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A blind proposal II

Los días continuaron pasando, hasta que se hizo el de la operación.
 
Esa mañana Nana decidió faltar al teatro, habló con el director que le dio el día libre porque era la guionista y el guion ya estaba terminado.
 
Sabía en qué hospital sería y gracias a Kaoruko que sería al mediodía.
 
Una vez llegó y se estacionó, se bajó del carro rápidamente y entró al lugar sin pensar en nada más que en Junna.
 
Mahiru estaba dentro en la pequeña cafetería del sitio. Suzu se había quedado en las bancas de la entrada, por lo que pudo ver como ingresaba al hospital exaltada. Sabía que en pocos minutos saldría nuevamente. Levantándose caminó a la cafetería del hospital, las órdenes de Mahiru eran claras, no podía hablar con Daiba-san mientras ella no estuviera presente.
 
La rubia dentro intentó preguntar a la recepcionista —Disculpe, ¿Sabe usted si ha ingresado ya Hoshimi Junna-san?
 
La mujer la miró con una sonrisa y le preguntó —¿Es usted un familiar?
 
Frunció el ceño y le respondió —No, en realidad soy su novia.
 
La recepcionista movió sus ojos en la pantalla frente a ella rápidamente mientras borraba su sonrisa y le dijo —Si no es familiar no puedo darle esa información.
 
Ya al borde de la frustración golpeó la mesa en la que estaba apoyada y le gritó —No me importa lo que usted crea o piense de mí, ¡Le estoy diciendo que me diga si ella está aquí! —Sabía que estaba tratándola de esa forma por lo que acababa de decirle, si no fuera así, Mahiru no habría sido quién la había acompañado, porque estaba segura de que había sido ella.
 
La mujer llamó a los guardias de seguridad, que tuvieron que escoltar a la rubia hasta la salida, ella los acompañó hasta afuera aún enojada, pero no quería acabar en prisión otra vez.
 
Consumida por la desesperación y la ira se dijo a si misma que una vez más no iba a cambiar su vida, y dispuesta a volver a entrar al hospital caminó hacia la puerta, hasta que escuchó una voz llamarla desde otra puerta del hospital, al voltear pudo ver a Shizuha y detrás de ella a Suzu abriéndole la puerta.
 
—¿Daiba-san? ¿Qué pasa? —Se veía como si estuviera a punto de golpear al primero que se le cruzara.
 
La rubia se acercó con el ceño fruncido y le preguntó a Suzu quién seguía ahí —¿Dónde está Junna-chan? —Sabía que ella debía estar ahí por ella.
 
Rascando su cabeza le respondió —No sé de qué hablas — por la expresión de Nana sabía que tenía que escapar lo antes posible. Así que dirigiéndose a Shizuha añadió —Disculpa, Nana-chan puede ayudarte, nos vemos — se dio la vuelta y desapareció por el pasillo rápidamente.
 
Shizuha se molestó y moviendo las ruedas de la silla le dijo a Nana —¿Podrías sostenerme la puerta Nana-san?
 
La rubia se dio cuenta del gran detalle de que Shizuha estaba en silla de ruedas, así que se dispuso a ayudarla a salir y le preguntó —¿Qué te pasó, Shizuha-chan? La última vez que te vi estabas bailando un maravilloso ballet en la versión del lago de los cisnes que dirigió Junna-chan.
 
Con un asentimiento le agradecía a Nana que empujara su silla ayudándola a moverse, le dijo —Es difícil de explicar. Pero, en resumen, tuve un accidente donde un auto me atropelló y terminé así ¿Qué tal has estado tú?
 
La rubia sintió su enojo apaciguarse y soltó —Parece que todos lo tenemos difícil últimamente. Pero sí, yo estoy bien.
 
Alzando una ceja Shizuha insistió —¿Cómo estás en realidad? No te ves nada bien.
 
La rubia frunció el ceño y le respondió —No soy la única.
 
Riéndose Shizuha le contestó —No creí que se notara tanto —Nana se reprendió mentalmente por su comentario, pero se relajó al oírla reír.
 
—¿Con quién viniste, Shizuha-chan? —Estaba empujando la silla, pero no sabía a dónde se dirigían.
 
—Vine sola, fue un infierno llegar hasta aquí en transporte público, en realidad, nadie sabe que estoy acá.
 
Nana al ver su sonrisa amable solo pudo pensar que tenía que ayudarla, por lo que se ofreció —Si quieres te llevo a casa. El carro está parqueado aquí cerca.
 
Negándose suavemente con su cabeza insistió —No hay necesidad, tranquila, no quiero causar inconvenientes.
 
La rubia sabía cómo se debía estar sintiendo cada vez que alguien le ofrecía ayuda, por lo que le dijo —Voy a ir a dejarte en casa, tranquila, no me causas problemas, después de todo, me acabas de salvar de ir a prisión.
 
Viendo cómo se acercaban a un auto azul le preguntó —¿Así que eras tú quién estaba causando el alboroto?
 
Trató de defenderse —No es mi culpa que tengan a alguien tan inepto en la recepción.
 
Nana la ayudó a subirse al asiento del copiloto y guardó la silla en el maletero del carro, Shizuha se colocó el cinturón y en unos minutos ya estaban emprendiendo marcha.
La peli-azul le dijo —No, no es tu culpa, incluso las enfermas se quejan de ella. La primera vez que Tsukasa vino a visitarme al hospital casi no la dejan entrar, supongo que habrá dado un incentivo.
 
Levantando las cejas curiosas la rubia le preguntó —Ya que estuviste en el hospital antes que yo ¿Viste a Junna-chan? ¿Cómo estaba?
 
Shizuha negó con su cabeza y le respondió sacando su teléfono —En realidad no la vi, pero me hice amiga de algunas de mis enfermeras, si quieres les pregunto y cuando tengan información te la doy.
 
Asintió más tranquila y le regaló una sonrisa agradecida —Muchísimas gracias, Shizuha-chan.
 
La aludida frunció el ceño y le dijo con una sonrisa —Nada de gracias, dime que es lo que pasó para que estés así amenazando gente en hospitales.
 
