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A blind proposal I

Nana conducía por la ciudad aquella mañana fría, parecía que el clima ese día había hecho lo que quería. El pronóstico jamás avisó tanta lluvia. 
Colocando su rostro sobre el volante soltó un suspiro pesado al verse en un embotellamiento que casi que no se movía. 
 
Ella y Junna habían tenido una relación de unos cuatro años, pero hacía dos estaban viviendo juntas. Nana una tarde le propuso a Junna mudarse juntas, por lo que ambas empezaron a organizarse y en menos de un mes lo lograron, la chica de lentes parecía tener planes de mudarse sola y por ello tenía algunos ahorros, cuando Nana conoció a sus padres entendió la razón.
 
La rubia era guionista y chef a tiempo parcial, Junna estaba haciendo de directora en un teatro en el centro de Tokio, su vida hasta el momento había sido pacífica y tranquila, en lo que cabía de lo posible, tenían sus problemas en ocasiones, pero siempre lograban resolverlos. También compartían deudas, como la del carro que estaban pagando juntas y les facilitaba la vida a ambas de una forma u otra. Ella solía llevarla al trabajo en la mañana antes de irse al suyo, de regreso tenían que planearlo más, pero en ocasiones volvían a casa juntas, también funcionaba para viajes y emergencias, así que agradecían tenerlo. Aunque más que nada, agradecían tenerse mutuamente. O así había sido hasta ese momento.
 
Porque para Nana, esas semanas habían sido las peores de su vida. Aquello que construyó con años bastó una semana para derrumbarlo todo.
 
Su mente frustrada le recordaba constantemente todo lo sucedido hasta ese día y mirando un par de gafas en el asiento del copiloto soltó un suspiro, sus recuerdos viajaron hasta el inicio de todo ese desastre. 
 
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Todo empezó una noche después de salir del trabajo. 
Como en las tardes estaba mayormente en el restaurante como chef había elegido encontrarse ahí con Hisame, la cual llegó a tiempo y se sentó a esperar a que Nana saliera. 
 
Una vez ambas estuvieron sentadas en la mesa Nana le dijo —Disculpa si la invitación fue repentina, pero es porque estoy planeado algo importante y necesito tu ayuda. 
 
Cruzándose de brazos la castaña respondió —Yo te cité aquí hoy, no me robes el crédito, así que se supone que lo más importante aquí debería ser lo que tengo que decirte.
 
La rubia la miró con una sonrisa divertida antes de sacar una cajita de su bolsillo y colocarla sobre la mesa —¿Es más importante que esto? 
 
—¿Qué es eso? — Tenía un vago presentimiento, pero sentía que preguntar no estaba de más.
 
Nana abrió la caja y le dijo con una sonrisa —Le voy a pedir matrimonio — dentro de la pequeña caja de terciopelo habitaba un anillo delgado con una pequeña piedra celeste adornándole en la parte superior del mismo. 
 
Hisame permaneció unos segundos observándolo antes de soltar incrédula, aunque sorprendida —Pero, ¿No es ilegal el matrimonio entre dos mujeres en Japón? 
 
Nana dio un suspiro —No es legal el matrimonio como tal y tampoco es ilegal, pero existen estos papeles... — se volteó buscando en su bolso, antes de sacar una carpeta y abrirla en la mesa frente a ella. 
 
Aún sin entender nada le insistió —¿Y eso es... —La pausa que hizo era una invitación a que continuase. 
 
Tomando el papel en manos Nana le explicó mientras se lo señalaba —Esto es un certificado de unión, hay que tramitarlo en el municipio donde vivas, lo que hace es reconocer la unión de dos personas del mismo sexo como si de un matrimonio se tratase. Es válido en gran parte de Japón. Claro que, no por no ser exactamente un matrimonio voy a dejar de hacerlo romántico, esto es técnicamente casarnos. Así que le pediré que se case conmigo. 
 
Sonrió al verla tan contenta hablando sobre ello —¡Felicitaciones, espero que sigan siendo una linda pareja para siempre! Y tengan mucha prosperidad, se lo merecen... —Nana se reía avergonzada, hasta que ella añadió —Espera ¿Y dónde entro yo en todo esto? 
 
Su sonrisa avergonzada se acrecentó y nerviosa la dijo —Necesito confianza y preparación mental. Me mata de inquietud esta situación, quiero que sea inolvidable para ella y crear el momento perfecto, así que, por eso necesito tu ayuda, para que me ayudes a planear como proponérselo. 
 
Su ceño se frunció mientras preguntaba —¿No estás segura de su respuesta? 
 
—Si no estuviera segura ni siquiera habría pensado en pedírselo, pero no hay manera de evitar sentir nervios ¡Ayúdame, Hisame-chan, dame confianza! —Nana la miraba implorándole, cosa a la que no se pudo negar. 
 
Recostándose en la silla insegura le respondió —¿No deberías pedir ayuda a una amiga con más experiencia? Digo, yo como consejo te diría que solo seas tu misma y hagas las cosas como las harías normalmente, de por sí eres muy detallista y romántica por lo que he visto, seguro Hoshimi-san lo apreciará, pero no tengo la experiencia para decir nada de eso con seguridad. Después de todo, estoy aquí para pedirte ayuda para saber si alguien está enamorado de mí —un rubor cubría su rostro a causa de su vergüenza al decir lo último. 
 
Con un asentimiento le sonrió —gracias por el consejo — colocando una sonrisa más burlona le preguntó —¿Y quién es el dichoso? 
 
Sonrojándose mientras jugaba con su cabello le dijo tímidamente —Bueno... Es alguien a quien conoces... Pero no necesitas saber quién... 
 
Nana sonrió con comprensión mientras se acomodaba en la silla e invitándola a hablar interrogó —¿Y cuál es el problema? ¿Cómo es que no sabes si le atraes a alguien? Suele ser bastante sencillo saber que te están correspondiendo ¿O es que es de esa gente que se vuelve incómoda a tu alrededor y no te interesa en lo absoluto? 
 
Tomando un poco de agua del vaso que había en la mesa le preguntó —¿Es muy normal saber si le atraes a alguien? O sea, me refiero, ¿Es fácil saberlo? 
 
Nana frunció el ceño al escuchar sus preguntas ser evitadas —No respondas mis preguntas con preguntas. 
 
Hisame trató de calmarse con un poco más de agua y le dijo después de un suspiro —mira, lo que sucede es que, ella me atrae, pero no soy capaz de ver ni una sola señal, ella es siempre tan... Silenciosa e intrigante... 
 
Cruzándose de brazos la rubia le respondió —¿Es acaso tan frustrante Yanagi-san? 
 
Dejándose llevar recostándose en la mesa le dijo —Es que Koharu siempre parece la caja de Pandora, puedo saber que quiere decir o en que está pensando siempre, y siempre hemos sido así, pero cuando se trata de amor, no puedo saber absolutamente nada, es como si hubiera una barrera que ella no me deja cruzar ¡Estoy tan frustrada! — Soltó un bufido antes de notar un detalle. Añadió con duda —¿Cómo supiste que era Koharu de quién hablaba? 
 
Riéndose Nana señaló —Solo conozco a cuatro personas que caerían en esa descripción y tres están en medio de algo, así que solo pudo ser Yanagi-san. 
 
Frunciendo su ceño frustrada le dijo —No sé qué hacer con esta situación, tengo esta intranquilidad que no me permite ni siquiera dormir bien. 
 
