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The other side I

Hisame había estado encontrándose con Nana aquel mes para ayudarse mutuamente. Nana quería proponerle matrimonio a Junna y ella hacer que Koharu se le confesara. Sonaba absurdo si lo pensaba en voz alta, y tampoco se lo comentó a Nana porque sabía que era estúpido, pero ella quería que Koharu se le confesara, dudaba completamente de tener el valor necesario para hacer algo así e imaginaba una proposición de Koharu como algo increíble, quería eso.

Tampoco sabía si Koharu estaba enamorada de ella, no podía percibirlo, quería enamorarla, pero no tenía idea de cómo hacerlo, estaba varada en la nada en ese momento. Y esas dos semanas sin ver a Nana le estaban haciendo sentir que no iba a avanzar nunca. Así que estaba dispuesta a abandonar su dignidad y confesarle su plan inicial para conseguir su ayuda a lograrlo.

No había pensado en escribirle porque creyó que podría estar bastante ocupada. Hasta que esa tarde eligió llamarla.

Cuando oyó un portazo del otro lado supo que Nana le contestó la llamada. Pero su voz enojada la saludo con un —¿¡Qué quieres!?

Sorprendida Hisame le contestó —Humm ¿Saber como estas? Hace unos días que no sé nada de ti y quisiera saber porque no me has contestado ningún mensaje ¿Pasó algo?

—Pasaron muchas cosas, no podremos vernos durante un tiempo — su enojo seguía presente en su voz.

Hisame estaba confundida, había estado varada en el mismo punto desde el inicio, y la llamó porque quería saber si podía seguir ayudándola, pero una respuesta como esa no era lo que esperaba—¿Porque estás tan molesta? ¿No me dirás que pasó?

Hisame puso sentir un tono de irritación —Es tu culpa.

Su duda se acrecentó —¿Qué? ¿Qué hice? — Estaba en el receso en ese momento, por lo que se encontraba en la sala de canto sola, había buscado privacidad para hablar. Justamente porque Koharu estaba también en esos ensayos y en la misma obra que ella.

Cada vez sonaba más frustrada —En realidad es mi culpa, pero es más fácil decir que es tu culpa.

Hisame a este punto no entendía nada, así que insistió preocupada por los tonos cambiantes de Nana —¿Pero de qué tienes la culpa?

—Junna-chan cree que le estoy siendo infiel contigo.

Llevó una de sus manos a su boca de la sorpresa. Ahora cobraban sentido esos mensajes de Suzu preguntándole sí estaba bien todo, ella no solía hacer eso.
Le preguntó impresionada —¿Qué? ¿Cómo pasó eso?

De su lado pudo escuchar el carro arrancar y la voz de Nana más lejos, así que supuso que estaba en altavoz —Ella cree que le confesé que tu y yo estamos juntas. Pero fue un mal entendido. He estado tan preocupada con lo de la propuesta que simplemente mi cabeza está muy distraída para el resto, así que cuando me preguntó si estaba saliendo contigo le dije sí.

Sabía que no debía, pero no pudo evitar reírse, creía imposible que alguien fuera tan inocente para no entender una pregunta como esa, esperaba no hacerla enojar. Una vez paró de reír le dijo —¿No quieres que hable con ella? —Pensaba que tal vez si lo intentaba podría hacerla entender. No quería tener problemas con Junna y menos que dejaran a Nana por su culpa.

Aprovechó el tiempo en que Nana estuvo en silencio, supuso que pensando, para preguntarse si tal vez era un poco culpable de esa situación, después de todo, fue ella quién le pidió ayuda en un inicio.

— No, no quiero que vaya a tratarte mal por mi causa, después de todo, yo tengo que aclarar las cosas con ella, pero gracias —La respuesta de la rubia la hizo suspirar frustrada, ahora se sentía verdaderamente culpable.

Haciendo eso a un lado dejó salir su preocupación preguntándole —¿No hay nada que pueda hacer por ti?

Un suspiro fue la respuesta de Nana seguido de —No lo creo. Por ahora mantener la distancia es suficiente. Gracias, Hisame-chan.

No podía hacer más que seguir su petición, por ahora se concentraria en encontrar la forma de que Koharu se enamorara de ella. Esperaba que los consejos de Nana le fueran de ayuda junto con los libros, e Internet si es que estaba lo suficiente desesperada.

Después de despedirse colgaron. Cuando estaba guardando su teléfono, una pelinegra se le acercó por detrás y le preguntó —¿Que haces aquí sola? ¿Estás bien?

Al ver a Koharu se ruborizó, le avergonzaba la idea de que hacía un momento estaba pensando en ella y que ella hubiera aparecido. Tal vez era de esas cosas de los libros donde se llamaban con el corazón. Aunque, no tenía quince años, era absolutamente ridículo pensar eso. Con un asentamiento le dijo —Si, no pasa nada. Estaba en una llamada.

Koharu asintió —Ya acabó el receso, así que deberías volver a los ensayos ¿Quieres que vuelva contigo? — sentía que realmente se estaba esforzando.

