 

Cuando Suzu vió a Mahiru se abrazó a ella casi llorando —¡MAHIRU!, ¡Te extrañé! 

Junna se levantó de la banca y sintiendo el perfume de Nana se preguntó si podía ser un milagro, entonces avanzó el dirección al aroma, al estar a un metro de ella, la golpeó con el bastón. La rubia había guardado silencio hasta ese momento, pero cuando el bastón la golpeó no pudo evitar quejarse —Auch. 

Sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas de alivio se abrazó a ella —¡Nana! 

La rubia la abrazó preocupada, y le preguntó —¿Qué hacen aquí solas? 

Mahiru se abrazó a Suzu también, acariciando su cabello. Aunque ese tipo de contacto físico era muy poco frecuente y raro en Japón, parecían tan aliviadas de tenerlas ahí que no les importó estar en público. Aún así aprovechó para interrogar —¿Qué pasó, Suzu-chan? 

Suzu lo pensó unos segundos, creía que podría ser mala idea delatar la irresponsabilidad de sus amigas al abandonarlas de esa forma y no percatarse de ello, estaba dispuesta a asumir la culpa a favor de su amistad, lealtad, y evitarles problemas con Nana —Me descuidé, e hice que Hoshimi-san y yo nos perdiéramos en Kioto. Perdóname, Daiba-san. 

Junna negó con su cabeza y aferrándose a la camisa de Nana jaló de ella cerca de sí llamando su atención, podía sentir su enojo, pero no le importaba si se molestaba con Futaba y Claudine, Suzu no tenía toda la culpa como había querido hacerlo ver y había sido una excelente amiga y lazarillo, no podía permitir esa injusticia, por más que le molestara ser una carga para otros —En realidad su abrigo y mi bastón se quedaron dentro de un restaurante, así que fuimos unos minutos a buscarlo, pero cuando salimos Saijo-san e Isurugi-san ya se habían ido. 

Mahiru le preguntó a Suzu tomando su rostro entre sus manos llamando su atención, y aprovechando que solo estaban ellas y un anciano en el parque —¿Y porqué no intentaste llamarnos? 

—Mi teléfono y el de Hoshimi-san se quedaron en el carro, al igual que casi todo nuestro dinero, solo tengo unos billetes en los bolsillos. 

Mahiru asintió, para luego señalarle con la mirada el local en la entrada del parque donde recientemente habían comprado la botella de agua —¿Pero porqué no pediste un teléfono prestado? 

—¿Cómo no fui capaz de ver esa opción? —Junna no pudo evitar bromear y reír al igual que Suzu. Estaban tan preocupadas que no pensaron en esa solución, eran unas tontas. 

La de cabellos grisáceos-verdosos le siguió el juego —Es que Hoshimi-san se distrajo viendo las flores de cerezos. 

Mahiru solo pudo negar con su cabeza divertida, esas dos nunca cambiaban. 

Nana aún abrazando a Junna se dijo a si misma que Futaba y Claudine iban a pagar eso, como era posible que les confiaba a Junna y la perdían junto a Suzu. 
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Decidieron caminar un rato por el parque aprovechando que estaban ahí, Nana le tomó muchas fotos a Junna con flores de cerezo, se tomó algunas, a los anillos, también a Mahiru y a Suzu, y estuvieron así un rato, paseando, conversando y disfrutando el lugar.

Hasta que decidieron volver. 
Alrededor de las cinco de tarde estaban en la estación de autobuses. 
Desde el primer momento que se reencontraron hasta ese instante, no se habían soltado de las manos, Nana no estaba dispuesta a soltarla por miedo a perderla, Mahiru iba tomada del brazo de Suzu, quién tampoco parecía dispuesta a soltarla. 

Cuando llegaron a la parada más cercana al hospital y empezaron a caminar en dirección a él, Suzu les preguntó curiosa —¿Un hospital? ¿Qué pasó? 

Nana pudo distinguir la camioneta en el estacionamiento del local y supo que Futaba y Claudine estaban ahí, por lo que apretando la mano de Junna siguió caminando. 

Mahiru le respondió a Suzu —Karen-chan tuvo un accidente en la bicicleta. Se quebró un tobillo, así que está en el hospital. 