Sabiendo que sería incapaz de hacer que su situación mejorara esa noche, Nana le propuso —¿Qué tal si nos reunimos mañana aquí otra vez a esta hora? —hizo una pequeña pausa mientras revisaba su reloj de muñeca, y añadió —Son las nueve de la noche, esta es mi hora de salida, por ahora disfrutemos un rato comiendo algo o bebiendo un poco, no puedo dejarte ir de aquí con esa expresión tan deprimente en tu rostro. 
 
Con una sonrisa Hisame le contestó bromeando —Claro que no puedes con el remordimiento de venir a presumirme tu relación de pareja ejemplar, cuando yo no soy ni capaz de saber si ella se siente atraída hacia mí. Muy mal como amiga, Nana, muy mal. 
 
Riéndose Nana fue a pedir algo de comida. Alrededor de una o dos horas después salieron del restaurante conversando sobre sus impresiones de la última obra de teatro que habían ido a presenciar. 
 
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Unos minutos más tarde, alrededor de las doce de la medianoche estaba Nana colocando la llave en la puerta del departamento para entrar. Al abrir se encontró a Junna sentada en la mesa del comedor con unos papeles enfrente, como estudiándolos, podía ver su cabello suelto adornar su espalda y los papeles sobresalir en la mesa junto a su silueta. Ella desde su posición se quitó los zapatos y sigilosamente los colocó en la entrada cansada, no quería desconcentrarla. Acercándose unos dos pasos escuchó la voz de Junna.
 
—¿Por qué llegas tarde? Y más importante ¿Por qué hueles a alcohol? — Junna detuvo sus movimientos sobre el papel e irguió la espalda en la silla aún sin voltearse a mirarla. Su ceño se frunció por el olor que percibía de la rubia.
 
Se sorprendió de sobremanera porque estando a más de tres metros de distancia Junna percibió su aroma, pero el tono serio le heló sangre y consciente de que no había hecho nada malo le respondió, ya más cerca —Estaba con Hisame-chan, nos encontramos hoy en el restaurante, y nos quedamos conversando y bebiendo. Parecía desanimada, así que tuve que animarla, tú entiendes —estaba bastante nerviosa, no era mala mintiendo u ocultándole cosas, pero que Junna no la mirara le hacía sentir que sabía que ocultaba algo.
 
Con un asentimiento la chica de lentes volvió a sus papeles, sabía que Nana le ocultaba algo, pero el hecho de que pudo notar su nerviosismo le hacía saber que ella no se estaba esforzando mucho en ello, así que asumía que se trataba de esas cosas que le contaba cuando encontraba la manera. No pensaba presionarla aún.
 
La rubia tomó la silla que estaba junto a la derecha de Junna y colocándola al lado a ella se sentó. Recostando su brazo alrededor de los hombros de la más baja le preguntó —¿No me extrañaste?  —No podía evitar mirar la hora, de reojo, en el reloj de la pared de enfrente, sabía que se estaban haciendo la una de la mañana y Junna no parecía querer ir a dormir, estaba acostumbrada a tener que velar por su salud cuando ella entraba en ese estado de trance donde solo sabía exigirse a sí misma más de lo necesario.
 
Soltando un suspiro y dejando los papeles de lado, Junna se recostó en el respaldar de la silla, al sentir el brazo de Nana envolver sus hombros, por detrás, supo lo que pasaría a continuación.
 
La rubia colocó su mano correspondiente al brazo que la rodeaba en su hombro y tirando de ella la jaló hacia sí, haciéndola recostarse contra su pecho.
 
Una vez sintió su cabeza caer contra Nana, cerró los ojos dejando la tensión de sus hombros irse. Solo pudo susurrar —Te diría que sí, pero no debiste llegar tan tarde. Además, no me agrada tanto que salgas con otras a comer, sin avisarme.
 
Frunciendo el ceño la rubia le preguntó —¿Por qué? Es mi amiga —cambiando su expresión a una más culpable admitió —bueno, si debí avisarte, pero sabes que esos detalles se me pasan.
 
Asintió contestándole —Lo sé. Te conozco, Nana — quitándose los lentes levantó la mirada. Mirando en dirección a donde percibía sus ojos añadió —Te conozco tanto que sé que me vas a besar —en efecto, la rubia hizo ademán de acercarse a sus labios, para darle un beso, pero Junna odiaba el sabor de la cerveza, así que hizo un intento en falso de colocar su mano sobre su boca, por lo cual terminó, a causa de su mala visión, colocando una mano sobre un ojo de la rubia.
 
Nana se empezó a reír y le dijo sobre sus labios —Solo te haces la difícil —rompió la distancia entre las dos dándole un dulce beso. Ciertamente Junna se sentía embriagada por el alcohol que habitaba en el aliento de la rubia, pero no se pudo negar a devolverle el beso, la había extrañado todo el día.
 
Al separarse, la más alta le dijo con una sonrisa —Voy a extrañar tu mala vista después de la operación. No me va a permitir hacer estas cosas.
 
Frunciendo el ceño le respondió —Estás diciendo tonterías, al fin dejaré de necesitar estos lentes y podré tener un aspecto más fresco.
 
—Los voy a extrañar — Nana la miraba con adoración.
 
—Lo sé — se sonrojó al notar que la rubia la miraba directamente, incluso ahora que solía llevar el cabello suelto se veía igual de pura e inocente que antes ante sus ojos, o tal vez sería porque no tenía puestas sus gafas.
 
Con una sonrisa agotada le preguntó —¿Podemos ir a la cama?
 
Asintiendo la más baja le dijo —Vamos a dormir, pero te advierto, no pienso darte un solo beso más hasta que te deshagas de ese asqueroso aliento a cerveza.
 
Riéndose Nana asintió, Junna hizo ademán de levantarse y con su mano libre ella tomó su barbilla para hacerla mirarle rápidamente. Darle un beso era su único objetivo, lográndolo, pero no contaba con que la peli-morada le mordería el labio inferior. Fue suave y ligero, pero por la sorpresa la soltó. Dándole una sonrisa divertida le dijo —También te amo.
 
Colocándose los lentes y levantándose de la silla, tendiéndole la mano ignorando sus palabras, le respondió —Vamos a dormir. Nana.
 
La rubia se levantó y tomando su mano sonrió, sabía que esa también era su forma de decirle que la amaba.
 
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Dos semanas habían pasado desde aquella fatídica noche. Nana había comenzado a llegar tarde durante todos esos días y a Junna le frustraba cada vez más. Esa madrugada se irritó y se dijo a si misma que tenían que hablarlo.
 
Se sentó en el sofá a esperarla, tenía las luces apagadas y la televisión encendida, estaba viendo un programa sobre ciencia, o bueno, el programa la miraba a ella, porque por su parte, tenía la mente perdida en sus pensamientos.
 
Tenía algunas sospechas que le preocupaban de sobremanera, Nana siempre había sido del tipo de persona atenta con ella y cariñosa, pero últimamente la sentía distante el poco tiempo que podían estar juntas e incluso nerviosa, lo cual le hacía preocupar. Había una cosa en su cabeza que la estaba atormentando, se sentía llena de ira solo con la idea de que existiera esa posibilidad.
 
La rubia por su parte estaba abriendo la puerta del departamento con una sonrisa contenta, esa noche se volvió a reunir con Hisame, habían estado saliendo a lugares que sabía que a Junna le gustaban, el plan era decidir en cuál sería el mejor para hacer la propuesta, cuál era el más lindo y con mejor ambiente para una pregunta de esa magnitud.
Ella en cambio, le decía a Hisame como ver las señales o coquetear con alguien como Koharu. No era que fuese una experta, pero veía como Karen y Hikari se llevaban y las tomaba de ejemplo, después de todo, la personalidad de Hikari no era la más cálida del mundo, al igual que la de Koharu.
 