La castaña la miró confundida e interrogó —¿Porque no volverías conmigo? Vamos a la misma sala de ensayos ¿No? — A veces sentía que Koharu podía ser un poco extraña.

La pelinegra se reprendió a si misma, era obvio que iban a volver juntas, después de todo estaba ahí para decirle que regresara a la sala de ensayos. Su padre tenía razón, eso del amor hacía a la gente comportarse como estúpida.
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Koharu, era una chica pelinegra, de ojos azules, ligeramente alta. Lo más destacable de su personalidad era su introversión, su semblante serio hacia a cualquiera sentirse intimidado. Pero dentro de ella aguardaban muchas emociones. Claro que de ello solo se enteraban las personas más cercanas a ella. 

También apreciaba mucho su libertad, por lo que una vez consiguió la mayoría de edad y pudo actuar en un par de obras decidió independizarse de sus padres. Como tenía una familia grande, prefería tener su propio espacio y más privacidad. Aunque Sakura no parecía entender eso e iba seguido a su departamento.

A veces agradecía que su hermana fuera tan impertinente porque en algún punto de su vida sintió que le faltaba compañía. También por eso se compró una tortuga a la cual criaba con mucho cariño esperando que desarrollaran un lazo sentimental, le costaban ese tipo de cosas y pensaba que intentarlo con una mascota podría ayudarla a mejorar en ello. Intentó también fortalecer su amistad con Tendo-san y con Yukishiro-san, pero ciertamente no le parecían las mejores opciones si lo que deseaba era ser más comunicativa. 

Nunca antes le había molestado que tan comunicativa podía ser, creía que estaba bien así, tenía amigas, familiares, una mascota y un trabajo, ser como era jamás había jugado en su contra, pero ahora, sentía que había algo que no avanzaba porque ella no sabía expresarse y eso incluía a Hisame. 

Las personas más cercanas a ella siempre la habían entendido a su manera, incluso sus amigas entendían lo que deseaba expresarles, pero cuando estos sentimientos nuevos la embargaron, empezó a sentirse inútil. Ciertamente estaba algo desesperada, por lo que pensó en pedirle ayuda a alguien con experiencia. Pensó en Suzu, pero le pareció absurdo, solo el hecho de comentarle lo que pasaba haría que ella hiciera un escándalo o se burlase. Después de pensarlo un poco se decidió por Tendo-san, nunca antes había visto a Maya reírse, nada podía salir mal. 

Justo por eso estaba sentada en el sofá simulando ver la televisión, perdida en sus pensamientos. 
Le había pedido a Maya que fuera esa tarde del sábado, no podría haberse sentido cómoda con Claudine alrededor. La castaña accedió y por eso estaba esperando escuchar el timbre. 

En pocos minutos unos nudillos tocaban su puerta y sabiendo que posiblemente era su invitada se acercó a abrir. Maya le dió una suave sonrisa, que reconoció como amabilidad, y pasó saludando —Buenas tardes, Yanagi-san. 

—Buenas tardes—La aludida caminaba con ella dentro del departamento. 

Maya pasó a sentarse y le preguntó inquieta —¿Qué es lo que me trae por aquí? —Ciertamente ser sutil no era lo suyo. 

Evitando mirarla le dijo —Necesito tu colaboración — de alguna manera le costaba decir eso y más a Maya. 

Ella por una fracción de segundo se permitió sonreír de forma burlona, antes de volver a su porte serio y le contestó —¿No quisiste decir ayuda?

Koharu quién no había visto su mueca, asintió con mucha vergüenza —Así es. 

—¿Puedo saber que es? —intentó darle un impulso a hablar. 

La pelinegra se sentó junto a ella  —Hay alguien... —una pausa larga le siguió a eso, no encontraba el valor para continuar con ello. 

La castaña, quién estaba acostumbrada a entender a las personas que la rodeaban y conociendo cómo alguien como Koharu se expresaba le preguntó —¿Esa persona te... — ciertamente ella tampoco tenía valor para terminar su oración. 

Maya sentía que esa conversación le estaba costando más de lo que quisiera. No porque no fueran cercanas, si no, porque era sorpresivo viniendo de Koharu, nunca esperó encontrarse hablando de esas cosas con ella. No parecía ser del tipo de persona que se interesaba en el amor. 

La pelinegra asintió y ruborizandose aún más avergonzada, le preguntó —¿Qué se supone que debo hacer? —No sabía ni siquiera que debía preguntar, estaba completamente perdida. 

Mirando el rostro serio y sonrojado de Koharu, Maya pensaba en que tanto le preocupaba eso y le dijo — Es complicado saber que hacer. Pero te diría que hicieras cosas que dejaran claras tus intenciones —mirando hacia la ventana se preguntó porqué siempre sus amigas recurrían a ella para ese tipo de consejos, no era la mejor ni más experimentada para ello. 

Koharu la volteó a mirar con un montón de dudas nuevas dentro de sí —¿Que tipo de cosas dejarían claras mis intenciones? 