Junna apretó la mano de Nana, la cual sintió tensa, y le interrogó —¿Karen tuvo un accidente? ¿Cómo pasó eso? 

Entrando al hospital con ellas le contestó algo culpable —La llanta de mi bicicleta frenó la suya, dió dos vueltas en el aire y cayó, entonces rodó y la bicicleta le cayó encima. Pero fue un accidente. 

La pelimorada podía sentir su culpabilidad, pero era Nana, sabía que había poco que pudiera hacer por ahora para que se sintiese mejor. 

Suzu le preguntó a Mahiru riéndose —¿Cómo es que sigue viva? 

La aludida le sonrió divertida —Al parecer Karen-chan tiene experiencia cayendo de la bicicleta, aunque dice que nunca antes se había quebrado algo. 

Cuando llegaron a la sala de espera donde estaban, Maya, Claudine, Kaoruko y Futaba, la rubia soltó la mano de Junna apretándola en un puño, mirando enojada a la pelirroja, para luego dirigir sus ojos a Claudine.

La pelirroja se levantó de la silla aliviada al ver a Junna —Hoshimi-san, que alivio volver a verte. 

Claudine solo susurró para si misma contenta —Ils se sont montrés! (¡Aparecieron!), que alivio. 

La rubia más alta se acercó a Futaba con su más grande expresión de enojo, Suzu al ver que Nana dejó a Junna atrás, corrió a tomarle el brazo para hacerle saber que no estaba sola. Mahiru se preguntó si ya tenía instintos de lazarillo. 

Nana consideraba que aunque Claudine y Suzu también tenían culpa, la más responsable era Futaba, ella conducía, ella era quién conocía Kioto y a quién directamente recordaba haberle pedido que cuidara a Junna. Al estar frente a la pelirroja que también estaba de pie con una mirada llena de culpabilidad, le preguntó con un tono serio —¿Qué haces aquí? 

Futaba levantó la mirada —¿A qué te refieres? 

Mirando a Junna y a Suzu le contestó —Si se supone que ellas están perdidas, ¿Qué haces aquí en vez de estar buscándolas? Nadie te había avisado que las habíamos encontrado. 

Claudine salió en su defensa —Estábamos buscándolas, pero como no las habíamos encontrado, decidimos reagruparnos para trazar un plan. Perdónanos por ese descuido, Nana. 

Maya se levantó de su silla —Tranquilicémonos, al menos ya han aparecido. 

Kaoruko estaba bastante enojada también —Tienen suerte de que hayan aparecido. 

Nana volteó a mirar a Claudine molesta –¿Porqué nadie me avisó que Junna-chan estaba perdida? 

Maya le contestó —No queríamos preocuparte. 

Junna se acercó a ella y la tomó del brazo —Nana, cálmate, ya estoy aquí. 

Hikari salió por la puerta de una de las habitaciones ayudando a una Karen enyesada a manterse en pie. Pero al ver a Nana su rostro cansado pasó a tener una expresión completamente enojada. 

La rubia seguía molesta, al ver como la miraba la vió con una expresión cargada enojo. 

Hikari soltó dirigiéndose a ella —Casi matas a Karen. 

Trató de defenderse —Fue un accidente. 

Hikari sentó a Karen en una de las sillas y se acercó a Nana enojada —¿En qué planeta crees que es un accidente acercarse así a un ciclista y frenarle una llanta? 

—¡Yo solo intentaba que no se accidentara! —Nana estaba sintiéndose acorralada, pero estaba también molesta en gran parte de que la pelinegra estuviera culpándola de todo cuando era Karen quién estaba conduciendo de manera temeraria. 

—¡La hiciste accidentar! —Hikari estaba a nada de salirse de control.

Karen sintió la tensión y se dijo que era momento de intervenir —Hikari-chan, si fue un accidente, además de que yo era quién estaba manejando de manera irresponsable —la castaña se estiró en la silla hasta tomar la mano de la pelinegra y jaló de ella. 

Hikari sintió su sangre hervir del enojo y le dijo a Karen, aún mirando a Nana—Alguien tiene que enseñarle a esta imbécil que sus acciones traen consecuencias. 

Junna por su parte también jaló aún más de Nana hacia ella llamando su atención, tratando de calmarla, porque se veía a punto de explotar de rabia. 