Al entrar al departamento escuchó la televisión y quitándose los zapatos soltó un suspiro. Sabía que era Junna, no sabía cuántos días había estado llegando en ese horario, pero cada noche, ella la esperaba despierta. Sabía que no debía, porque para alguien como Junna, conservar el sueño era algo importante, pero ella se sentía inevitablemente feliz cada vez que al llegar la encontraba esperándola tan amorosamente en el sofá o en alguna de las sillas de la cocina.
 
—Buenas noches —La voz fría de la chica de lentes la sacó de su ensimismamiento.
 
Poniéndose algo nerviosa le respondió —Buenas noches, Junna-chan ¿Por qué no estás durmiendo aún?
 
Ignorando por completo su pregunta Junna silenció el televisor y aprovechando el nuevo silencio que reinaba, le dijo en un susurro —Tenemos que hablar.
 
Restregándose los ojos por el cansancio la rubia caminó en su dirección, estaba sorprendida, pero agotada por el día. No entendía de que podría estar queriendo Junna que hablasen y que no pudiera esperar a la mañana, pero no le molestaba en lo absoluto. la mayoría de veces en las que Junna le pedía hablar, ella ya sabía de antemano el problema, así que estaba buscando en su cabeza la posible razón. Una vez llegó a los sillones, se sentó en el sofá, junto a la de lentes preguntándole —¿Que sucede?
 
Mientras esperaba una respuesta, observaba a Junna pensar, y sin poder evitarlo, hizo lo mismo, se sentía contenta de estar en esa situación de alguna forma, amaba el hecho de que ellas pudieran resolver sus diferencias y problemas de forma razonable hablándolos, por ese tipo de detalles sentía que Junna era la indicada, siempre ayudándola a avanzar además de estar avanzando con ella.
Su torre de pensamiento se vio derrumbada una vez escuchó la respuesta fría de la peli-morada que la sacó de sus pensamientos.
 
—Nana... —Junna pasó una mano por su rostro, antes de suspirar fortaleciéndose para lo que diría —¿Estás saliendo con alguien más? — tenía miedo de la respuesta que podría recibir.
 
Un segundo demoró ella en procesar la pregunta, antes de responderle tranquilamente —Con Hisame-chan...  —Estaba bastante calmada, no había hecho nada considerablemente malo esos días como para preocuparse mucho en esa conversación.
 
Los ojos de Junna se llenaron de lágrimas y le preguntó en un susurro —¿Desde hace cuánto?
 
Por la poca iluminación de la televisión, la rubia no había logrado vislumbrar las lágrimas de ella, por lo que pensaba que todo continuaba bien, entonces le respondió —Pues, desde hace dos semanas, hemos salido a muchos lugares lindos, la he llevado a un par de lugares especiales para ti —preocupándose porque sospechase sobre algo, añadió —bueno, trato de llevarla a esos lugares que no te gustan tanto, y hacemos esas cosas que no son tan de tu agrado, nuestro tiempo juntas es inigualable. Es muy divertido salir con Hisame-chan...
 
Junna la interrumpió gritándole —¡Cállate! —Jamás le había hablado así antes, pero se sentía herida, traicionada, su llanto se acrecentó, por lo cual, colocó su rostro entre sus manos evitando a toda costa darle el gusto, o así lo pensaba ella, de verla siendo débil o llorando por su causa.
 
Nana que hasta el momento no supo nada, hizo el ademán de levantarse para ir hacia ella, pero el golpe del cojín que cayó contra su pecho, y que Junna le había lanzado enojada al verla ir hacia ella, le hizo entender que era pésima idea, así que volvió a sentarse, resistiéndose a sus impulsos de abrazarla y protegerla de lo que fuese que estuviera pasando. Inquieta preguntó —¿Qué pasa, Junna-chan?
 
Enojada le gritó con la voz rota de la ira— ¡No vuelvas a llamarme así! ¡Lárgate de aquí! ¡No quiero oírte más! —se sentía herida, como podría Nana ser capaz de serle infiel y decírselo de esa manera.
 
Levantándose impactada por el grito cargado de odio, se dijo a si misma que tal vez debía darle tiempo de calmarse, así que le haría una visita nocturna al parque.
No sabía que acababa de suceder, pero definitivamente eso tendrían que hablarlo. Caminó a la puerta en silencio mientras Junna se mantenía callada, la tensión en el ambiente era tan grande que el único sonido que se alcanzaba a escuchar era la respiración pesada de Junna, que dejaba en claro que sus emociones estaban fuera de control. Colocándose los zapatos le dijo —Volveré después, trata de calmarte y descansar.
 
La chica de lentes le gritó aún molesta —¡Ya vete! — En un susurro para sí misma, sintiendo su voz rota dejó escapar — déjame sola.
 
La rubia cerró la puerta confundida, y acomodando su abrigo se dispuso a caminar al parque, mientras repasaba lo recién sucedido. No terminaba de entender nada, que le sucedía a Junna, se decía a si misma que tal vez solo estaba teniendo cambios de humor, pero eso fue bastante intenso, le había hablado de una manera en la que nunca antes se había atrevido.
 
Al llegar al parque se sentó en una banca a mirar la calle bastante vacía, tomando su teléfono repasó también sus conversaciones con Junna esa noche y tarde, al no encontrar nada extraño, empezó a deslizarse entre sus conversaciones recientes de arriba a abajo mientras estaba perdida en sus pensamientos. Una notificación la sacó de su ensimismamiento, al parecer mientras se deslizaba había terminado enviando un mensaje ilegible en un grupo, al leer las dos respuestas que habían llegado, decidió leer el nombre del grupo.
 
—¿Christmas? — intrigada entró a la información del grupo y sonrió al recordar que era el grupo que habían creado hacía tiempo para planificar la navidad europea con Claudine y Hikari. No sabía porque aún existía, pero estaba contenta de que sus amigas estuvieran respondiéndole a las dos de la madrugada.
 
En mensajería:
 
Nana: sjwbwsnsj
 
Claudine: Qui ose m'envoyer un SMS à cette heure ? (¿Quién diablos me manda un mensaje a esta hora?)
 
Hikari: ¿No habíamos eliminado esto?
 
Nana: Fue un error, aunque ¿Qué hacen despiertas tan tarde?
 
Hikari: Mañana es sábado y estoy libre.
 
La pelinegra leía los mensajes mientras en la televisión frente a ella estaba pasando un capítulo de la serie de Mr.White, la había puesto y se olvidó por completo de mirarla por culpa de las notificaciones, al menos podría regresar luego a donde se quedó. Karen estaba dormida en la habitación, al igual que Anne frente a ella en la alfombra, pero nada detendría su maratón esa noche o eso creía.
 
Claudine: Me desperté con sed, así que estoy en la cocina tomando agua, es importante mantener siempre hidratada la piel.
 
Ciertamente la francesa estaba en la cocina tomando agua, pero en realidad se despertó porque Maya la había abrazado mientras dormían y le estaba respirando al cuello, por lo que tuvo que levantarse a tomar agua pensando que le quitaría el calor, aunque nadie en su sano juicio le diría eso a sus amigas.
 
Nana: Les tengo una pregunta hipotética, ¿Que harían si están hablando con su novia y repentinamente empieza a llorar?
 
Hikari: Llamo a un psicólogo.
 