—¿Que tal si le invitas a salir algún lugar? — La castaña recién se daba cuenta que no sabía absolutamente nada sobre la persona que le atraía a Koharu y que está misma realmente no parecía saber nada sobre el amor o el romance. 

—¿A un bar? —Recordaba las salidas con el elenco teatral para conversar un poco, la mayoría eran en bares y karaokes, ella no tomaba, pero le parecía que sus compañeros se volvían más comunicativos con un poco de alcohol. 

La castaña negó con la cabeza —Algo más especial ¿Porque no le invitas a ver una película? — hizo memoria de algunas salidas que tuvo con Claudine en el comienzo de su relación donde ella le explicaba que así se hacían las cosas en su país. 

Volteando a mirarla soltó —¿Como en los libros occidentales? 

Chasqueando sus dedos mientras asentía le contestó —Justo así. Invitale a ver una película y luego a comer algo. 

Koharu asintió apuntando mentalmente las palabras de Maya, pero de pronto tuvo una duda más grande —¿Y si no quiere? 

Su acompañante se preguntó qué tan difícil debía ser usar un poco las neuronas y le contestó con un suspiro —No es tan difícil saber que eso significa que te rechazaron. 

La pelinegra la miró inquieta unos segundos, Maya por su parte se recostó en el sofá al sentirse observada, entonces la miró con una ceja levantada, a lo que Koharu le preguntó —¿Alguna vez te han dicho que no?  — ella se preguntaba si Maya alguna vez había experimentado el fracaso, no parecía el tipo de persona que podría haber vivido un "no".

Un rubor cubrió su rostro avergonzada, la habían tomado con la guardia baja, a lo que mirando a la televisión le dijo restándole importancia —Es lo normal — una sonrisa de parte de Koharu denotaba lo divertido que le parecía eso, ella solo pudo fruncir el ceño al notar como reía en silencio y le preguntó —¿Qué es tan gracioso? 

Recostándose en el sofá le contestó —Acabas de poner un rostro gracioso justo ahora —A Koharu le parecía divertido que Maya no pudiera evitar ruborizarse para admitir que alguna vez la habían derrotado, se preguntaba hasta dónde llegaba su orgullo. 

Con el ceño aún más fruncido le contra-atacó —Pues, tu tienes esa expresión de no sé que hacer, desde que llegué. 

Ahora era ella quién estaba roja de vergüenza y susurró para sí misma —Hisame, eres complicada. 

La castaña la volteó a mirar interesada por el nombre recién mencionado y le preguntó —¿Es Honami-san? —al ver a Koharu quitarle la mirada con un asentimiento susurró para si misma —Esto me da una oportunidad de ayudarla. 

Volteando a verla su acompañante cuestionó —¿De qué hablas? 

Acomodándose en el sofá Maya le dijo —Te daré el resumen. Parece que Hoshimi-san cree que Honami-san está con Daiba-san. 

Acomodándose junto a ella soltó —Ah ¿Es así?, sé que son expareja, pero no creí que estarían juntas nuevamente —sintiéndose desilusionada la pelinegra frunció el ceño molesta, tenía una lluvia de emociones dentro de sí. 

Maya intentó negar al verla decaída —En realidad no, es todo un mal entendido, pero podrías ayudar a Daiba-san y a la reputación de Honami-san si consigues salir con ella lo mas pronto posible y hacérselo saber a Minase-san —la castaña estaba trazando un plan en su mente sobre cómo resolver esa situación. Pensaba que si Koharu comenzaba a salir con Hisame, Junna tendría razones para creer que Nana le decía la verdad. 

Con fuerzas renovadas al escuchar que aún tenía oportunidades Koharu asintió decidida —Voy a recuperar el honor de Hisame y ayudar a Daiba-san. 

Maya asintió con una sonrisa ligera, iban a resolver esa situación antes de que se agravara y Claudine la premiaría por ayudar a sus amigas, además de adquirir la satisfacción de salvar una relación. 
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Aquel domingo llamó a Hisame, intentó invitarla a salir por teléfono, no había sido difícil antes porque iban a varios lugares juntas desde que Suzu se distanció de ellas un poco, por darle más atención a Mahiru. Pero por alguna razón, desde que supo que ahora invitarla a salir significaba algo romántico no podía evitar sentirse nerviosa. 

—¿Hisame? 

Desde el otro lado, en su habitación, se preguntaba que llevaba a Koharu a llamarla tan repentinamente —¿Que pasa? 

Unos segundos de silencio en los que ella tomaba aire, respiraba profundo, tomando valor y luego dejó salir su voz tratando de no sonar nerviosa —¿Quieres ir a algún lado esta noche? 

—¿Ah? —La duda estaba clara en su voz, y ciertamente estaba bastante sorprendida, había sido de alguna forma muy repentino, pero se dijo a si misma que posiblemente Koharu no quería hacer algo sola y por ello la llamaba —¿A dónde? 

Ella se permitió sonreír contenta al saber que no recibió una negación y con su tono tranquilo ya sin apistes de nervios le contestó —¿Al cine? 