Nana soltó un suspiro y empezó a contarle lo sucedido esa semana, la peli-azul asentía y ocasionalmente le preguntaba cada vez que no terminaba de entender algo. El resto del camino fue así, con una conversación en la que Shizuha también participó una vez Nana terminó su relató y le contó cómo fue que ella quedó en aquella silla y lo sucedido después.
 
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Sucedieron dos días a la operación. Junna tenía los ojos cerrados bajo sus gafas negras. Le operaron un solo ojo porque el plan era operar ambos para mejorarle la visión. Pero ya que algo salió mal había terminado teniendo la vista incluso aún más borrosa que antes, a tal nivel que no distinguía formas, le dijeron que era temporal y era preferible que mantuviera ambos ojos cerrados durante su recuperación para no distorsionar al que aún veía. Aunque ese ojo también veía muy mal.
 
Mahiru se comprometió a cuidarla durante ese tiempo, y ella solo podía pensar en lo mucho que odiaba estar en esa situación, no quería ser una molestia para nadie, pero había terminado siendo una. Volvería a casa de sus padres de no ser porque no estaba lista para que la sorprendieran con su reacción. Aunque sabía que eventualmente sucedería.
 
También sabía que tendría que hablar con Nana sobre el departamento y cancelar cualquier deuda que tuvieran juntas. Pero no estaba completamente lista para ello.
 
Aún no había fecha para la recuperación de su vista, pero dudaba completamente en volver a someterse a la otra operación. Por más que sintiera que en parte era su culpa por no ir calmada y descansada al hospital, no eliminaba que había resultado mal.
 
Trató de tomárselo con humor, porque pensaba que, si lo tomaba todo muy en serio, estaría deprimida.
 
Suzu parecía entenderlo muy bien, y al verla sentada en el sofá con un libro en manos le preguntó en broma —¿Leyendo?
 
En realidad, si estaba intentándolo, Mahiru había logrado conseguir un libro en braille, pero ella no sabía leer braille, solo recordaba haberlo practicado alguna vez, aunque fue hace años y solo entendía algunas cosas. A causa del comentario de Suzu no pudo evitar reír y le dijo —Hacía mucho que no te veía.
 
Mahiru estaba en la cocina empezando a hacer la cena, pero al escucharlas frunció el ceño y les dijo —Cállense, no es gracioso.
 
Riéndose Suzu le dijo a Junna —Parece que Mahiru no puede ver la gracia.
 
Ella se empezó a reír y le respondió —Mejor paremos o vamos a ver como se enoja.
 
La peli-azul frunció el ceño aún más, no era sólo que estaban haciendo chistes sobre algo que no deberían, eran chistes terribles.
 
Suzu vio a Junna seguir intentando con el libro y le dijo —Si quieres te puedo ayudar a entenderlo. Alguna vez tomé un curso de braille porque me daba tanta pereza leer los guiones que pensé que si los leía con los ojos cerrados sería más fácil.
 
Un suspiro largo se escuchó salir de Mahiru como si estuviera rindiéndose ante la estupidez de Suzu. Junna le dijo —Es muy digno de ti. Pero creo que tu plan no contemplaba que era más fácil dormirte con los ojos cerrados.
 
Ella asintió en respuesta —Hisame-chan me dijo que me falta sentido común.
 
Mahiru al escucharla les gritó tratando de que su voz se sobrepusiera a la de Suzu—Ya terminé la cena ¿Quieren comer ya?
 
Junna frunció el ceño al escuchar el nombre de Hisame y borró su sonrisa. Justo cuando sentía que ya estaba continuando, volvían a resurgir sus recuerdos sobre Nana.
 
La peli-azul reprendió a Suzu una vez estuvo junto a ella —¿Eres tonta? ¿Cómo vas a mencionarle a Honami-san?
 
Suzu no sabía lo que había hecho hasta ese momento, por lo que la miró sorprendida y le dijo —Soy una idiota, lo siento, no lo volveré a hacer.
 
Junna escuchó que estaban susurrando sobre eso y les dijo —No importa, tendré que hacerme a la idea algún día.
 
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Ya era de noche, Karen estaba acostándose en la cama junto a Hikari. Nana estaba en el sofá de la sala, Anne quién antes solía dormir en su habitación con ellas ahora se dormía con la rubia.
 
Karen había tenido dudas desde hacía muchos días sobre eso, pero no se había atrevido a preguntar porque no quería parecer mala amiga.
Pero estaba tan harta de discutir con ella que se decidió a preguntarle a Hikari sobre ello.
La pelinegra se acostó junto a ella y la abrazó contra su pecho, entonces Karen soltó —¿Porque está Nana-chan aquí?
 
Suspirando y alejándose un poco de ella la miró a los ojos y le dijo en respuesta —Es tu amiga y está pasando un mal momento, no puedes dejarla a su merced.
 
—Puede volver a su departamento —La verdad es que seguía irritada porque entendía lo que debía estar sintiendo Junna.
 
—¿Esto es por Hoshimi-san? —Toda la expresión de Karen gritaba que si era así.
 
—Puede ser — Le quitó la mirada, lo que le hizo a Hikari saber que le estaba tratando de mentir.
 
—Mira, Karen —Hikari se acomodó en la cama sentándose, cosa que la castaña imitó, entonces continuó —Ellas son nuestras amigas, es cierto. Pero eso no significa que tengamos que tomar sus asuntos como nuestros. Hoshimi-san va a seguir siendo tu amiga a pesar de esto y lo mismo para Daiba-san. No es decisión nuestra como vayan a resolver sus problemas. Además, tampoco sabemos todos los lados de la historia.
 
Karen la miraba un poco asombrada, acababa de hablar más de lo que solía decir en todo un día, aunque tal vez exageraba mucho, entonces le dijo —Wou, estoy sorprendida. Dijiste más de lo que esperaba.
 
La pelinegra frunció el ceño y le dijo —A veces necesito decir más que una oración para que entiendas algo.
 
—¡Hikari-chan! No seas cruel, sonó como si me dijeras tonta —había entendido lo que Hikari le quiso decir, era técnicamente lo mismo que Mahiru le había dicho anteriormente, pero le costaba más de lo que quisiera, así que decidió bromear con ella.
 
Sonriéndole le respondió —Quién sabe, tal vez es lo que hice.
 