Claudine: Pobre Karen
Claudine: Depende ¿Podemos saber qué le dijiste hipotéticamente?
 
Nana: Bueno, hipotéticamente, en resumidas cuentas, ella me preguntó si estaba saliendo con alguien más, así que le dije que con Hisame-chan, repentinamente se puso a llorar, a tirarme cosas y a gritar. Estaba bastante histérica... Digamos que hipotéticamente estoy en un parque ahora ¿Qué harían?
 
Hikari: Dumbass(Imbécil).
Hikari: Llamar a dos psicólogos...
 
Claudine: Bête(idiota)
Claudine: Por mi parte aconsejaría no volver por esta noche a casa. Posiblemente quiera estar sola, dale tiempo antes de intentar hablar nuevamente sobre eso, lo que está pensando es bastante grave y es seguro que después de esa conversación está convencida de que, si vuelves a hablarlo, le estarás mintiendo.
 
Nana: ¿Será que está celosa?
 
Nana miraba su teléfono con inquietud, esa era la única respuesta que se le venía a la cabeza, pero no paraba de preguntarse que podría haber sido eso que hizo que tiene tanta gravedad para incluso tener que quedarse fuera de casa esa noche. Con el ceño fruncido empezó a caminar a los estacionamientos del departamento pensando en buscar el carro.  Encendió su pantalla al escuchar una notificación nueva.
 
Claudine: Es más grave que eso. Pero no te preocupes, no tienes toda la culpa.
 
Hikari: Solo en un 70%.
 
Nana: Eso es bastante...
 
Hikari: Podría ser peor.
 
Claudine: Nana.
Claudine: Tengo una habitación extra, mañana con más calma entenderás seguramente lo que está pensando Junna ahora mismo.
 
Hikari: Te puedo prestar mi sofá. 
 
Fruncido el ceño se preguntó a si misma cual era la mejor opción, estaba encendiendo el carro en ese momento.
Karen y Hikari eran una pareja única, pero ciertamente muy buenas resolviendo sus diferencias, podrían ayudarla mucho, además de que era muy cercana a Karen. Pero Maya parecía tener más experiencia en esas cosas, ella y Claudine eran de alguna forma más una relación madura, y del tipo pasional, pensándolo bien, no podría estar cómoda durmiendo en el mismo departamento que esas dos.
 
Nana: Muchas gracias, Kuro-chan, pero creo que aprovecharé ese sofá. Están también más cerca de mi trabajo de la mañana. Muchas gracias, chicas.
 
Claudine: Volveré a la cama, descansen. Bonne nuit.
 
Hikari: Estaré esperando. Good night, Saijo-san.
 
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En veinte minutos Nana se encontraba en el departamento, Hikari se lamentó tener que dejar su maratón para otro día, pero estaba segura de que Karen estaría feliz de encontrar a Nana ahí en la mañana.
 
Y ciertamente no fue así. La mañana llegó rápido, eran las ocho y Karen salió de la cama perezosa, no estaba madrugando, pero el ladrido de Anne pidiéndole que la sacara a pasear era suficiente para despertar a cualquiera.
 
Desperezándose salió de la habitación, Hikari seguía durmiendo, decidió no despertarla porque sospechaba que se había trasnochado.
 
Cuando estaba en la sala escuchó su teléfono sonar, sacándolo empezó a revisar sus notificaciones, dándose cuenta de que tenía mensajes de Mahiru y Junna, ellas tenían un grupo de lectura, o así lo llamaba Junna, porque en realidad se reunían a comer galletas o dulces en las cafeterías las mañanas de domingo para "conversar sobre libros", Junna les daba recomendaciones de libros y ellas los leían, aunque a veces ella le decía a Mahiru que se los resumiera. Eran mucho trabajo.
 
Frunció el ceño al leer los mensajes antiguos y los nuevos, según entendía, Junna estaba enojada, no entendía la razón, pero parecía lo suficientemente enojada para irse del departamento al de Mahiru. Entonces decidió escribirle a esta última para que le resumiera la situación.
 
En mensajería:
 
Karen: Buenos días, Mahiru-chan. Ah, estaba viendo el grupo ¿Qué fue lo que pasó?
 
Empezó a caminar a la cocina mientras Anne se le unía en el paso, quería aún que Karen la llevara a pasear, pero parecía que tendría que esperar un poco más.
 
Mahiru: Al parecer, Junna-chan dice que Nana-chan le dijo que le estaba siendo infiel con Honami-san.
 
Su sorpresa fue tan grande que en la cocina soltó el en un grito —¡¿Qué?!
 
Karen: ¡¿QUÉ?!
Karen: ¿Pero ella misma se lo dijo? ¿No es solo especulaciones?
 
Mahiru: Según, Junna-chan, incluso le contó que la llevaba a sus lugares favoritos y también hacía con ella las cosas que con Junna-chan no podía hacer porque no le gustaban.
 
Karen: No creí que Nana-chan pudiera ser tan cruel. Diablos, me enoja pensar cómo debe estarse sintiendo Junna-chan.
 
Mahiru: Ella está muy triste, anoche me llamó bastante mal, diría que había estado llorando, me dijo que no podía continuar en ese departamento, así que le dije que se viniera al mío.
Mahiru:  Suzu-chan ha estado ayudándola desde las seis a organizar su habitación, ya que se la vamos a prestar durante un tiempo.
 
Karen: Dile a Junna-chan que si necesita ayuda estoy aquí.
Karen: Si veo a Nana-chan, le voy a decir todo lo idiota que es.
 
Mahiru: Karen-chan, creo que ya sabes que sus problemas de pareja son de pareja, o sea que no por esas cosas nuestras amigas dejaran de ser nuestras amigas.
 
Soltando un suspiro susurró para sí misma en la silla del comedor donde estaba engullendo un recién preparado emparedado —Aun así, la golpearía por idiota, Junna-chan no merecía eso. Ni menos que le dijera cosas tan crueles.
 
Karen: Lo entiendo, Mahiru-chan.
 
Guardó su teléfono e iba de regreso a su habitación para bañarse, una vez llegó a la misma, abrió la puerta dispuesta a entrar, pero se detuvo al toparse repentinamente con alguien frente a ella abriendo también la puerta, como acto reflejo lanzó un golpe al rostro, que a la rubia tomó desprevenida y no pudo parar, estampándose contra su nariz.
 
—¡Diablos! —Por el golpe y el dolor soltó un grito mientras se sostenía la nariz y se recostaba en la pared sentándose en el suelo.
 
Hikari escuchó el bullicio y no pudo evitar despertarse, para, desde su posición en la cama, ver cómo Nana sostenía su nariz entre sus manos mientras sangraba.
 
Karen la miraba impactada aún, hasta que pudo reaccionar y llena de culpabilidad le dijo —Lo siento, Nana-chan, no quise hacerte eso, lo siento.
 
La pelinegra se levantó y caminó hasta Nana para inspeccionar la herida, le dijo —Deberías ir al hospital, aunque no parece haberte roto el tabique.
 
La castaña seguía rogando perdón hasta que recordó a Junna y le dijo —No fue intencional, pero no me arrepiento, te lo mereces.
 
La rubia se molestó e intentó levantarse, hasta que Hikari la tomó por los hombros empujándola de vuelta a la pared, Karen se dio la vuelta y salió de la habitación, la pelinegra le susurró a Nana —Posiblemente ya haya hablado con Hoshimi-san, así que ella debe estar creyendo ciegamente su versión.
 
La rubia no terminaba de entender, pero asintió sabiendo que no podría contar con Karen. Solo le quedaban Hikari, Claudine y Maya. Porque si Karen había hablado con Junna, Mahiru también.
 