La castaña suspiró, ya lo entendía todo, Koharu solo quería ver una película y no quería ir sola, no esperaba más, pero había un poco de ilusión en ella —Claro, está bien. 

—A las ocho paso por ti —Cuando escuchó una respuesta positiva de parte de Hisame se despidieron y colgaron.

Estaba feliz en extremo, lo había conseguido y de alguna forma no había sido tan difícil como esperaba. Se recostó en el sofá de la sala con los ojos cerrados contenta, no tenía idea de que hacer con todo el gozo que habitaba en ella.

Hisame por su parte frunció el ceño de la decepción, no quería salir con Koharu solo para acompañarla. Frustrada suspiró, quería hacer que se enamorara de ella, pero no tenía idea como, con la cabeza llena de dudas enterró su rostro entre sus manos, ni siquiera sabía si podía intentar hacer algo para atraerle porque no quería hacerla sentir incómoda. Sería una noche larga.
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Eran las ocho en una noche bastante estrellada, Hisame se había puesto un vestido verde y un gabán del mismo color encima, parecía que haría frío, la primavera estaba atrasándose. Aún pensando en el tiempo decidió mirar el reloj preguntándose la razón de la extraña impuntualidad de Koharu. 

Se encontraba en la sala de su casa en la que convivía con su familia, aunque se encontraba sola en ese momento. 
Una vez salió de Seiran, volvió a casa con ellos, y vivía ahí, a sus padres no parecía molestarles su presencia y a ella le gustaba la compañía. Tenía un canario con el que practicaba canto cada mañana, para evitar molestar a sus vecinos ahorró algo de dinero antes de comprarlo y colocó paredes más gruesas en su habitación. 

Ella era una chica castaña de ojos azules y cabello semi-ondulado, un poco tímida, amigable y amable, pensaba mucho en evitar molestar a otros antes de hacer las cosas. Su punto fuerte era la potencia de su voz en su canto, era muy tranquila y calmada. Bueno, en ese momento no podía serlo, estaba inquieta por la tardanza de Koharu, se empezó a preocupar de que algo le hubiese sucedido.

Caminó a la ventana nerviosa preguntándose si escribirle o no, pero cuando miró afuera, la vió dando vueltas frente a la puerta de un lado otro. Solo pudo preocuparse aún más por ella. 

Koharu caminaba en círculos, estaba frente a la puerta de los Honami de un lado a otro pensando, no sabía saludar en caso de que alguien que no fuera Hisame abriera la puerta, no solía hablar en voz alta más de lo necesario, pero llegó a un punto en el que sus pensamientos se atropellaban tanto entre sí que empezó a balbucear —¿Buenas noches? ¿Buenas? ¿Hola? ¿Muy buenas noches? —Estaba inconscientemente practicando lo que diría y la entonación, hasta que la puerta repentinamente se abrió tomándola desprevenida. 

Hisame la miraba con notoria preocupación —¿Estás bie.. 

La pelinegra la interrumpió diciéndole al verla frente a la puerta — rojo—todo su entrenamiento se fue a abajo, entre los nervios, la sorpresa y la impresión de lo hermosa que se veía a sus ojos, dijo lo primero que pensó. 

Completamente confundida la castaña preguntó, aún muy preocupada —¿Qué? 

Tratando de tranquilizarse se dió un segundo para recobrar la compostura y una vez pudo controlar sus emociones aunque sea un poco, le respondió —Estamos combinadas. 

Hisame notó el rojo del abrigo de su acompañante, su blusa blanca y pantalón negro. Su rojo combinaba con su verde, al entenderlo solo pudo sonreír por la tonta mezcla de colores —Es cosa del destino, pensé en ponerme algo amarillo. 

Sonriendo más relajada al verla frente a ella a más detalle, soltó —Fue una buena elección, se te ve bien el verde —al notar lo que dijo su rostro se ruborizó ligeramente, aunque no cambió su expresión tranquila. 

Hisame por su parte se dió la vuelta , estaba roja cuál rosa y excusándose le dijo —Ya vuelvo, tengo que buscar algo — sonriendo como tonta caminó dentro de la casa buscando su bolso. Koharu acababa de decirle, en pocas palabras, que se veía linda, no recordaba una sola vez que ella hubiera hecho eso en el pasado, aunque posiblemente lo había dicho para ser amable, era imposible no emocionarse. 

La pelinegra se sentía sumamente nerviosa una vez más, acababa de notar que esas cosas podían hacer sentir bien a Hisame, pero ella no sabía ni sentía que podía expresarlas sin morir de vergüenza, no sabía que hacer con la información recién adquirida. Una vez la castaña volvió le preguntó —¿Vamos yendo? 

Con un asentimiento salió de la casa colocando el seguro y emprendió marcha junto a ella. En el camino recordó el inicio de esa salida y sin poder evitarlo interrogó —¿Qué hacías en la entrada hace un rato? 

Con total tranquilidad le dijo —Se me cayó una moneda —había planeado esa mentira con anterioridad, así que no tuvo que pensarlo mucho confiaba en que Hisame la creería con facilidad. 