La castaña frunció el ceño y se le lanzó encima tratando de besarla, pero la pelinegra colocaba resistencia. Estuvieron un rato más jugando hasta que decidieron dormir.
 
Nana por su parte estaba en la sala tratando de dormir, no sabía en qué momento Anne se había logrado subir al sofá donde ella estaba y se le había echado en el abdomen, pero tampoco se atrevía a moverla, después de todo era un perro bastante grande. Sería una noche larga.
 
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Ahora estaba cansada, triste, agobiada y molesta mientras se dirigía al teatro aquella mañana fría. Tenía más de dos semanas sin ver a Junna. Ella aún quería resolver ese problema, no podía continuar así, estaba ya casi al extremo. Empezó a llover repentinamente y el tráfico se acrecentó. Casi que no se movía. Frustrada colocó su rostro contra el timón y soltó un suspiro pesado.
 
Sentía deseos de llorar por la frustración, pero se decía a si misma que no podía ceder, miró las gafas en el asiento del copiloto y pensó que debía ser que se habían caído del tablero del carro. Inevitablemente recordó todo desde el primer momento, no entendía como un error tan pequeño se había acrecentado de esa manera.
 
Al volver a mirar al frente se dio cuenta que la fila no había avanzado nada, así que supuso que debía haber un accidente adelante.
 
Su teléfono sonó con notificaciones y para distraerse puso música en el estéreo. Sacándolo de su abrigo leyó un mensaje de Maya.
 
En mensajería:
 
Maya: Cuando tengas tiempo contáctame, tengo una mala noticia que darte.
 
Al revisar los otros mensajes se dio cuenta que Claudine también le había escrito.
 
Claudine: Nana, cuando estés libre llámame, es algo que posiblemente no quieras que te diga, pero tendré que hacerlo.
 
Un mensaje de Hikari le llegó justo en ese momento y leyéndolo dedujo que realmente estaba pasando algo malo.
 
Hikari: Daiba-san, me enteré de información importante, pero creo que después de que sepas esto vas a hacer lo que debiste hacer desde hace mucho.
Hikari: Si deseas nos podemos reunir a la hora del almuerzo para que te diga la noticia.
 
No sabía que responderle a ninguna, así que no lo hizo. Pero también percató que tenía diez llamadas de parte de Kaoruko y no lo sabía porque tenía las notificaciones silenciadas. Frunció el ceño y volvió a dejar caer su rostro contra el volante, más noticias malas.
 
Cuando estaba por responder al mensaje de Hikari, alguien tocó la ventana del asiento del copiloto. La lluvia era fuerte, por lo que no pudo ver quién era, así que quitó el seguro y abrió la puerta, la otra persona rápidamente cerró su paraguas y se metió al carro.
 
Cuando Nana pudo distinguir a Suzu en su carro, y ella guardaba el paraguas pequeño dentro de su bolsa, la rubia cerró las puertas, y dando una vuelta con el auto se metió al carril contrario, yendo lejos del camino a su trabajo.
 
Suzu no se percató de ello hasta que la volteó a mirar y notó que estaban yendo en dirección contraria. Sorprendida le preguntó —¿Qué estás haciendo? ¿A dónde nos llevas?
 
—¿A dónde quieres ir? — Llevaba el ceño fruncido, por lo que su acompañante dudaba en responderle, Nana añadió —¿Al Yomi o al Nirvana?
 
Colocándose el cinturón rápidamente le gritó alarmada —¡No me interesa ni el cielo ni el infierno! — Nerviosa trató de convencerle —hablemos ¿Sí? Podemos hablar aún.
 
Asintiendo mientras tomaba la calle que llevaba a Yokohama le respondió —Lo que más te conviene ahora mismo es hablar. Así que, no pierdas el tiempo.
 
Sabiendo que probablemente se refería a Junna le dijo —Yo en realidad venía a contarte sobre eso, parece que la operación resultó mal y ahora es ciega de ambos ojos —estaba muy nerviosa, así que comenzó a decir lo primero que creía que era lo correcto, entonces añadió —pero es temporal. Aunque aun así ella se siente muy mal y pensé que debía decirte eso, aunque no estés con ella, porque le fuiste infiel —estaba hablando de más, divagando sin parar.
 
Enojada la rubia le gritó —¡YO NO LE HE SIDO INFIEL!
 
Nana mentalmente analizaba la situación, Junna estaba ciega y ella estaba fuera de su vida, no podía abandonarla en una situación como esa, tenía que hablar con ella a como diera lugar, necesitaba estar con ella en ese momento y acompañarla, cuidarla, sabía que Junna necesitaba su apoyo emocional y ella a Junna. Haría lo que fuera para poder al menos hablar con ella.
 
Suzu frunció el ceño poniéndose seria repentinamente y le dijo —Me puedes matar, pero no le mientas así, si realmente lo hiciste.
 
Iracunda sacó una cajita de su bolsillo y se la tiró en la cara a Suzu, golpeándole la mejilla.
 
—¡Auch! —Una vez se percató de lo que la había golpeado la tomó y al abrirla vio el anillo. Impactada le preguntó —¿Estabas planeando pedirle matrimonio?
 
La volteó a mirar un segundo antes de volver sus ojos a la calle, y respondió molesta —¡SÍ!, ¡Me reunía con Hisame-chan solo para planear como pedirle matrimonio, estaba tan nerviosa que me empecé a comportar como una idiota sin saberlo! ¡Jamás le sería infiel a Junna-chan!
 
Aún con el ceño fruncido Suzu le preguntó —¿Y por qué le dijiste esas cosas?
 
Soltando un suspiro tratando de calmarse le respondió —No sabía de qué estaba hablando, no lo supe hasta dos días después, así que le respondí con la verdad, no sabía que ella hablaba de infidelidad, creí que hablaba de salir con alguien más como amigos.
 
Riéndose Suzu le dijo —Así que todo fue un mal entendido, eres una idiota.
 
—No hagas que este carro caiga accidentalmente en el mar ¿Dónde está Junna-chan? —Nana sonaba tan seria que Suzu no pudo hacer más que tomarla en serio.
 
Rascándose la nuca nerviosa le respondió —No puedo decirte eso, Mahiru me prohibió decírtelo y no quiero traicionar su confianza.
 