Futaba creyó que era un buen momento para intentar calmarlas —Hey, los accidentes ocurren. 

Nana la volteó a mirar molesta —¡Aún no he terminado contigo! 

Futaba le contestó ya enojada y desafiante —No creas que me intimidas. 

Kaoruko le hizo señas a Maya para que intercediera. 

Maya se paró en medio de ambas y colocó una mano en dirección a Futaba haciendo distancia, les dijo —Intentemos calmarnos. 

Mahiru que hasta el momento había visto todo preocupada soltó —¿Qué tal si terminamos de hablar de esto en casa?

Kaoruko agarró a Futaba del brazo y sin importarle si el ambiente estaba tenso o si estaban enojadas, tiró de ella jalandola consigo fuera de la sala, la pelirroja aunque quiso poner resistencia, no se opuso, sabía que Kaoruko solo quería evitar problemas. 

Mahiru salió de la sala, seguida por Claudine. Suzu estaba por ir tras ellas, entonces Junna le dijo a Nana apretando su mano —Vamos, necesitas un poco de aire. 

La rubia asintió tomando su mano y dándose la vuelta salió con ella. Hikari solo la vió ir aún muy enojada, pero sabía que ir más allá no serviría de nada. 

Ahora estaban a solas Maya, Karen y Hikari. 
La castaña oscura le dijo a Hikari —Deberías relajarte —ella asintió en respuesta volviendo a mirar a Karen. 
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Eran alrededor de las nueve de la noche. Cuando salieron casi todas del hospital, se dieron cuenta que Kaoruko y Futaba se habían ido antes. Nana condujo con Mahiru señalándole el camino mientras lo veía en el mapa, aunque ya podía guiarse porque recordaba como habían llegado ahí la primera vez. 

Karen y Hikari se quedaron en el hospital, se encontraban en la entrada del mismo. La pelinegra discutía con ella irritada —Karen, ya te dije que vamos a ir a un hotel y mañana volvemos a Tokio. 

Ella molesta, sosteniéndose en sus muletas, le respondió —No voy a volver a Tokio solo porque estás siendo una idiota, te dije que fue un accidente. Si quieres volver hazlo sola. 

—Karen, no te lo estoy preguntando. Vamos a dormir en un hotel esta noche. 

—¿Se te olvida que nuestra economía no es tan buena? —Quitándole la mirada con el ceño fruncido se dió por vencida —Haz lo que quieras —Alzando una de sus manos, sosteniéndose en su pie sano, paró un taxi. 

Cuando la pelinegra la vió intentar montarse en el mismo, se rindió y corrió a ayudarla, para luego subirse junto a ella. No podía evitar seguir enojada. 
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La mañana se hizo presente, en su tercer día en Kioto, Karen despertó temprano, supuso que porque durmió temprano, ya que al llegar a la casa, solo fueron directo a la habitación en la que habían dormido la noche anterior, Mahiru le contó que cuando llegaron Nana hizo lo mismo y Futaba no dió señal de vida en toda la noche. 

Después de bañarse, se fue a la cocina, donde estaban Mahiru, Claudine, y Nana preparando el desayuno. Saludándoles soltó —¡Buenos días! 

Nana la volteó a mirar con una sonrisa —¡Buen día, Karen-chan! 

Claudine también le sonrió mientras le contestaba —Bonjour. 

Mahiru dejó el cuchillo de lado dándose la vuelta para mirarla —¿Cómo sigue tu tobillo? 

Ella miró su yeso y apoyándose en las muletas movió la punta de su pie —No duele si no apoyo el talón en el suelo. 

Kaoruko entró por la puerta con el ceño fruncido y les preguntó —¿Y mi desayuno? 

Nana le preguntó confusa —¿Y ese humor? 

Claudine la miró molesta —¿Qué te pasa? 

Karen se le acercó con las muletas y envolvió su brazo alrededor de su cuello abrazándola y sosteniéndose de ella —¿Dormiste mal, Kaoruko-chan? 

Su respuesta más relajada, al sentir el tacto de Karen, no se hizo esperar—Algo así ¿Han visto a Futaba-han? 

Claudine le contestó —La vi irse temprano. 