—Claro, supongo que pensaste que hablarle también haría que apareciera —Sonrió de forma burlona. La pelinegra apartó su mirada avergonzada, no esperaba que ella hubiese visto eso. 

En el resto del camino Hisame estuvo haciéndole preguntas sobre la obra en la que estaban participando, Koharu intentaba actuar tranquila todo el rato, pero ciertamente estaba demasiado nerviosa. 

Cuando llegaron al cine, la pelinegra compró los boletos mientras Hisame veía el área de la comida, no solía ser fanática de comer mientras veía una película, pero no quería arruinar la experiencia de Koharu, era la segunda vez que iban al cine juntas, pero la primera vez que iban solas. 

En minutos estaban en la sala del cine tomando asientos, tenían un puesto en la mitad de la sala, perfecto para mirar la película. Koharu estaba nerviosa mientras pasaban la publicidad. Hisame por su parte guardaba el silencio junto al resto de las personas en ese lugar concentrada en la pantalla. 

La pelinegra se preguntaba si era buena idea tomarle la mano, se interrogaba una y otra vez sobre ello. El asiento al lado suyo estaba vacío y por ello, colocó su bebida al lado contrario, permitiendo que el espacio que la separaba de la castaña estuviera vacío, una vez notó que colocó su mano ahí, sonrió para si misma aprovechando la oscuridad del lugar, eso le creaba una oportunidad. Ahora necesitaba encontrar el valor para colocar su mano encima. 

Hisame por su parte sentía cierta tensión venir de Koharu, se cuestionaba a sí misma si la había hecho sentir incómoda, entendía que podía estar nerviosa, no era fácil salir con alguien a un lugar como el cine la primera vez o eso pensaba. 
La película comenzó y la tensión no se relajaba, por lo que decidió hablarle en un susurro —¿Koharu? ¿Estás bien? 

Por lo extraño que era el hecho de que alguien hablase en el cine, la pelinegra pensó que ya estaba alucinando, y sintiéndose frustrada pensando que su acompañante miraba aún la pantalla, agarró su bebida dispuesta a tomar de la misma para relajarse, cuando estaba a punto de darle un sorbo, la castaña insistió —¿Koharu? 

Hisame frunció el ceño al notar que aún así no respondía, decidida a hacerse notar, tomó su mano que reposaba en medio de ambas. 

La pelinegra a causa de la sorpresa y los nervios dejó su bebida resbalar entre sus manos, la cual caería sobre su pantalón, pero sus reflejos hicieron que empujase el vaso, haciéndolo caer en el suelo, salpicar al asiento frente al suyo, y comenzar a regarse por la fila de adelante. 

Hisame impactada por lo recién sucedido buscó en su bolso un pañuelo para ayudarle a secarse el pantalón donde habían caído gotas de su bebida. Koharu pedía disculpas a la persona de enfrente, hasta que el encargado de la sala, llegó hasta a ellas y amablemente les pidió abandonar el lugar, no les sorprendió, acababan de romper una de las reglas implícitas más importantes, no molestar a otros. 

Bastaron dos minutos para estar fuera del cine, Hisame suspiraba frustrada y avergonzada, se preguntaba como era que ir al cine podía terminar de esa forma, no culpaba a su acompañante, pero tampoco entendía como era que podía ser tan torpe, preocupada por cómo se estuviera sintiendo le preguntó —Koharu ¿Estás bien? 

La pelinegra asintió, estaba intentando controlar sus emociones, porque ciertamente estaba feliz de que Hisame le hubiese tomado la mano, pero también se sentía sumamente culpable por haberle arruinado la película, tenía que repararlo o eso terminaría siendo una muy mala experiencia para ambas. Estuvo unos segundos en silencio haciendo memoria de las palabras de Maya. La castaña la miraba aún más preocupada cada segundo. Saliendo de su ensimismamiento le dijo —¿Quieres ir a cenar? 

Su ceño se frunció en duda —¿Qué? —Como era que en vez de querer volver a casa para acabar con esa situación, prefería ir a comer como si nada hubiese pasado ¿Qué tanto se había estado juntando con Suzu últimamente? ¿De dónde venía esa espontaneidad? Además, la hora de la cena ya había pasado. 

La pelinegra empezó a caminar fuera del edificio diciéndole —Conozco un buen lugar al aire libre —dándole una sonrisa ligera insistió —¿Vamos? 

Sintiéndose débil al verla sonreír no pudo decirle que no y tomando valor se abrazó a su brazo caminando junto a ella. Era más contacto físico del que nunca antes habían tenido, pero estaba tan cansada emocionalmente que no le importaba ser un poco más atrevida. 

El resto del camino Hisame disfrutó el silencio, aunque estuvo preguntándose por como se estaba sintiendo Koharu o que le sucedía, parecía más torpe y tonta últimamente, aunque su mente también estaba algo nublada de ir tan abrazada a ella, parecía tan irreal. 