Aún más molesta le gritó — Ordena tus prioridades ¡Te juro que voy a tirar el carro al mar contigo adentro!
 
Asustada le gritó —¡No vayamos a extremos! Está en el departamento con Mahiru, es todo lo que puedo decirte.
 
Volviendo a dar la vuelta tomó la vía que regresaba a Tokio. A las diez de la mañana estacionó el carro frente al departamento de Mahiru. Suzu el resto del camino le estuvo haciendo preguntas sobre todo lo que había pasado esos días y ella le fue contando.
 
Una vez llegaron le arrebató el anillo a Suzu de las manos y bajó sola.
La de cabellos grisáceos verdosos, se bajó también del auto agradeciendo estar viva aún, sentía que la acababan de secuestrar, ni siquiera pudo ir a su trabajo esa mañana.
 
La rubia corrió dentro del edificio decidida a enfrentarse a Mahiru o a quién fuera, pero una vez estuvo frente a la puerta del departamento empezó a preguntarse por lo que le diría, nada le daba certeza de que Junna la querría escuchar.
 
Suzu que venía corriendo detrás se detuvo junto a ella y le dijo —Te voy a ayudar, pero me vas a deber una grande.
 
Asintiendo la rubia le preguntó —¿Qué vas a hacer?
 
—Solo tengo que sacar a Mahiru del departamento — Le dio una sonrisa confiada antes de sacar sus llaves de su bolsillo y empezar a abrir la puerta.
 
Nana sin saber que hacer la siguió dentro, al no tener conocimiento de que la cocina y la sala estaban en una misma habitación no supo qué hacer cuando escuchó a Junna preguntar desde el sofá —¿Quién está ahí?
 
Suzu reaccionó rápidamente metiendo a Nana al pequeño armario de zapatos que yacía junto a la puerta y le respondió a Junna —Ah, disculpa Junna-chan, solo era yo.
 
Al casi perder la visibilidad sentía que el resto de sus sentidos estaban más activos, por lo que juraba haber escuchado dos pares de zapatos, pero decidió no decir nada.
 
Mahiru salió de la habitación rápidamente y le dijo a Suzu sorprendida de verla junto a la puerta —¿Por qué estás aquí? ¿No irías a tus ensayos esta mañana?
 
Nana que estaba dentro del pequeño armario sentía que se estaba asfixiando, pero tal vez era por el pequeño espacio y porque estaba agitada de escuchar la voz de Junna, el nerviosismo la consumía.
 
Suzu empezó a improvisar tratando de pensar lo más rápido posible —Sí, pero, decidí que era mejor día para salir a pasear contigo ¿No querías ir a ver los cerezos en flor?
 
Mirándola con duda la peli-azul le respondió —Hum, sí, pero... No estamos en temporada. Y está lloviendo.
 
Tomando aire le dijo nerviosa —Sí, pero... Sé de un lugar en el parque donde hay uno que tiene flores ya. Cuando lo vi pensé en ti, así que si no te molesta podríamos ir ahí. Tengo un paraguas.
 
—Podríamos ir después, cuando haya dejado de llover, así no molestamos mucho a Junna-chan —Mahiru estaba cada vez más intrigada con el comportamiento de la chica de pelo grisáceo verdoso. No pensaba abandonar a Junna a su merced.
 
Junna reaccionó al oírla y le dijo —No te preocupes por mí, estaré bien aquí. Si quieren salir, adelante, aún puedo ver un poco de un ojo, así que sabré estar bien —realmente no quería volverse una molestia para ellas.
 
Suzu tomó el rostro sorprendido de Mahiru como un sí y pegándose a la puerta del pequeño armario de zapatos donde estaba metida Nana introdujo la mano, la rubia le pasó los zapatos de Mahiru rápidamente. Suzu volvió a cerrar la puerta y colocándolos junto a ella en la puerta le dijo a Mahiru —¡Vámonos! ¡Hay un cerezo en flor por visitar! —Salió del departamento una vez vio a Mahiru acercarse a ella.
 
La peli-azul caminó a la puerta, se colocó sus zapatos y aún sin entender bien que pasaba le dijo a Junna —Disculpa, Junna-chan, volveremos pronto. A veces a Suzu-chan se le antoja hacer este tipo de cosas extrañas a cualquier hora.
 
La chica de los lentes negros asintió con una sonrisa y le dijo —No te preocupes. Ella realmente parece ser ese tipo de personas esporádicas. Vayan tranquilas, estaré bien.
 
Mahiru salió volviendo a encontrarse con Suzu quién yacía afuera esperándola y cerrando la puerta emprendieron marcha.
 
Nana escuchó la puerta cerrarse y la tomó como su señal, saliendo del pequeño cuarto de zapatos se detuvo a mirar a Junna. Estaba tan hermosa como la recordaba, solo que esta vez parecía desorientada moviendo la cabeza de un lado a otro y con esos lentes negros.
 
Aún en silencio trató de acercarse a ella, agradecía mentalmente haberse quitado los zapatos antes, para no hacer mucho ruido, pero la voz de Junna la detuvo —¿Qué haces aquí? —Solo había avanzado un par de pasos, no entendía como la había reconocido.
 
Aún en silencio continuó acercándose, Junna al fin sintió su perfume y frunciendo el ceño se relajó un poco al saber que no era un ladrón, pero que si era a quién esperaba apenas escuchó a Suzu entrar —¿Qué quieres, Nana?
 
La rubia cada vez estaba más cerca, solo podía mirarla con una sonrisa, aunque le dolía que estuviera en esa situación, no podía contra la felicidad que le causaba poder verla otra vez —Quiero hablar contigo, es todo lo que quiero.
 
Junna negó con su cabeza molesta y le respondió —Yo no quiero hablar contigo. Vete, por favor —estaba intentando a toda costa comportarse como la persona madura que pensaba que era, porque sus emociones apuntaban a echar a Nana a patadas de ahí.
 
Parándose frente a ella le dijo —Junna-chan, escúchame, he venido a aclarte las cosas.
 
Frunciendo el ceño, molesta, siguiendo el sonido de su voz le dijo —Te he dicho que te vayas.
 