—Esa idiota —cada vez sonaba más enojada —estuvo roncando toda la noche y me despertó a las seis.

Karen le preguntó sonriendo —¿Es de las que ronca? 

La peli-azul asintió —Solo cuando está muy cansada —haciendo un puchero enojada insistió —¿Cómo va a despertarme temprano un día libre? ¿Cuánto me odia para hacerme eso? 

Nana tenía el ceño fruncido mientras volteaba los panqueques. Mahiru quién había estado haciendo unos emparedados le dió uno y le dijo con una sonrisa —Para que tu humor mejore. Buen día, Kaoruko-chan.

Karen la miró envidiosa y volviendo a apoyarse en sus muletas le dijo a Mahiru —Yo también tengo mal humor, Mahiru-chan.

Claudine siguió la conversación por un punto que le había parecido interesante —Creí que solo Maya roncaba, no es estridente, pero si molesta, aunque si gira mucho cuando duerme. 

La castaña riéndose soltó —Hikari-chan habla en inglés dormida —Mahiru le pasó un emparedado al verla tan envidiosa del que comía Kaoruko. 

Nana se empezó a reír a la vez que servía las panqueques en un plato —Sí que son malas compañeras de sueño. Al menos Junna-chan es como una roca al dormir. 

Mahiru le dijo bromeando —Sí, ella posiblemente sea la mejor compañera de sueño —recordó aquella vez que se durmió en el sillón de su departamento y no se movió en horas —pero tú eres la peor, te mueves todo lo posible, roncas y hablas, según ha contado.

Avergonzada se echó a reír—Soy muy creativa al dormir —mirando a Mahiru divertida le pregunto —¿Y cómo es Suzu-chan como compañera de sueño, Mahiru-chan? 

La aludida se ruborizó quitándole la mirada —Dormimos en camas separadas. 

Karen empezó a reír seguida de Claudine y Kaoruko, era divertido ver a Mahiru tan avergonzada por eso y más sabiendo si le hacían la misma pregunta a Suzu respondería honestamente que si dormían juntas. 

Con una sonrisa malévola Nana insistió bromeando —¿Pero no tienen una cama doble en su habitación, Kaoruko-chan?

La peli-azul asintió con una sonrisa igual de malévola que la de Nana —No hay habitaciones con dos camas. 

Sonrojándose cual rosa, Mahiru tomó los emparedados y saliendo de la cocina avergonzada les respondió intentando cambiar de tema —El resto debe tener hambre. 

Nana tuvo que darle la razón, ya había molestado lo suficiente a Mahiru para estar empezando el día, así que tomando el plato con panqueques le dijo a Claudine —No olvides traer los platos y vasos —para luego salir de la cocina tras Mahiru. 
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Maya estaba sentada junto a Hikari en la entrada de la casa mirando lo espacioso del terreno, lo verde de los árboles y lo apartado del lugar, entonces le preguntó —¿Que tal dormiste, Kagura-san? 

—Fue bastante incómodo dormir con Karen enyesada, tenía miedo toda la noche de golpearla —Sus ojeras hacían presencia en su rostro.  

Maya asintió con una sonrisa —Me imagino que puede ser peligroso si haces algún movimiento en falso —Hikari asintió en respuesta, entonces ella interrogó —Respecto a lo de ayer ¿Como sigues con eso? 

Ella la miró confundida —¿Respecto a que? 

La castaña la miró seria analizando si solo intentaba decirle que no quería hablar de ello o realmente no lo sabía. Pero se decidió a continuar —Respecto a Daib... 

—¡Buen día, Kagura-san, buen día, Tendo-san! —Suzu apareció en la puerta junto a Junna, interrumpiéndolas. Esta última estaba sostenida en su bastón y al golpear una silla caminó hacia ella dispuesta a sentarse, Maya se le adelantó a Suzu y ayudó a Junna a sentarse. 

La de cabellos grisáceos-verdosos estaba en su ropa deportiva, en manos llevaba sus zapatillas y les dijo —Hace una mañana excelente, saldré a correr un poco. 

Maya le contestó —No deberías ir sola. 

Junna la apoyó — No, no deberías, Suzu, al menos espera a que Isurugi-san te acompañe. 