Koharu por su parte fruncía y desfruncía el ceño cada ciertos minutos, iba abrazada a Hisame sintiéndose extrañamente cálida por dentro, le encantaba que por la cercanía podía sentir su perfume y eso le borraba completamente los pensamientos, pero también iba preocupada de arruinar el resto de la noche, bastante culpable se sentía ya de haber destrozado parte de la misma. Cuando la miraba desde arriba solo podía sonreír, le era inevitable hacerlo. 

Llegaron a un restaurante que estaba junto a un parque, sus mesas y sillas estaban al aire libre, rodeadas de luces amarillas que adornaban todo el local, tuvieron que separarse. Ambas se lamentaron de tener que hacerlo, pero era necesario. 

Se dirigieron a una mesa, se sentaron empezando a revisar el menú. Hasta que la castaña se disculpó —¿No te molesta si voy al baño unos minutos? —no quería dejarla sola después de todo lo que había pasado. 

—Esta bien, estaré aquí — Le regaló una suave sonrisa que le hizo saber que no mentía, por lo que se levantó de la mesa yendo al baño. 
La pelinegra se levantó también después de unos minutos y caminó bajo un árbol mientras sacaba su teléfono de su bolsillo, solía estar confiada de vivir en un país seguro, así que dejó sus cosas en la mesa. 

Pensó en llamar a Tendo-san para preguntarle que podría hacer para mejorar la situación, el teléfono sonó durante unos minutos hasta que ella contestó. 

—¿Yanagi-san? ¿Pasó algo? —Maya desprendía un tono de duda. 

—Tendo-san, ayúdame — Koharu estaba algo desesperada en esa situación. Había estado intentando ocultarlo frente a Hisame, pero se sentía nerviosa, desesperada y preocupada de terminar de arruinar el resto de la cita. 

—¿Que pasó? —Ahora sí denotaba la preocupación en su voz. 

—Tuve un accidente y nos sacaron del cine, así que la traje a comer, pero no sé de qué hablar con ella —Después de decirlo no pudo evitar sentirse patética. 

Maya se mantuvo unos minutos en silencio, los cuales pusieron aún más ansiosa a Koharu, pero de pronto se empezó a reír, la pelinegra juraba que nunca antes en su vida la había oído reír y solo pudo fruncir el ceño de sobremanera, cómo iba Maya a reírse de su situación ¿Qué tenía de chistoso todo eso? 

La castaña se detuvo repentinamente y le dijo —Yanagi-san ¿No eres amiga de Honami-san? 

Koharu lo pensó unos segundos antes de responderle —Sí, somos amigas. 

Con voz más tranquila y sincera la castaña le dijo tratando de animarla —Solo trata de hablar con ella como normalmente, no necesitas ir más allá, es solo su primer cita y creo que si las cosas están saliendo mal, es mejor solo hacerla sentir bien y cómoda. 

Koharu asintió desde su lado sintiéndose más en paz consigo misma al saber que debía hacer —Lo intentaré, gracias Tendo-san. 

Colgó una vez vió a Hisame acercarse a la mesa, ahora traía su gabán en manos. 
Eran alrededor de las nueve de la noche, el local estaba bastante vacío, habían solo dos mesas ocupadas además de la suya. 
Cuando se acercó Hisame revisaba su bolso, una vez encontró su cartera, su expresión tranquila cambió a una de pánico. 

—¿Hisame? —No sabía como preguntarle que pasaba. 

La aludida se sentó en la mesa frustrada llevando sus manos a su cabeza en silencio analizando lo recién sucedido, habían abierto su bolso y sacado solamente el dinero de su cartera, todo lo demás estaba ahí y no tenía manera de denunciar porque no existían pruebas del hurto, solo quería volver a casa. 

Koharu aún no entendía que pasaba, hasta que tomó la cartera de Hisame que dejó junto a ella en la mesa y al abrirla notó que no tenía absolutamente ningún billete, le costó un par de segundos entender lo que había sucedido, le acababan de robar a Hisame a causa de que ella dejó sus cosas en la mesa sin supervisión. Volviendo a sentirse culpable soltó un suspiro cansada. Se sentía como la idiota más grande del universo. 

Hisame levantó su rostro de la mesa tratando de controlar sus emociones y le dijo —¿Que tal si nos vamos a casa? — Su voz se escuchaba rota, así que Koharu pudo presentir lo enojada y triste que se encontraba. 

Pensando que lo mejor era calmarse un poco le respondió —Primero, tratemos de tranquilizarnos ¿Sí? — la castaña asintió con los ojos cerrados recostándose en la silla tratando de tomar aire. Koharu empezó a servirle un vaso de agua, pero la jarra se resbaló de sus manos torpemente y se le cayó en la mesa regando también el agua del vaso, la cual fue a parar en el vestido de Hisame. 

Levantándose rápidamente al sentir el agua le dijo —Me voy a casa —y colocándose su gabán encima de su vestido mojado emprendió marcha. 

La pelinegra tomó sus cosas y corrió a la caja a pagar por el desastre, para seguir a Hisame, necesitaba encontrar la forma de disculparse. Se sentía sumamente idiota, no sabía como mejorar esa situación. Y aunque le habría encantado darle su espacio tenía que llevarla a casa, ya que posiblemente ella no aceptaría dinero si se lo ofrecía. 