Frustrada Nana respiró hondo, sabía que Junna tenía razones para estar molesta, luego de ello le dijo —Estás equivocada. Es todo un mal entendido.
 
Levantándose del sofá abrió los ojos bajo sus lentes buscándola, solo pudo ver la mancha verde que supuso era ella, porque desde su otro ojo solo era capaz de distinguir formas, irritada recordando todo lo que había sufrido en su nombre aquella semana le gritó —¡No me importa la mentira que hayas venido a decirme! ¡No estoy dispuesta a escucharte!
 
Nana se acercó, una vez Junna volvió a sentarse, y se arrodilló junto a ella, tomando sus manos le dijo —Te ruego que me escuches, entendería si no quisieras volver a tenerme cerca después, pero dame la oportunidad de hablar —No le importaba nada en ese momento, no le importaba su orgullo, o su dignidad, ella solo quería que Junna la escuchase.
 
Frunciendo el ceño sintió su tono, era ese tono de voz que ponía cuando estaba desesperada, la conocía bien, sabía tanto de Nana como nadie nunca sabría.
 
Junna había crecido en un ambiente familiar donde gritar era tan común que se había acostumbrado a ello, pero cuando conoció a Nana, se dijo a si misma que no quería continuar así. Para cuando se mudaron juntas hizo la promesa de no llevar aquel ambiente disfuncional consigo, así que ellas resolvían los problemas hablando, esa noche explotó, pero ahora estaba mentalmente preparada para esa conversación, estuvo días pensando en cómo sería ese momento, estaba preparada para lo que Nana tuviera que decir. Soltando un suspiro le dijo —Te escucho.
 
La rubia tragó pesado y le dijo temblando de los nervios, necesitaba que le creyera —Junna, nada de lo que estuviste pensando todos estos días es cierto, yo no te sería infiel, jamás, te lo puedo jurar por mi vida.
 
Ella sintió sus manos sudar y temblar entre las suyas y se dijo que o estaba en presencia de la mejor interpretación de la historia o ella estaba hablando con la verdad, aun así le preguntó —¿Por qué razón me dijiste eso? ¿Crees que soy tonta? ¿Cómo quieres que no piense ahora que estás diciéndome esto para que te crea?
 
Nerviosa y comenzando a sentir que su pulso aumentaba de lo preocupada que estaba le dijo —No es lo que piensas, yo te dije eso porque no estaba entendiendo lo que decías. Te lo juro, es un mal entendido.
 
Enojándose le preguntó con un tono molesto –¿Crees que soy idiota? Te hice una pregunta sencilla, me respondiste sin dudar y con tal descaro que me hierve la sangre de recordarlo ¿Qué es lo que significó para ti, Nana? ¿Yo soy tu novia y ella tu amante?
 
Nana negó con su cabeza rápidamente y le respondió —No, no, no, no, no, te juro que no. Yo no tengo nada con Hisame-chan. Incluso ella está interesada en alguien más, y yo solo en ti. Junna, te amo, por favor ¿Realmente me crees capaz de hacerte eso? ¿Cuándo te di razones para dudar de mi antes?
 
La chica de lentes se detuvo a pensarlo unos segundos, Nana jamás en todo lo que llevaba con ella había mostrado interés en ninguna otra persona aparte de ella, tampoco le daba ninguna señal negativa hasta ese momento y en su voz ella reconocía la honestidad, lo que le hizo preguntarse si durante todos sus años de relación le estuvo ocultando algo así o simplemente estaba diciéndole la verdad. Volteando su rostro hacia donde veía el movimiento de la lluvia le respondió —Quiero creerte, pero no es sencillo. No sabes todas las dudas que tengo en mi mente.
 
Tomando sus manos con más fuerza le contestó nerviosa —Pregúntame lo que sea, te contestaré con la verdad.
 
Ella asintió con el ceño fruncido, continuaba enojada por la situación y le dijo —¿Por qué me dijiste que estabas con Honami-san y todo eso de que disfrutaban tiempo juntas si no era verdad?
 
Su tono denotaba tanta rabia que la rubia sentía que si respondía algo que no le gustaba reaccionaría mal. Pero ella había prometido sinceridad, por lo que le respondió —No te mentí, estuve saliendo como amiga con Hisame-chan, y disfrutamos el tiempo, pero porque somos amigas, creí que te referías a eso con lo de salir con alguien, no pensé que hablaras de engañarte, jamás haría eso.
 
Cruzándose de brazos la peli-morada apartó su mano de la de Nana y le preguntó con clara duda —¿Por qué si me dijiste que volverías esa noche no lo hiciste? ¿Dónde estuviste?
 
Nana dejó caer su cabeza contra las piernas de Junna sintiéndose idiota, sabía que debía haber vuelto esa noche, con un suspiro se resignó a la idea de que era una idiota y le respondió —Pensé que necesitabas espacio. Además de que Hikari-chan me aconsejó no regresar. Incluso me he estado quedando con ella y Karen estos días. Debí haber vuelto, perdóname — estaba empezando a enojarse consigo, su mente estaba tan ocupada trabajando a máxima velocidad a base de su desesperación que confundía parte de los hechos. 
 
Junna frunció el ceño aún llena de dudas, quería creerle, pero no era fácil decidir a arriesgarse o no. No sabía que pensar, estaba muy confundida, y le parecía muy inquietante que todo lo que estuvo llorando esas noches e incluso con Mahiru habían sido por nada. Después de un par de segundos en silencio perdida en sus pensamientos le dijo —Realmente no puedo creerte, no es fácil solo ignorar esa confesión y creer que fue un error, no puedo saber si solo lo dices para que te crea ahora.
 
Dejando caer su rostro sobre las piernas de Junna, la rubia comenzó a llorar, estaba frustrada, enojada, irritada, había estado soportando eso tantos días y ahora que estaba frente a ella simplemente no podía hacer que le creyera nada.
 
Junna sintió sus lágrimas sobre su vestido. No pudo evitar sentir su tristeza, conocía tan bien a Nana que sabía cuándo ya no podía más, por la forma en que lloraba en silencio le dejaba claro que estaba evitando permitirse ser débil.
 