Mirando a la pelinegra soltó un suspiro mientras limpiaba su sangre, todavía necesitaba respuestas, todos parecían entender lo que pasaba, menos ella.
 
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Las horas pasaron con velocidad. Ella fue al hospital en la mañana, para revisar su nariz. Después fue al teatro y estuvo ahí hasta el mediodía, eran alrededor de las dos de la tarde. Planeaba ir al departamento a hablar con Junna o intentarlo, hasta que recibió un mensaje de Claudine.
 
En mensajería:
 
Claudine: ¿Porque no te pasas por el departamento? Maya invitó a Hikari, así que creímos que podría ser buena idea para que entiendas lo que está pasando.
 
Nana: En una hora llego, iré primero a buscar algunas cosas en el departamento.
 
Claudine: No te sorprendas de nada. La verdad es que, si no fuera todo un mal entendido, lo que Junna está haciendo sería lo más natural.
 
Nana: Trataré de evitar que me sorprenda.
 
Después de unos minutos estaba frente a la puerta buscando su llave, una vez la encontró, empezó a abrir con cautela, tratando de prepararse mentalmente para absolutamente cualquier situación, como le recomendó su amiga. Entró y quitándose los zapatos caminó por el lugar. Toda la sala estaba justo como la habían dejado, incluso la cocina estaba igual que como ella la dejó. Inquietándose por ello empezó a preguntar al aire —¿Junna-chan? ¿Dónde estás? ¿Junna-chan?
 
Caminó a la habitación, al entrar a ella la encontró vacía, aún más intrigada y con una leve sospecha, fue hasta el balcón, al estar ahí, lo encontró vacío, soltando un suspiro asimiló que en definitiva Junna no estaba ahí. Volvió sobre sus pasos hasta la habitación y empezó a buscar algo de ropa.
Quería darle su espacio si ella lo necesitaba, al abrir el armario no encontró ropa de ella y frunciendo el ceño soltó un suspiro, se había ido. Ahora no se creía capaz de quedarse en ese lugar sin Junna, sería lo más solitario de su vida, no podría soportarlo. Tomando su ropa la metió en una maleta rápidamente y salió del departamento rumbo al de Claudine y Maya.
 
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El viaje le tomó solo veinte minutos. Ahora estaba sentada en el sofá del departamento de ellas mientras acariciaba a Shiro, el pequeño gato blanco de Maya, aunque le parecía que era más partidario de las rubias, porque a Maya casi siempre la repelía y a Hikari ni siquiera la miraba. Pero era muy amigable con Claudine y con ella.
 
No sabía cómo había sucedido, pero frente a ella, y en manos de Maya, tenían a Kaoruko en una videollamada. La pelinegra se mantenía tranquila tomando un poco de té que le habían ofrecido, en cambio Claudine se veía bastante inquieta. Hasta que Maya preguntó —¿Porque no repasamos los sucesos hasta ahora?
 
Nana la miró molesta y le interrogó —¿Ahora mi vida es un tipo de caso, detective?
 
Kaoruko riéndose desde el otro lado le respondió —Pero si eres la que necesita la ayuda, si no la quieres simplemente dinos.
 
La francesa que había estado dando vueltas en círculo alrededor de la alfombra le dijo molesta —A ti nadie te invitó, podrías irte si quieres, no dejaré a Nana sola en esto.
 
Riéndose aún más le contestó —¿Crees que me perdería esto? Por nada del mundo lo haría, ya escuché la otra parte, me interesa también esta.
 
Claudine sintiéndose más irritada soltó —¡Solo estás aquí por el chisme!
 
—No me entiendes, puede ser muy aburrida la vida en Kioto, así que me queda entretenerme con su vida — Se empezó a reír al ver como desde el otro lado Claudine intentaba colgar la llamada, pero Maya colocaba resistencia levantando el teléfono lejos de ella.
 
A Kaoruko le preocupaba Nana, se enteró por medio de Futaba, al parecer Karen, Mahiru y Junna se lo contaron, pero ella no podía creerlo, no veía a Nana capaz de hacer algo así, y por eso le había insistido a Maya para estar ahí en esa conversación, estaba muy preocupada por ella y por la situación, sabía el apoyo emocional que era Junna para Nana, claro, ellas no eran las más cercanas, pero la apreciaba mucho, no quería saber que su masajista estrella estaba pasando un mal momento injustamente, aunque jamás diría ninguna de esas cosas, arruinaría su imagen.
 
Hikari interrumpió el momento —¿Que fue exactamente lo que le dijiste anoche? —el resto se detuvo y le puso atención a la rubia esperando una respuesta.
 
Llevando sus manos a su cuello le respondió —No puedo decirte que fue, exactamente, pero sí que es lo que recuerdo —poniéndose nerviosa por estar hablando de esos temas con otros les dijo —Ella estaba esperándome en el sofá anoche, llegué alrededor de la una de la mañana, entonces me dijo que teníamos que hablar, por lo que me senté y...
 
Claudine la miraba con el ceño fruncido preguntándose cómo era que no había leído todo ese ambiente.
 
Maya insistió —¿Y?
 
Frunciendo el ceño continuó —Y me preguntó si estaba saliendo con alguien más. Y yo le dije que con Hisame-chan. Luego me preguntó cuánto tiempo y le respondí que dos semanas y creo haberle dicho algo sobre los lugares a los que hemos ido estas dos semanas.
 
Kaoruko se empezó a reír sorprendida de lo incrédula que estaba siendo Nana o lo inocente que podía ser.
 
Claudine golpeó su frente con su mano, justo como había hecho esa madrugada cuando se enteró —Bête(idiota).
 
Hikari miró a Maya y ella de vuelta a la rubia, entonces le dijo —Repite eso una vez más.
 
Alzando una ceja siguió la orden sin entender —Ella me preguntó si estaba saliendo con alguien más y le dije que con Hisame-chan...
 
Hikari la interrumpió haciéndole una señal con las manos para que se detuviera y le dijo —Ahora analiza lo que acabas de decir.
 
Nana repitió esa oración por lo bajo una vez más, para sí misma, frunció el ceño lentamente y bajó la mirada pensativa, no podía ser lo que estaba pensando que era.
 
Kaoruko al notarla frunciendo el ceño dijo desde el otro lado —Parece que tienes algunas neuronas funcionales aún.
 
Claudine suspiró como si lo acabase de suceder fuera algo que era sumamente obvio.
 
Hikari asintió con un susurró —Betrayal (Traición).
 
Maya le preguntó —¿Ya lo entiendes?
 
Levantándose del sofá molesta aún con el gato en brazos les gritó —¡¿Me creen capaz de algo así?! ¡No entiendo cómo es que Junna-chan llegó a esa conclusión!
 
Encogiéndose de hombros la francesa le dijo —Ciertamente no te creo capaz de ello, por eso estas aquí, pero si ella se atrevió a preguntar, es porque debió estar sospechando al respecto.
 
Kaoruko añadió desde el otro lado de la pantalla —Pues, a Futaba-han le dijo que estabas siendo extraña a su alrededor, distante, nerviosa, que te ponías incómoda y que parecías ocultarle algo importante, según ella, sus sospechas iniciaron ahí, creo que reaccionaría igual si hubieras sido Futaba-han.
 
—¡Me comportaba así por otra cosa! ¿Ahora qué debo hacer para hablar con ella? ¿Ir a casa de sus padres? ¿Tendré que arriesgarme a tanto?
 