Una vez estuvo junto a ella a causa de su culpabilidad y sabiendo que tenía que decirle algo a respecto soltó —Disculpa por todo lo de esta noche. 

Hisame tomó aire antes de decirle —No pasa nada, no fue tu culpa. 

Percibiendo su molestia, insistió —No necesito que me digas lo que quiero oír, disculpame por lo que hice. 

Sonaba tan seria que la castaña no pudo evitar suspirar en respuesta —Estoy muy enojada, frustrada. Cargo el vestido lleno de agua y tengo frío, solo vete a casa, Koharu, sabré llegar a la mía. 

—Está bien — La pelinegra detuvo su andar. Hisame continuó caminando hasta que al voltear notó que ella la seguía tres metros a distancia. Koharu no pensaba dejarla ir sola de noche de vuelta a su casa, así que la acompañaría dándole su espacio. 

—¿Qué estás haciendo? —No pudo evitar sonreír ligeramente, aunque en otra situación eso habría sido bastante aterrador, ver a Koharu hacer algo así sin entender bien que eso podría ser malo le hizo sentir que era muy inocente. Le parecía lindo que se preocupase tanto por ella.

—Te acompaño a casa, no quisiera que te sucediera algo malo —Juraba que acababa de citar indirectamente una película occidental, pero no podría estar segura de cual era, lo bueno de estar tan lejos es que sentía menos vergüenza de decir las cosas. 

La castaña se ruborizó —Está bien — el silencio perduró unos minutos hasta que se le ocurrió bromear un poco con ella, caminando más rápido le dijo —Me está siguiendo un acosador. 

La expresión en el rostro de Koharu se endureció, frunció el ceño y empezó a mirar alrededor disimuladamente, pero no logró ver a nadie. Metió la mano en el bolsillo de su abrigo buscando su bolígrafo, al sacarlo le preguntó —¿Dónde está? 

La castaña pudo distinguir la entrada a su área residencial y una vez volteó a verla notó el bolígrafo que sostenía en su mano derecha, entonces le cuestionó —¿Qué cargas ahí? 

Koharu le quitó la tapa al bolígrafo dejando ver la cuchilla que se ocultaba en el mismo e insistió —¿Dónde está el acosador? 

Hisame no pudo desaprovechar la oportunidad por más que tuviese curiosidad sobre porqué tenía un bolígrafo-cuchilla consigo —Viene justo detrás mío, tiene el pelo negro y usa un abrigo rojo. 

La pelinegra continuó mirando alrededor, unos segundos más, hasta que analizó las palabras de Hisame, realmente eso del amor la había vuelto una idiota, o tal vez ella y sus nervios la habían convertido en eso. Sabiendo que se refería a ella le contestó —No es gracioso. 

Riéndose suavemente le contradijo —Es gracioso. 

Una vez llegaron a la puerta de la casa de los Honami la luz de la entrada la esperaba encendida, por lo que asumió que su familia ya estaba durmiendo. Cuando ella se detuvo en la puerta, Koharu llegó junto a ella —¿Es hora de despedirnos? 

La castaña le quitó el bolígrafo, ahora cerrado, de las manos y le dijo ignorando su pregunta —No puedes cargar estas cosas tan peligrosas contigo, Koharu. Además ¿De dónde sacaste esto? 

—Mi padre me lo regaló cuando supo que me mudaría sola, es defensa personal —Trató de explicar. Ella sabía que era porque el había conocido a su madre en la época que fue Idol y posiblemente le preocupaba todo eso de los fanáticos y acoso en el mundo del "espectáculo". 

Sin saberlo habían comenzado a hablar en susurros —Lo sé. Pero es peligroso, mira como eres sosteniendo una jarra con agua, con esto te podrías cortar. 

Su ceño se frunció —No soy tan torpe. 

—Anda dile eso a los del cine — Una risa escapó de parte de Hisame al recordar el rostro preocupado de Koharu cuando eso sucedió. 

Al verla reír solo pudo relajarse y reír junto a ella —Tampoco es todo mi culpa. 

Con una sonrisa amable Hisame le dijo —Nada es tu culpa. 

El ceño fruncido muestra de molestia de parte de Koharu le respondió —Deja de hacer eso —al notar la duda en Hisame añadió —No necesito que me digas lo que crees que quiero oír. Sé que es natural aquí, pero no tienes que hacer eso conmigo, puedes ser honesta, no me molestaré por eso. 

Con un asentimiento soltó un suspiro —Gracias. En tal caso, si fue tu culpa la mitad o incluso un poco más. 

Llevando sus manos a su fleco peinándolo como acto de nerviosismo le dijo —Lo sé, perdóname por eso. 

Riendo Hisame le contestó —No podemos medir la cantidad de suerte que tenemos en un día, la nuestra parece que simplemente era pésima. 

Con una sonrisa suave trató de sonar más relajada  —Realmente no me imagino que tipo de suerte debían tener los del cine —Hisame empezó a reír al recordar el incidente —Solo espero que no se hayan mojado con el batido. 