La castaña negó con la cabeza —Ella se fue temprano. Así que al menos deberías ir con alguien más para que te acompañe por si te sucede algo. 

Mahiru cruzó el umbral de la puerta seguida de Nana, y saludando soltó –Buenos días ¿Como amanecieron? 

Hikari quién aún no había visto a Nana, apretó su hombro tenso y le contestó —Dormí mal. 

Maya le sonrió, dejando notar su buen humor, en respuesta —Buen día. 

Junna movió el rostro en su dirección y le contestó —Diría que bastante bien. 

Suzu saltaba en un solo lugar, ya se había puesto las zapatillas, y preparada para salir a correr, entonces le respondió —Yo tengo mucha energía, así que iré a correr. 

Mahiru frunció el ceño —No irás sola. 

Claudine llegó con los platos y junto a Nana acomodó el desayuno en el mismo, colocando la cantidad de panqueques que creía que cada una comería. Cuando todo estuvo servido, empezaron a repartirlo, Karen se les sumó sentándose en una silla que estaba junto a Junna. 

Nana le entregó el desayuno a Junna, a Maya, cuando estaba por dárselo a Hikari, la pelinegra se levantó de la silla con el ceño fruncido y le dijo a Suzu —Iré contigo, Minase-san —la rubia se quedó con el plato en manos y el entrecejo fruncido, entendía que estuviera enojada, pero eso le había parecido inmaduro de su parte. 

Karen vió a Hikari entrar a la casa, y solo pudo suspirar molesta. Estaba actuando como una idiota. 

Unos dos minutos demoró Hikari en aparecer por la puerta en su ropa de correr. Maya comió rápidamente antes de entrar a la casa, cambiarse y salir. Tenía que ejercitarse, había comido mucho el día anterior. 

Una vez estuvieron listas, Suzu colocó el mapa en su teléfono y colocándose sus auriculares y música, empezó a correr, seguida de Maya y Hikari. El resto las veían ir mientras terminaban de desayunar. Aunque Kaoruko tenía la mente perdida preguntándose a donde habría ido Futaba un sábado a las seis de la mañana y porque no había vuelto. 
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Tenían ya treinta minutos corriendo. Suzu estaba maravillada del paisaje, le parecía increíble que Kaoruko y Futaba vivieran en un lugar así de grande y tan lindo, mientras corría veía los árboles y tarareaba la canción que estaba sonando. 

Maya iba en silencio pensando en cómo preguntarle a Hikari sobre lo de Nana sin molestarle. La pelinegra por su parte parecía enojada y concentrada en correr. 

La castaña, aclarándose la garganta, aprovechó que Suzu les tomó un poco de ventaja y soltó, inquieta internamente —Kagura-san ¿Puedo hacerte una pregunta? —ella volteó a mirarla, confusa, antes de asentir. Maya continuó —Es solo por aclarar pero ¿Sigues molesta con Daiba-san, cierto? 

Hikari volvió sus ojos al frente y asintiendo le contestó —Tengo razones válidas para estarlo. 

Maya se dijo a si misma que estando en su lugar posiblemente haría lo mismo —No dudo de ello, si fuese Claudine quién se hubiese quebrado y no me hubiesen querido avisar sobre ello, posiblemente habría reaccionado igual. 

Hikari sonrió para si misma agradeciendo la empatía —Aunque en realidad estoy molesta porque fue Daiba-san quién hizo a Karen caer de la bicicleta. 

La castaña curiosa y analizando la nueva información adquirida preguntó —¿Estás segura de ello? 

Hikari asintió —La vi ocasionar el accidente. 

Maya pensó bien lo siguiente que diría, sabía que tenía que intentar convencer a Hikari de que guardarle rencor a Nana no serviría de nada, no iba a cambiar nada ese hecho, también sabía que lo que odiaba era que alguien se hubiese metido con Karen, y lastimado, pero no tenía duda, eso no había sido una decisión de Nana, si no, algo que se salió de su control. Después de pensarlo unos minutos le dijo —Entiendo que estés enojada, y tiene sentido tu motivo, pero sabes que no vas a resolver nada, ni a... 