Maya le respondió —Lo único que puedes hacer es encontrar la forma de hablar con ella, porque creo que explicándole que estabas siendo tonta es lo más sensato.
 
—Solo dile que eres idiota —Le dijo Kaoruko antes de reírse —¿No le funciona a Karen-han?
 
Soltando un suspiro Hikari asintió —Al igual que yo, Hoshimi-san debe saber qué tipo de idiot(idiota) tiene consigo.
 
Claudine la miró y le dijo —Aunque hay algunas cosas que deberías explicarle, como la razón de tu comportamiento extraño a su alrededor.
 
Pensando en que aún quería mantenerlo como una sorpresa, Nana negó con la cabeza —No puedo decirle eso.
 
Kaoruko le respondió —Ara Ara, no esperaba que tuvieras cosas que ocultar, empiezo a dudar de ti.
 
La más alta sintió la presión al pensar en que si se quedaba sin apoyo de su lado sería fatal para ella, la influencia de sus amigas en Junna podría serle útil para explicar la situación. Pero aún quería que fuera sorpresa. Lo pensó durante unos segundos, antes de soltar —Solo le contaré a Hikari-chan y a Maya-chan. Porque es algo muy delicado.
 
Frunciendo el ceño Kaoruko hizo un sonido de lamento al ver como Claudine tomaba el teléfono de las manos de Maya y se iba con ella a la cocina. La francesa sabía que no podía pedirle confianza extrema a Nana porque ellas no eran extremadamente cercanas, y Kaoruko tampoco era tan confiable. Así que acató la orden discutiendo con la peli-azul. Igual pensaba que podría, con algo de suerte, sacarle información a Maya luego.
 
Una vez estuvieron solas, Maya se sentó junto a ella y le preguntó —¿Qué es eso tan delicado, Daiba-san?
 
Hikari la miraba con el ceño fruncido —¿Qué es lo que ocultas?
 
Poniéndose roja del nerviosismo buscó en los bolsillos de su gabán, hasta encontrar la cajita, sacándola la colocó sobre la mesa abierta y les dijo —Le voy a pedir que se case conmigo.
 
El silencio reinó unos segundos, en los que la rubia sintió la tensión más grande de su vida. Hasta que Maya le dijo —¿Arreglaste los papeles también?
 
Asintió —Sí.
 
La pelinegra la miró un momento y le dijo —Ella está dudando de tu confianza ¿Estás segura de que te quieres casar?
 
Maya frunció el ceño recordando el catorce de febrero —Deberías hablarlo con ella, no has cometido ningún error más que ser absurdamente inútil para guardar un secreto y tener poco razonamiento — esperaba que Nana pudiera salir victoriosa de esa situación y no como ella.
 
Las miró molesta un segundo hasta que les dijo —No sé si me están motivando o insultando.
 
La castaña miraba al reloj recordando aquel día. Hikari le dijo a Nana al verla así —Puede que alguien aquí ya lo haya intentado y que no resultará como se esperaba.
 
Volviendo a sentarse en el sofá y viendo al gato irse les preguntó sorprendida —¿Están hablando en serio? ¿Fuiste tú Hikari-chan? —Ella negó con la cabeza, a lo que miró a Maya rápidamente antes de rogar —¿Me darías consejos? ¿Cómo sabes en qué momento es el correcto y cómo no ponerte nerviosa?
 
La castaña miraba al suelo serena por fuera, pero inquieta por dentro, ciertamente ella no había sabido ninguna de esas cosas hasta que lo dijo repentinamente, justo antes de ser rechazada —No te preocupes por esas cosas, te darás cuenta cuando tienes que hacerlo.
 
Hikari recomendó —Hazlo al estilo inglés, seguramente le vaya a encantar —Maya la volteó a mirar con reproche, también le dijo eso a ella.
 
Levantándose del sofá se acomodó su gabán antes de hacerles una reverencia —Muchas gracias por su ayuda.
 
Maya y Hikari le dieron una suave sonrisa junto con un asentimiento. Nana era una buena chica, tal vez incluso la invitaban más seguido a sus salidas “coincidenciales”, así solían decirle a cada vez que se reunían, que se habían encontrado por coincidencia.
 
Claudine volvió a escena después de unos minutos junto con Kaoruko que estaba burlándose de su inglés, no sabían cómo habían llegado a eso, pero no parecía buena idea preguntar. El resto del día lo pasaron conversando y comiendo algunas cosas, Nana se dijo a si misma que tenía que pensarlo un poco más antes de ir a por ella, necesitaba saber qué le diría.
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El domingo estaba tocando el timbre de la casa de los Hoshimi, nunca en su vida se sintió tan nerviosa como ese día, pero nadie parecía abrir, pensaba que tal vez habían salido.
 
Su relación con los padres de Junna era bastante mala, ellos aún no aprobaban que fuera una actriz, aún menos que estuviera con alguien del gremio y además mujer. Sentía la presión constante de Junna por mostrarles de lo que era capaz, pero ella no estaba dispuesta a cargar con expectativas de esas personas.
 
Siguió insistiendo con el timbre mientras pensaba en lo difícil que debió haber sido la vida de Junna en ese lugar.
 
A la última fiesta familiar a la que asistieron fue hacía un año, Junna insistió en ir, ella no lo entendía, pero suponía que tal vez quería mostrarle que incluso después de todo lo que dijeron de su relación y su carrera, ella había logrado conseguir estabilidad, acababa de conseguir el puesto de directora en el teatro y para ella eso suponía la escala más grande en su carrera, aún si era un teatro no muy famoso.
 
En ese momento, Nana pensó que quería algún tipo de aceptación o muestra de orgullo, pero al contárselo a sus padres, su madre solo le preguntó si ya estaba pensando en conseguir un trabajo real y su padre le dijo que para que quería ser actriz si al final estaba terminando detrás de bambalinas. Él no tenía idea de que Junna estaba también actuando en algunas obras como papeles secundarios. Ella por su parte enfureció al oír eso, pero la chica de lentes le pidió tranquilizarse, le dijo que estaba acostumbrada a ellos.
 
Nunca podría olvidar el llanto de desahogo que soltó esa noche Junna cuando llegaron al departamento, la abrazó como nunca y le dijo que no importaba lo que otros dijeran, ella era maravillosa.
 
Desde ese día no pensó jamás regresar ahí, pero, ahora se encontraba tocando el timbre, no pararía hasta que alguien abriera. Minutos después escuchó pasos por la escalera y una voz enojada que le decía “¡Ya voy!”. Reconoció a la madre de Junna, acomodándose el gabán, inquieta, tragó pesado haciéndose a la idea de que tendría que hablar con ella.
 
Se repetía mentalmente que tenía que ser amable, independientemente de si era lo que quería o no. Junna en su momento le pidió que respetase a su familia por más que no estuviera de acuerdo con ellos o por más que le hubieran hecho daño, después de todo, ella quería a esas personas. Sabía que ella lo haría en viceversa con los suyos por más que toda su vida la hubieran hecho sentir abandonada. Al final eran sus padres y en el fondo los quería.
 
La puerta se abrió y una señora de nombre Mai, bajita de cabellos morados como los de su hija y rostro severo, la miró —Ah, eres la amiga de Junna ¿Qué se te ofrece?
 
Frunció el ceño por un segundo al oír amiga y miró por sobre su hombro dentro de la casa, aprovechando que ella era tan bajita como su hija. No había rastro de Junna dentro, pero podría estar equivocada, por lo que le preguntó con una sonrisa—¿Se encuentra ella aquí?
 