La rubia estaba por levantarse del piso donde estaba sentada frente a Junna con la idea de irse de ahí y dejarla sola, hasta que sintió las manos de Junna caer sobre su rostro. Entonces lloró más por su tacto, la había extrañado.
 
La peli-morada estaba conmovida, no esperaba que eso sucediera. Nana era tan grande y se veía tan fuerte, pero siempre era tan fácil hacerla llorar. Reconociendo su debilidad le preguntó con voz más tranquila —¿Por qué estás llorando?
 
Nana se acarició contra sus manos mientras sentía sus lágrimas caer, entonces le respondió —Porque fui una idiota contigo— estaba balbuceando entre llanto —yo no quería lastimarte —dejando caer su rostro sobre sus piernas añadió —no sabía que estabas dudando de mí, perdóname.
 
Tenía tanto tiempo con ella que podía detectar cuando estaba hablando con completa sinceridad. Tranquilizándose ante su tacto mientras limpiaba sus lágrimas insistió —¿Y por qué me dijiste eso? ¿Por qué salías tanto con ella? ¿Cómo quieres que te crea? — Aún aguardaba duda en sí, tenía tantos días creyendo en ello, tantos días separadas, le parecía imposible que tantas lágrimas hubieran sido por gusto.
 
Besando sus manos Nana le respondió aún con la voz rota—Admito que me estuve comportando como una idiota, pero te juro que no es por lo que estabas pensando...
 
Entendiendo lo que Maya le había dicho con anterioridad sintió que ese era el momento indicado, era el lugar indicado y aún sin saber cuáles eran las palabras indicadas sacó la cajita del bolsillo de su abrigo una vez más y se dijo a sí misma que tenía que hacerlo.
 
Junna le preguntó —¿Entonces porque era? —sus dedos empezaron a trazar el rostro de Nana, había abierto los ojos bajo los lentes, pero era incapaz de ver nada, solo formas de uno y la silueta de Nana desde el otro. Así que empezó a trazar su rostro con dulzura, tratando de crear una imagen mental de las expresiones de la rubia en ese momento. Tenía mucho tiempo que no la veía y parecía que continuaría aún más.
 
Su mente estaba divagando sobre toda esa conversación, ¿Y si era ella quién estaba equivocada? Enfrente suyo tenía a una Nana con los ojos llenos de lágrimas implorándole que le creyera, implorándole perdón, ¿Y si estaba diciendo la verdad? , ¿Y si ella estaba equivocada?, Pero ¿Cuántas posibilidades había de eso? ¿Qué tan probable era?
 
La rubia sintió el cariño en la yema de sus dedos y cerró los ojos un segundo dejándose acariciar, sus lágrimas pararon de brotar, pero aún tenía los ojos cristalizados y la voz rota, estaba tan feliz que podría volver a llorar, pero no lo haría, aún tenía una pregunta que hacer, así que abriendo los ojos le dijo —Junna, eres la única persona que quiero conmigo para toda la vida, estuve reuniéndome con Hisame-chan todo este tiempo, porque no sabía cómo preguntarte esto. Pero tengo que hacerlo.
 
Ella tenía el rostro en su dirección, aunque no pudiera verla. Volviendo a cerrar los ojos le preguntó con duda —¿Preguntarme qué? —Sus manos reposaban entre las de Nana que las tomó de su rostro para besarlas y apretarlas entre las suyas.
 
La rubia estaba nerviosa, si creía que antes en su vida había estado nerviosa, todo eso quedaba reducido a nada comparado con este momento, tomó aire un par de veces y recordando el consejo de Hikari se dispuso a hablar.
 
—Hoshimi Junna, tu eres y siempre serás la persona más importante de mi vida, te juro que voy a cuidar de ti, voy a acompañarte en todo, apoyarte, voy a estar contigo para siempre si así me lo permites. Trataré de no cometer más errores que puedan afectar nuestra relación, porque realmente quiero estar contigo para siempre, creo fervientemente que eres el amor de mi vida y solo tengo una vida y esa vida quiero pasarla contigo —sentía que había comenzado a divagar, así que le dijo después que una pequeña pausa —¿Quieres concederme el honor de ser mi esposa?
 
Nana estaba completamente avergonzada, no sabía ni que había dicho entre todo eso, pero esperaba haber hecho llegar sus sentimientos.
 
La peli-morada se detuvo unos segundos en silencio a pensar, la tensión consumía a Nana, pero ella no podía parar de pensar en ese fragmento del principito “Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”, y se preguntó cuánto tiempo estuvo ciega juzgando a Nana.
No la había juzgado con el corazón, era la persona más importante en su vida, era la persona que más la había apoyado en toda su vida, quién siempre la había cuidado y estado con ella, como era que a la primera oportunidad simplemente la había creído capaz de hacerle algo así.
 
Después de todo, ella era Daiba Nana, la persona más amable y más bondadosa que conocía, quién siempre que hacía algo moralmente inaceptable era porque no quería lastimar a otros o por ayudar a alguien. Era naturalmente tonta, a veces torpe, alguien que le temía a estar sola, no iba a arriesgar su compañía a la primera oportunidad. Había sido una idiota, no sabía cómo había estado tan cegada hasta ese momento, pero extrañamente ahora que no podía verla, sentía que pensaba más claramente. Tanta preocupación, tantas lágrimas y tanto llanto porque no había sabido notar que esa era Nana, al fin y al cabo.
 
Junna se empezó a reír mientras de sus ojos escapaban lágrimas que corrían por sus mejillas, y llevando una de sus manos a su rostro intentó limpiarlas, pero Nana acercó la suya antes y comenzó a limpiarlas con dulzura, aún estaba nerviosa, pero ver a Junna llorar y poder hacer algo era todo lo que había querido tener la oportunidad de hacer esos días que sabía que posiblemente lo había pasado mal. En un susurro dejó escapar con una sonrisa divertida —Después de todo, eres tú, Nana.
 
Al imaginar la expresión confundida que debía tener entre risas le respondió con un asentimiento —Sí, claro que quiero —Nana tomó la cajita del suelo donde la había colocado junto a ella y sacando el anillo lo colocó en el dedo anular derecho de Junna.
Al momento en que Hikari le dijo que lo hiciera al estilo inglés decidió investigar todo sobre ello, al menos en ese ahora le había funcionado y había sabido en que dedo iba.
 