Con voz agitada y cansada la interrumpió —Espera... —La pelinegra sintió su vista nublarse, sus oídos bloquearse y como si su cuerpo pesara mucho. Detuvo su andar intentando mantenerse en pie, entonces caminó a un extremo del sendero recostándose contra un árbol de cerezo en flor, y se dejó caer, terminando sentada y con los ojos cerrados contra el mismo. 

Maya estuvo todo el tiempo junto a ella intentando socorrerla, incluso la ayudó a sentarse y le quitó su gorra, pero la pelinegra no era consciente de ello a causa de la debilidad. Suzu no escuchó sus pasos detrás de sí, por lo que volteó a verlas, pero cuando vió a Hikari ser ayudada por Maya a sentarse, corrió hacia ellas a ver como estaban. La castaña le preguntó a Hikari —¿Kagura-san, qué pasa? 

Suzu se agachó frente a ella y le preguntó —¿Te sientes mal? 

Hikari asintió aún con los ojos cerrados tratando de recuperar el aire y la consciencia. 

Maya se quitó la gorra que llevaba hasta ese momento y empezó a darle aire con ella, tal vez había sido la insolación. Suzu revisó el mapa para ver que distancia tenían de la casa, habían corrido unos cuarenta minutos y hecho unos tres kilómetros. 

Hikari agradeció mentalmente el aire que Maya le estaba proporcionando y le susurró a Suzu al verla con el teléfono en las manos —No le digas nada a Karen. 

La más alta frunció el ceño mientras guardaba el teléfono, ya le había dicho a Mahiru, pero tuvo que pedirle que no le contara a nadie. Le dijo que iban ya en camino de regreso. 

Una vez Hikari se sintió mejor intentó levantarse de donde estaba sentada, pero Maya negó con su cabeza sentándose junto a ella —Tal vez necesitas reposar un poco más —Lo cierto es que ella también se sentía cansada, hacía un sol espantoso y ninguna de las tres había tenido la grandiosa idea de llevar agua. 

Suzu solo pudo sonreír divertida ante la escena, ella solo estaba agitada, aún no se sentía cansada, pero porque estaba acostumbrada a hacer mucho ejercicio físico, sentándose junto a ellas se abrió el abrigo y quitó la gorra empezando a echarse aire. Hikari y Maya agradecían llevar el cabello atado. Una vez la pelinegra recuperó más energía tomó su gorra azul y empezó a soplarse con ella.

Estuvieron unos diez minutos sentadas descansando. Hasta que la de cabellos grisáceos-verdosos se levantó, se acomodó su abrigo y la gorra, para luego decirles —Vamos a volver o nos quedaremos todo el día aquí, ya son las doce. 

Maya se levantó arreglándose el cabello, para luego tenderle la mano a Hikari ofreciéndole ayuda para levantarse —¿Kagura-san? 

Suzu vió la escena por lo que también le tendió una mano acompañada de una sonrisa, Hikari avergonzada tomó ambas manos levantándose —Gracias. 

Mientras caminaban de regreso Maya calculó que Kaoruko y Futaba vivían a unos diez minutos o un poco más, en transporte, hasta el pueblo más cercano. Ciertamente el tamaño de la propiedad era bastante grande, así que no le extrañaba que eso hubiera sido un hotel en el pasado, eso explicaría el hecho de la cantidad de habitaciones o que hubiese habido una familia muy grande viviendo ahí o incluso que fuera la mansión de algún señor poderoso de alguna era antigua. 

El resto del camino Suzu iba preguntándoles por sus familias, no parecía tener pudor al hacer preguntas, pero Maya y Hikari no se sentían para nada incómodas. La realidad es que ambas iban preocupadas de sobremanera por la pelinegra e incluso caminaron más lento por si sucedía algo poder recurrir a ayudarla rápido. 

A causa de que volvieron caminando a casa, llegaron alrededor de la una de la tarde. 

Mahiru estaba en la entrada sentada preocupada en extremo. Karen yacía en una silla mecedora junto a ella moviéndose de atrás hacia adelante. 

A causa del sol y la deshidratación Maya y Hikari llegaron casi arrastrándose a la puerta, cuando estuvieron ahí, en la pequeña terraza, se dejaron caer sobre dos sillas, Hikari sentía que volvía a desmayarse, por lo que cerró los ojos un momento. 