Tomando la puerta en manos Mai estaba dispuesta a cerrarla —Ni, aunque estuviera te lo diría.
 
La rubia colocó una mano en la puerta poniéndole un poco de presión, lo cual fue suficiente para hacer a la señora detenerse en el acto y con mirada seria soltó —Señora, le hice una pregunta amablemente —activando sus dotes de actriz decidió usar un tono intimidante —¿Podría responderme de la misma forma?
 
Alguien se acercó a la puerta desde atrás de Mai y le preguntó —¿Qué pasa?
 
Nana reconoció al padre de Junna y sintiendo su fachada caer soltó la puerta. El abrió una vez su esposa se hizo a un lado y le preguntó con un tono molesto —¿Qué haces aquí?
 
Poniéndose nerviosa le interrogó —¿No se encuentra Junna-chan aquí?
 
Al ver el ceño fruncido de su parte tragó nerviosa. Él contestó —Si ella te ha dejado no la busques.
 
Con una sonrisa tratando de ocultar su enojo en burla le dijo —Me parecía más amable la última vez que vine.
 
—No veo que ella esté aquí, no tengo porqué serlo — el ceño del padre de Junna se frunció más y formando sus manos en puños le dijo —Deja de buscar a mi hija. Si se ha ido es porque no quiere que la encuentres.
 
Sintiendo su ira acrecentarse dio un paso atrás al ver sus puños, Akio Hoshimi era un hombre unos cinco centímetros más alto que ella, con mirada seria y tenía un aire bastante intimidante, a diferencia de su hija, sus cabellos eran negros, pero el color de sus ojos Junna los había heredado de él, además de que también usaba lentes. Mai-san era más bajita, también parecía muy severa, pero más amigable que él.
 
Dándose la vuelta al escuchar su teléfono sonar, le contestó rápidamente —No le he pedido consejo. Nos vemos, suegro.
 
La puerta de la casa se estrelló a sus espaldas y aun apretando los puños respondió a la llamada, Kaoruko le hablaba del otro lado.
 
—¿Cómo está mi infiel favorita? —Su tono bromista estaba de lleno en su voz.
 
Enojada Nana se dijo que simplemente tenía que ignorarla —¿Qué quieres?
 
Soltando un bufido le respondió —Te traigo buenas noticias y me tratas así.
 
Intrigada mientras encendía el carro, y ponía el teléfono en altavoz, dispuesta a ir al departamento de Karen y Hikari, le preguntó —¿Que buenas noticias? 
 
Riéndose le dijo —Ara ara, ahora si pareces interesada en hablar conmigo.
 
—Deja de bromear, Kaoruko —Miró un microsegundo la pantalla antes de volver la vista a la calle.
 
—Bueno, bueno, son todos muy serios últimamente. El punto es que ahora sé dónde no está Junna-han —En su voz habitaba un poco de orgullo, como si lo que sabía fuera digno de aplausos.
 
—Déjame adivinar, en casa de sus padres —Su tono sonaba molesto y cansado.
 
Gritando impresionada Kaoruko le preguntó —¡¿Ya sabías?!
 
—Llamaste unos quince minutos tarde.
 
—Ouh, eso suena mal, discúlpame, es que no sabía dónde había dejado mi celular —El tono de la rubia la impulsó a disculparse, parecía cansada y molesta, así que supuso que esa conversación con los padres de Junna fue muy mal.
 
Con un suspiro le dijo —Igual, gracias, si consigues más información no dudes en avisarme— Kaoruko sintiéndose culpable se lo prometió y colgó.
 
El camino al departamento fue muy tranquilo, Nana seguía pensando en lo difícil que debió ser para Junna criarse entre tantas expectativas. Su familia era todo lo contrario, sus padres le daban una libertad tan grande que no sabía qué hacer con ella. Sentía constantemente que estaba sola y porque en realidad convivían muy poco, ellos trabajaban tanto que creció viéndolos poco.
 
Cuando llevó a Junna a su casa, reaccionaron como si estuvieran de acuerdo, siempre le habían dicho que tenía que tomar sus propias decisiones y ellos no intercederían. No eran los mejores padres del mundo, pero si los veía en comparación, su libertad y la falta de interés de ellos era mejor que toda esa presión y el régimen en el que tenían a Junna en su juventud.
 
Sin embargo, le parecía notar que Akio y Mai también lo estaban intentando, pero siempre tomaban el camino equivocado, no confiaban en Junna, en sus capacidades y en sus decisiones, pensaba que si tan solo se preocuparan menos por ella podrían ser buenos padres. Claro que, tenían años así, no creía que fuera posible para ellos cambiar.
 
Cuando era más joven le habría gustado sentirse más querida de parte de sus padres. Pero ahora no necesitaba nada de eso, tenía a Junna quién jamás la dejaba sentirse sola y siempre la hacía sentir amada y Junna a ella para ayudarla a no presionarse tanto y cuidar de ella. Eran todo lo que necesitaban.
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Para Junna, esa estaba siendo la peor semana de su vida. Iban ya cuatro días desde ello e intentaba seguir con su vida, pero cada mañana tenía mínimo cinco llamadas desde el número de Nana, tampoco la entendía ¿Porque seguía buscándola después de que le confesó eso? ¿Estaría esperando que la perdonase? Le sonaba descabellado.
 
Aquel lunes decidió ir al teatro, estaban en días de practicar los guiones, por lo que ella no solía hacer mucho esos días, confiaba en la capacidad de sus actores, y la guionista trabajaba con ellos constantemente. Por lo que, fue solo a distraerse, eran alrededor de las cinco de la tarde, cuando salió del teatro, fue la última en salir, y caminó a casa pensando en la rubia.
 
Trató todo el día de no pensar en Nana, incluso se sumó a las prácticas de los guiones, aunque no estuviera participando más que como directora en esa obra. Aunque había solicitado un reemplazo temporal porque pronto sería su operación, así que el trabajo estaría en manos de alguien más.
 
Frunció el ceño al escuchar las notificaciones de su teléfono sonar, no había querido bloquearla porque le parecía un poco infantil, esperaba que ella entendiera que no le respondería más, sin embargo, cada hora puntualmente recibía un mensaje, nunca entraba al chat, pero a veces leía algunos de ellos por las notificaciones, otras veces simplemente las eliminaba. Al ver la notificación leyó “Junna-chan por favor ¿Dónde estás? Hablemos de esto...”
 
Frunciendo el ceño enojada por el mensaje, apagó la pantalla dispuesta a guardarlo, pero sonó otra notificación, encendió la pantalla nuevamente “Junna-chan, por favor, he ido incluso a casa de tus padres, sé que no estás ahí, al menos déjame saber que estás bien”. Iracunda metió su teléfono en su bolsillo —Si realmente te preocuparas por mí, no habrías sido capaz de hacerme eso. Idiota. Deja de buscarme. Déjame en paz.
 
El resto del camino a casa estuvo completamente, irritada, a llegar y encontrar el departamento vacío, imaginó que Mahiru aún no había salido de la emisora y por ende, Suzu estaría esperándola, estaba sola. Encendió las luces, se quitó los zapatos y tiró su teléfono al sofá una vez llegó hasta él.
 
Molesta empezó a hablar consigo misma —Es una idiota —Estaba enojada con ella, por mentirle, por ocultarle cosas, por traicionarla —¡Como fuiste capaz de hacerme esto! — Su respiración se estaba agitando —Tantas noches que esperé por ti, tanto tiempo junto a ti, y eres capaz de traicionarme —Su voz empezó a romperse —Quisiera poder olvidarte — Lágrimas empezaron a fluir de sus ojos, por lo que tuvo que quitarse los lentes.
 