Cuando terminó de ponerle el anillo se apoyó en el sofá acercándose al rostro de ella, dándole un beso lleno de amor. Junna sintió todo lo que la había extrañado y no pudo evitar soltar un par de lágrimas más de felicidad, la amaba, y también quería estar con ella para siempre. Nana pudo percibir la felicidad de Junna y no hubo forma de que no se sintiera tan feliz como ella.
 
Al romper el beso la más baja aún no se lo podía creer y continuó riéndose un poco más emocionada, hasta que le preguntó —¿Por esto estuviste reuniéndote tanto con Honami-san?
 
Riéndose avergonzada le contestó —No sabía cómo hacer para pedírtelo, entonces ella me estaba ayudando a encontrar el lugar indicado y valor para hacerlo. También por eso me estuve comportando como una idiota, pero es que tenía la cabeza demasiado preocupada por tu respuesta, también por eso no entendí lo que me preguntaste esa noche, pensé que te referías a salir en general, no pude darme cuenta de que hablabas hasta dos días después.
 
Junna estiró sus brazos y Nana entendió que le pedía un abrazo, pero ella en cambio la tomó de los brazos, la hizo levantarse y se sentó en el sofá, para jalarla y hacerla sentarse sobre sus piernas, todo pasó tan rápido que Junna no pudo reaccionar. Ahora abrazándola por la espalda añadió —Perdóname por haber sido tan descuidada, pero te prometo que no te dejaré ir nunca más.
 
Sintiendo remordimiento y culpabilidad la chica de lentes se disculpó mientras le decía con voz rota —Discúlpame, Nana. No sé porque estaba dudando de ti, no sé cómo te creí capaz de ello. Debí confiar más en ti.
 
La rubia la abrazó más recostando su cabeza contra su espalda, le contestó en un susurro—La verdad si fue mi culpa, estaba tan asustada de recibir un no que me volví una idiota.
 
Junna asintió entendiendo a lo que se refería, también sabía que por más que insistiera, Nana no iba a ceder con la culpabilidad, así era ella, muy dura consigo misma en ocasiones. Entonces le cuestionó al tocar el anillo en su dedo —¿El matrimonio no es ilegal aquí?
 
Soltó una risa y le contestó haciéndole círculos en la espalda —Encontré una manera, pero tendrás que firmar, si quieres te leo de que va el papel.
 
—No, no, ni creas que te voy a ceder mi vida sin saber a qué tendré que someterme — aunque estaba bromeando, también hablaba en serio, no pensaba firmar un papel que no había leído, además de que podría ser tomado como ilegítimo porque ella no estaba capacitada para firmar en ese momento.
 
Asintió con una sonrisa mientras acariciaba su cabello —No te preocupes, por ti esperaría la vida entera— Junna se sonrojó, a lo que Nana añadió sacando su teléfono de su bolsillo —Por ahora, haremos caos — y colocando el celular frente a ambas tomó una foto en la que aparecían ella abrazado a Junna y está última mostrando el anillo. Riéndose la mandó al grupo que tenía con el resto de las chicas.
 
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En mensajería:
 
Nana ya había enviado la foto, debajo de la misma añadió:
Nana: Adivinen
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Kaoruko quién fue la primera en leer el chat, estaba en el teatro, tenían un receso de una hora para el almuerzo, antes de continuar con los ensayos, por lo que decidió revisar sus mensajes. Se llevó sus manos a su boca sorprendida y riéndose le respondió.
 
Kaoruko: Ara ara, así que era eso, felicitaciones a mi infiel favorita.
Futaba y Kaoruko habían hablado con anterioridad sobre el asunto, por lo que estaban informadas de ambas partes de la historia, por eso Futaba decidió no tomarlo tan personal. Al ver la foto y el mensaje de la peli-azul envió.
 
Futaba: ¡Kaoruko, deja de decir cosas estúpidas! Felicitaciones a ti y a Junna, Nana.
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Claudine quién estaba almorzando junto a Maya en un restaurante revisó sus chats y vio la foto, por lo que le dijo a la castaña mostrándosela—C’est une bonne nouvelle! (Esto es una buena noticia) ¡Así que era esto lo que me estabas ocultando! No puedo creer que todos repentinamente se quieran casar — sentía cierta envidia, pero también culpabilidad, sabía que quién había dicho que no era ella.
 
Frunciendo el ceño su interlocutora le contestó —No seas tan cruel, suele ser así en nuestra cultura —bebiendo su café le dijo con aire de superioridad —pero solo lo entenderás cuando seas mi esposa.
 
Cruzándose de brazos le dijo irritada —A este paso solo harás que me case con mi amante para no darte el gusto —siempre intentaba jugar con sus celos para molestarla, estaba segura de que la castaña la entendía.
 
La confianza de Maya era tan grande que conociendo lo que ella intentaba refutó —Yo soy tu amante, así que estoy dispuesta, pero no es la forma de pedirlo.
 
Soltando un bufido, molesta en broma la francesa decidió responder los mensajes del grupo, ignorándola. No tenía ganas de continuar con eso, le frustraba que Maya siempre supiera que responder.
 
Claudine: Félicitations(Felicitaciones), Nana, felicita a Junna por mí.
 
Maya sacó su teléfono de su abrigo que yacía en su regazo y envió.
 
Maya: Sabía que lo lograrías, Daiba-san. Felicidades.
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Hikari por su parte aquel día no había tenido que ir al teatro, así que una vez paró de llover fue al parque con Karen, y Anne. Estas dos últimas estaban jugando a corretearse, mientras ella las miraba sentada desde una banca. Al sacar su celular y leer el mensaje sonrió para si misma y pensando que eso debían celebrarlo les escribió.
 
Hikari: Veo que mi idea funcionó ¡Yo pagaré la fiesta!
 
Claudine asintió contenta al leer su mensaje pensando lo mismo y volvió a escribir.
 
Claudine: Entonces yo pagaré la boda, no podemos dejar que esto pase desapercibido, ¡Será tan grande como las que hay en mi país!
 
Karen regresó a la banca agotada, pero al ver a Hikari sonreír no pudo evitar sentirse intrigada y le preguntó —¿Qué está pasando?
 