Riendose aún, Hisame se preguntó desde cuando Koharu era tan relajada, juraría que toda la noche se habia visto tensa y ahora que estaban en la puerta de su casa estaba más tranquila incluso que siempre, con la duda en mente decidió preguntarle —Disculpa que pregunte pero ¿A qué se debe tu buen humor? Me refiero, no sueles verte así de tranquila. Incluso, hoy te veías más tensa de lo normal. 

Mirando en otra dirección sintiéndose descubierta le preguntó completamente roja—¿No estarías igual de nerviosa en tu primera cita? 

—¿Qué? —El rostro de Hisame se ruborizó a más no poder y mirándola impactada preguntó —¿Tu primera ci... —Las luces de adentro se encendieron, interrumpiéndolas de la sorpresa, y haciéndoles saber que había alguien despierto. 

Repentinamente Hisame sintió que estaba haciendo algo que debía ocultar, al igual que su acompañante, por lo que que cuando escucharon la cerradura moverse desde dentro, se miraron entre sí, nerviosas, en cuestión de segundos, Hisame le hizo señas a Koharu de correr hacia una esquina de la casa, lo cual ella hizo, ocultándose. Habían evitado a toda costa hacer ruido extra. No sabían que estaban haciendo ni porqué, pero sintieron la necesidad de escapar. 

Cuando la madre de Hisame la encontró frente a la puerta, estaba sola, con el gabán cerrado y el bolígrafo en mano aún, sin querer olvidó devolvérselo. Con una mirada preocupada le preguntó —¿Que haces aquí afuera tan tarde? ¿Se te olvidaron tus llaves? 

Nerviosa y con un sentimiento absurdo de temor de que descubriera a Koharu le dijo rápidamente —Sí, había estado tocando la puerta, pero nadie parecía abrir, así que me quedé aquí afuera esperando. 

—¿No viniste con Suzu-chan o Yanagi-san? No sueles venir sola a casa tan tarde —Miraba afuera detrás de ella esperando ver a alguna de sus amigas. 

Sintiéndose idiota en extremo Koharu apareció detrás de Hisame caminando, no tenían razones para ocultarse, eran amigas desde hacía mucho tiempo y a sus familias no les parecía extraño verlas juntas, estaban exagerando —Muy buenas noches —Dijo dirigiéndose a la madre de Hisame a la vez que daba una reverencia. Ese era su problema con ellos, nunca sabía cómo hablarles y solo la hacían sentirse tensa, porque sentía que no quería que personas importantes para Hisame tuvieran una mala impresión de ella, además de que su pésima habilidad de comunicación lo hacía peor. 

—¿Donde estabas que no te vi antes, Yanagi-san? Por cierto, buenas noches para ti también, aunque no necesitas ser tan formal conmigo —La madre de Hisame era una mujer castaña justo como su hija a diferencia de que tenía un poco más de altura y ojos verdes, sus expresiones eran amable al igual que ella, su nombre era Sanae. 

Dándole una mirada seria como las que llevaba usualmente, y que la gente a su alrededor, más cercana, reconocía como amable, le respondió —Estaba oliendo las flores. 

Hisame frunció el ceño al igual que su madre, no habían flores cerca de la entrada, las más cercanas estaban en el parque y ese estaba a más de cinco metros de ahí. Cuando Sanae estaba por preguntar, su hija habló —Es bastante tarde, madre, deberíamos dejar que Koharu vuelva a casa. 

Mirando el reloj que marcaba las doce y treinta, ella asintió —Sí, está bien, es bastante tarde, aunque, si quiere puede quedarse. 

Hisame le entregó el bolígrafo a Koharu y consciente de que no podía mirarla porque se sonrojaría, le dijo a su madre cruzando el umbral de la puerta —No te preocupes, me dijo que tiene cosas que hacer y no puede quedarse —No estaba lista mentalmente para eso, se acababa de enterar que había tenido una cita con ella, tenía miedo de que su madre conociera el detalle de que le gustaba Koharu, porque no sabía que reacción podría tener, y ni siquiera acababa de procesar todo ese desastre de día. Solo quería descansar. 

La pelinegra comprendió lo que le quiso decir y asintiendo le respondió —No se preocupe, no es tan tarde. 

La madre de Hisame le regaló una sonrisa mientras le decía —Cuídate de camino a casa. Buenas noches, Yanagi-san. 

—Buenas noches, para ambas —Con una reverencia corta se despidió para luego añadir —Nos vemos después, Hisame. 

Ruborizándose al oír su nombre le quitó la mirada y con un asentimiento le dijo —Nos vemos, Koharu. 

La pelinegra dio una última reverencia antes de darse la vuelta y empezar a caminar. Sanae cerró la puerta y apagó las luces de afuera.
Koharu sacó su teléfono preguntándose si era buena idea hablarle a Maya tan tarde. Tenía una avalancha de emociones y de alguna forma sentía que la habían rechazado.

Autora: Eri1305
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