Suzu llegó detrás de ellas con una sonrisa soltando —¡Hemos vuelto! 

Claudine salió con unos vasos de agua unos cinco minutos después al ver que Maya había vuelto junto al resto. 

Estuvieron unos veinte minutos entre lo que almorzaban y se relajaban. Kaoruko estaba en el segundo piso de la casa, sentada en una silla en el balcón al parecer hablando por teléfono. Claudine le comentó a Maya que al parecer estaba enojada porque Futaba no aparecía. 
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Ahora Karen estaba con Hikari en la habitación donde se estaban quedando, la pelinegra yacía sobre la cama acostada con los ojos cerrados aún sintiéndose débil físicamente, supuso que el ejercicio, el desmayo y el soportar hambre le habían dejado completamente agotada. 

Karen la vió así y parada delante de la cama sosteniéndose en sus muletas, le dijo molesta además de preocupada —¿Sabes porque estás así?

La pelinegra no se inmutó, pero ciertamente estaba también muy consciente de que Karen solo estaba preocupada por ella. 

La castaña continuó —¡Eso te pasa por no desayunar! Por tener ese orgullo absurdo para llegar al nivel de rechazar el desayuno e irte a correr sin comer ¿En qué estabas pensando, Hikari? ¿En enfermarte? ¡Te desmayaste! ¿Qué habría hecho si algo malo te sucedía? Porque para más, decidiste no avisarme de ello. 

La aludida podía notar su seriedad cada vez que decía su nombre directamente. Solo hacía eso cuando realmente hablaba en serio. Suspirando le contestó —De nada iba a servir que lo supieras ¿Qué ibas a hacer? ¿Ir a buscarme en muletas? 

Aún más enojada soltó —¡Le habría dicho a Nana-chan que fuera a buscarte, pudo haber ido por ustedes en minutos y no habrías tenido que regresar caminando sintiéndote débil y hambrienta! 

Casi como en un susurro Hikari le respondió —Justo por eso pedí que no te avisaran —abriendo sus ojos, mirándola continuó alzando más el tono —Karen, hace un mes me demostraste que no estoy equivocada, habrías hecho lo mismo en mi lugar si alguien te hubiera hecho daño, porque así reaccionaste cuando creíste que Daiba-san le había hecho daño a Hoshimi-san ¿Porqué tu si puedes estar dispuesta a defender a los que quieres pero yo no? 

Había cierta molesta en su tono de voz, cosa que Karen pudo percibir. Por lo que frunció más el ceño —¡No es lo mismo! —Hikari no tenía energías para discutir, por lo que se mantuvo en silencio, Karen levantó más el tono de voz —¡Esto fue un accidente! Ella no eligió lastimarme, es algo fuera de su control.

Hikari frunció el ceño y volviendo a cerrar sus ojos con un tono más relajado, como si estuviera diciendo la verdad absoluta, soltó —Pudo haber evitado el hacerte caer o por lo menos contestar mis llamadas y avisarme como estabas. Tuve que conseguir la información del hospital por medio de Tendo-san. 

Sentándose junto a ella la castaña intentó hablarle un poco más suave, pensaba que tal vez calmándose un poco entendería mejor las cosas —No sirve de nada que estés dándole vueltas a lo que pudo haber hecho o no, fue un accidente, se salió de su control, estoy bien. 

La pelinegra abrió sus ojos mirándola unos segundos antes de volver a cerrarlos —¿Sabes el tiempo que te incapacitará ese yeso? 

Dándose cuenta de que no estaba dispuesta a entrar en razón se levantó de la cama frustrada, y tomando sus muletas caminó a la puerta, estrellándola al salir, dejando en evidencia su enojo. 
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Ya estaban en su cuarto día de viaje, Futaba llegó alrededor de las siete de la noche a casa, invitándoles a todas a ir a pasear en Kioto juntas, para ver la ciudad de noche. Nana y Junna no fueron, por insistencia de la rubia. Karen por su parte presionó tanto a Hikari para ir que terminaron yendo. 

Eran alrededor de las nueve y aún no volvían. La rubia estaba sentada en el sofá viendo la televisión mientras Junna se mantenía en silencio con los ojos cerrados recostada contra el sofá, se había quitado los lentes por lo que Nana podía ver su expresión pensativa. 