La pelinegra le mostró la foto y le dijo —Parece que Daiba-san y Hoshimi-san resolvieron sus diferencias.
 
Karen frunció el ceño y le dijo —No puedo creer que Jun-Jun cediera tan fácilmente ¿Le presentan un anillo y dice que sí, así como si nada?
 
Hikari negó suavemente —En realidad no creo que haya sido así. No te lo dije antes porque no lo creí oportuno, pero la verdad es que Daiba-san nos confesó que había estado viéndose con Honami-san para planear como pedírselo a Hoshimi-san, incluso nos mostró ese mismo anillo a Tendo-san y a mí.
 
La castaña la miró sorprendida hasta que terminó de hablar y le preguntó —¿Estás hablando en serio? ¿Era todo un mal entendido? ¿Estás segura de que les dijo la verdad?
 
Con un suspiro la respondió —Estás dándole muchas vueltas, si no le hubiera creído, ni siquiera la habría dejado entrar a nuestro departamento. Al menos resultó bien su propuesta de matrimonio y no como la de Tendo-san.
 
Mirándola aún más impactada le dijo —¡¿Tendo-san hizo una propuesta a Kuro-chan y fue rechazada?!
 
Hikari asintió mientras le pasaba tu teléfono a Karen —Parece que habrá boda.
 
La castaña leyó el chat y leyendo los mensajes le dijo a la pelinegra —Hikari-chan, creo que deberías recordar que tu padre cortó su ayuda económica. No creo que podamos costear una gran fiesta.
 
La aludida la miró anonadada y le respondió —Lo olvidé por completo —cruzándose de brazos mientras fruncía el ceño ante la idea, soltó —Tendré que hablar con mi madre.
 
Karen encendió la pantalla de su celular, y pensando que también debía disculparse con Nana, envío al grupo.
 
Karen: Felicidades Nana-chan, iremos a ver a Junna-chan luego para felicitarlas en persona.
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Mahiru que caminaba con Suzu en otro parque leyó los mensajes y mirando enojada a Suzu le preguntó —¡¿Por esto me sacaste del departamento?!
 
Riéndose nerviosa le contestó —No es lo que tu crees.
 
Su ceño seguía fruncido mientras le preguntaba —¿Entonces qué significa esto?
 
Poniéndose aún más nerviosa le refutó —O sea, si es lo que tú crees, pero no es justamente cómo crees que sucedió.
 
Cruzándose de brazos Mahiru le exigió —Explícate.
 
Suzu inició su relato rascándose la nuca inquieta —Cuando iba al trabajo hoy estaba pensando en que si yo hubiera estado en el lugar de Nana-chan, habría agradecido saber que estabas bien o como había resultado tu operación, independientemente de todo lo demás, después de todo, son personas que llevan años juntas, así que lo normal sería que se importaran mutuamente. Entonces vi el carro en el tráfico, la identifiqué porque es el único carro con una calcomanía de unas gafas detrás.
 
Mahiru la interrumpió —No sabía que podías ser tan buena observadora.
 
Riéndose le respondió —No creo que se deban olvidar detalles como esos cuando agradeces que te traigan a casa gratis —se refería a cada vez que Nana le había dado un aventón hasta casa o al trabajo.
 
Mirándola con reproche le dijo —Mejor continúa.
 
Asintiendo Suzu decidió seguir su relato —Bueno, en resumen, me subí a su carro, tuvimos una discusión y me contó lo de la propuesta, no le creí en un principio, e incluso pensé que podría ser falso todo, pero Hisame-chan me mandó una foto de ella y Koharu-chan tomando un café juntas, y estaban tomadas de las manos sobre la mesa. Además de que me dijo que ahora estaban saliendo. Entonces creí por completo la historia de Nana-chan, por eso la ayudé a encontrarse con Junna-chan — En su interior sentía cierto remordimiento por haber creído a Hisame capaz de algo así conociéndola tan bien, pero estaba feliz de que no hubiera sido así.
 
Miró a Mahiru buscando una muestra de sus emociones. Pero ella parecía pensativa, hasta que dijo repentinamente —Bueno — Una pausa seguida de un suspiro y añadió —¿Me faltará mucho a mí?
 
Suzu la miró sonrojándose y sacando su teléfono disimuló escribir en el grupo.
 
Suzu: Aun no entiendo que hago aquí, pero felicidades Nana-chan, espero que Junna-chan y tú vean los beneficios de estar juntas.
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Nana leyó el mensaje con el ceño fruncido, como iba a hacer un chiste sobre eso en ese momento, pero decidió no enojarse con ella porque la había ayudado esa mañana. Pero si le mandó:
 
Nana: Estás aquí porque eres la esposa de Mahiru-chan.
Nana: Cuando necesitemos consejos de un matrimonio con experiencia recurriremos a ustedes.
 
Al grupo entero le gustaba molestarlas con eso, porque eran las únicas que hasta el momento no habían aceptado tener una relación, aunque todos sabían lo mucho que se amaban, por eso, en cada oportunidad bromeaban sobre ello.
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Mahiru: Felicidades, y no, no lo es. Pero seguro tendremos consejos para ustedes.
 
Suzu la volteó a mirar algo triste, hasta que la peli-azul le tomó la mano mientras caminaban, tal vez demorarían un rato más antes de volver al departamento.
 
Suzu se dijo a si misma que era cuestión de tiempo, no se quedaría de brazos cruzados.
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Nana sonrió para sí misma, tal vez era cuestión de tiempo para que esas dos admitieran estar juntas, pero ella gozaría de tener a Junna con ella por lo que restaba de su vida.
 
Abrazándola aún más contra si le dijo —Todas están felices por nosotras.
 
Junna sintió su aliento en su oído y le contestó sonrojada —No creo que estén más felices que yo.
 
La rubia acercó su rostro lentamente al de ella, pero Junna al sentir la cercanía giró su cara en dirección a la de ella, sin poder evitarlo le dio un beso repleto de su felicidad.
 
No le importaba cuanto tiempo pasara, ella quería estar con Junna para siempre y que esos momentos jamás terminarán. Estaba feliz de pensar en que ahora podría llamarla esposa sin ningún problema.

Autora: Eri1305
Autora: Eri1305