Junna abrió sus ojos al sentir la mirada de Nana sobre ella. La rubia vió sus ojos verdes desorientados y sintiendo impotencia se sentó junto a ella abrazándola por los hombros contra su pecho. Junna se ruborizó ante el tacto —¿Qué pasa? 

—Te veías muy linda, así que quise abrazarte —cuando Nana notó como le quitaba la mirada pensó que estaba avergonzada. 

En cambio Junna le preguntó repentinamente —¿Sigues molesta con Isurugi-san? 

Rompiendo el abrazo se cruzó de brazos, después de unos segundos en los que pensaba en como responder a eso sin sonar enojada, soltó con seriedad —Sí, creo que si lo hago. 

Junna asintió recostándose contra su hombro —Sé que lo haces, tu lenguaje corporal me lo dijo, pero sabes que ella no nos perdió intencionalmente ¿No? 

Nana apretó sus dientes pensando, hasta que suspiró —Lo sé. Puede que no haya sido su intención, pero no puedo evitar enojarme sabiendo que te perdió en Kioto de esa forma y no fue capaz de avisarme para al menos buscarte. 

La peli-morada asintió contra su hombro —Entiendo eso, pero ¿Qué puede hacer ella para cambiar lo que hizo? No creo que haya nada que pueda cambiar su forma de actuar. Solo podemos esperar a que haya aprendido de su comportamiento. A menos que —se detuvo un segundo y tocando con una de sus manos el brazo de Nana, llegó hasta la suya, tomándola para llamar su atención —Nana ¿Tú no quieres vengarte, no? 

La rubia llevó la mano de Junna hasta sus labios dándole un beso, antes de responderle —No quiero más que una disculpa sincera. Kuro-chan y Suzu-chan ya se disculparon, sin embargo ella ni siquiera lo ha intentado, no creo que esté sinceramente arrepentida.

Junna volvió a asentir, cada vez entendía más a Nana, estaba contenta de que no fuera una persona extremista —Creo que deberías hablar con ella, tal vez si lo intentas razonar, deje de lado su orgullo y admita su error. 

Ambas sabían que eso era poco probable, Futaba podía ser bastante orgullosa si se trataba de algo de ese tamaño y más si estaba completamente centrada en que no era su culpa. Nana le respondió —No creo que eso suceda y menos si carga esa actitud prepotente. 

Levando su cabeza del hombro de Nana le contestó más seria —Entonces intenta hablar con Kagura-san. Trata de disculparte con ella, ya que Isurugi-san no lo hace contigo. 

Nana sabía que no le servía de nada dejar las cosas como estaban con Hikari, después de todo, fue su culpa el accidente y entendía su motivo para estar así de molesta, todas sabían que para Hikari, Karen lo era todo, si le debía una disculpa de su parte —Esta bien, hablaré con Hikari-chan. 

—Lo harás pacíficamente ¿No? —Había cierta molestia en su tono de voz. 

La rubia no sabía como sentirse al respecto —¿A qué viene eso? ¿Me crees una persona violenta? 

—Pues antes de ayer escuché de alguien a quién casi le lanzas al mar con el carro, sin mencionar que irrumpiste en el departamento de Tsuyuzaki-san, que es propiedad privada, sin autorización, o que fuiste a casa de mis padres y los amenazaste, o el hecho de que te sacaron de un hospital —Junna cruzó sus brazos mostrando seriedad, aunque en sus labios descansaba una sonrisa que dejaba ver que se estaba divirtiendo con esos. 

Nana empezó a reír nerviosa, se preguntaba como Junna había sabido de todo eso entendía lo de Suzu y Mahiru, pero, no se suponía que ella debía saber lo de haber ido a casa de los Hoshimi —¿Cómo es que sabes esas cosas? 

Algo más seria le contestó —No hay nada que puedas hacer y de lo que no me termine enterando. 

No pudo evitar reír al sentirse bajo control de Junna, y abrazándola para luego darle un beso cargado de dulzura, le susurró contra sus labios —Por ti haría lo que fuera. 

Sonrojándose a la vez que reía intentó apartarla —Nana, no me hagas llamar a la policía. 

Autora: Eri1305
Autora: Eri1305