Tratando de detener sus lágrimas gritó molesta —¡Quisiera odiarte! — sin poder soportarlo más se dejó caer en el sofá de la sala, subió sus pies al sofá y se abrazó a sí misma. De alguna forma la habitación se sentía fría, las luces de Tokio que podía ver desde el ventanal, que estaba junto al sofá, eran tan opacas. Su llanto ganaba intensidad mientras se abrazaba aún más a si misma, intentando no sentirse tan sola.
 
Cerró los ojos un momento imaginando que ella estaba ahí, que la abrazaba como lo hizo siempre que estuvo triste, quería imaginar que estaba junto a ella, sin embargo, sabía que estaba sola. Repentinamente sintió unos brazos envolverse a su alrededor y aún con los ojos cerrados reconoció el aroma del perfume de Mahiru, recostándose contra ella se abrazó llorando.
 
En un susurro, mientras acariciaba su cabello Mahiru le dijo —Tranquila, todo va a estar bien.
 
Trató de detener su llanto, no le gustaba mostrar sus debilidades, pero le era imposible. Estuvo resistiendo durante cuatro días que eso sucediera, hasta ese momento la única persona que la había visto llorar alguna vez era Nana. Empezó a hipar en brazos de Mahiru, ella le seguía susurrando palabras de aliento que solo la hacían sentir peor. Hasta ese momento, no sabía que era capaz de sentirse sola en brazos de alguien más.
 
Trató de mantener la calma repitiéndose mentalmente que debía detenerse, pero, se notaba que su compañera conocía bien de consolar a otros, porque la abrazó aún más contra su pecho y le susurró —Déjalo salir, Junna-chan.
 
Al escuchar eso último comenzó a llorar con más ímpetu que antes. Y aferrándose a ella le dijo entre llanto —¿Porque?
 
Aún en voz baja le respondió —No lo sé — Y como si leyera su mente le dijo —Pero esto no es tu culpa.
 
Junna aún con la voz rota dejó salir —¿Porque me dejaste de amar? —No era muy consciente de lo que decía, todo estaba brotando de ella de manera incontrolable.
 
Mahiru soltó un suspiro abrazándola con más fuerza y le respondió sobre su cabeza —No pienses en esas cosas.
 
—¿Que hice mal? ¿No le bastó mi amor? ¿Qué me hizo falta? — Trató de limpiar sus lágrimas, pero al darse cuenta, Mahiru pasó su pulgar sobre sus mejillas desde atrás, mirándola de lado.
 
Tratándola de la forma más cariñosa y delicada posible Mahiru trataba de consolarla, recordaba que en su momento consoló a Karen de esa forma y de la misma manera a sus hermanitas cuando tenían una pelea con sus padres. Le dolía ver a su amiga así, le dijo al oído —No has hecho nada mal, ella fue quién no te supo valorar. Eres maravillosa así, Junna-chan, no te hace falta nada.
 
Su llanto estaba cediendo, ahora solo hipaba en el abrazo, sintiéndose débil del cansancio preguntó —¿Me extrañará ella también? ¿Se sentirá así también? ¿Tendrá este vacío?
 
Obligando su voz a salir Mahiru le dijo —No lo sé, pero no vale la pena pensar en eso — Recordó cuando las veía felices juntas y sintió tristeza. No podía evitar sentirse afectada al tener a Junna así entre sus brazos. Luchaba con sus impulsos de llorar.
 
En un hilo de voz susurró —¿Qué tiene ella que no tengo yo?
 
Mahiru sintió su voz agrietarse y le respondió después de tratar de calmarse —Eres mucho mejor que ella, Junna-chan —En otra situación habría sentido remordimiento de pensar eso, pero en esta, no existía esa posibilidad.
 
A eso le siguieron unos largos segundos en silencio, cuando Mahiru sintió que dejó de moverse, se dio cuenta que estaba dormida, por lo que la recostó a lo largo del sofá colocando un cojín como su almohada. Esperaría a que Suzu llegase para que la ayudara a llevarla a la cama. Por su parte caminó al baño a lavarse la cara, sin querer había terminado soltando un par de lágrimas.
 
Una vez llegó Suzu encontró a Junna dormida en el sofá, y a Mahiru comiendo sola en la pequeña mesa. Había llegado tarde porque Mahiru le había pedido que lo hiciera, le había dicho que quería hablar con Hoshimi-san, así que supuso que tenía que darles privacidad, después de quitarse los zapatos se acercó, le dio un beso de saludo, y le preguntó al separarse —¿Qué pasó?
 
Negando con su cabeza una Mahiru bastante seria le respondió —Fue una noche difícil, es todo.
 
Suzu la miró directamente y ella le regaló una suave sonrisa, por su expresión supo que había estado llorando, pero decidió no decir nada al respecto. Sentándose junto a ella le dijo —Fue un día complicado en el trabajo. Tuve que sonreír tanto que creo que tengo un calambre en las mejillas.
 
Riéndose la peli-azul caminó a la pequeña cocina y le dijo empezando a servirle la comida —¿Crees que puedas comer aún con ese calambre?
 
—Si es tu comida, Mahiru, no importa lo que tenga, siempre voy a querer comerla — su risa suave se mezcló con la de Mahiru, estaban intentando no hacer ruido.
 
Una vez volvió a la mesa empezaron a comer juntas, hasta que Mahiru le preguntó a Suzu en broma —Oye, estaba pensando ... ya que tienes calambres en las mejillas, no podré darte besos de buenas noches, ¿No?
 
Suzu se detuvo de comer uno segundo y le dijo con una sonrisa —Estoy curada, tu comida acaba de curarme — Mahiru volvió a reírse y a lo que ella se le sumó. Continuaron bromeando y hablando sobre su día mientras cenaban.
 
Alrededor de una hora después, Suzu cargó en brazos a Junna hasta la habitación, donde Mahiru la acomodó para dormir. Esta última agradecía todo el ejercicio físico que Suzu hacía para tener esa fuerza.
 
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Aquel día había sido tranquilo, un martes como cualquier otro, con excepción de que no tenía que ir al teatro y se encontraba en el departamento de Karen y Hikari.
 
La pelinegra había tenido prácticas para una obra, por lo que en el departamento solo se encontraban la rubia y la castaña. El ambiente era bastante hostil. Kaoruko le había aconsejado tratar de sacarle información a Karen, por lo que, al verla sentada en el sofá frente a la televisión, se sentó junto a ella.
 
Karen al notarla frunció el ceño enojada y le preguntó —¿Qué haces aquí?
 
Ella también frunció el entrecejo, Karen parecía verse de alguna forma más madura ahora que solía llevar el cabello suelto, al parecer lo estaba usando así desde que Hikari volvió de Inglaterra, pero ella sabía que, aunque tratara de verse más adulta, era la misma idiota de siempre. Le dolía de alguna manera que su amiga le hablase así y le respondió —Hikari-chan me dijo que me podía quedar aquí.
 
Parecía realmente irritada solo de tenerla al lado —Sí, pero yo no.
 
Anne apareció en escena y se acercó a Nana dejándose acariciar, ella le respondió — Creó recordar que el departamento es de Hikari-chan, pero si tuviera que tomar en cuenta tu opinión, también debería hacerlo con la de Anne.
 
Su teléfono sonó y ella contestó sin mirar quién era, pero al escuchar la voz de Mahiru, se levantó nerviosa del sofá y caminó a la habitación.
 
Nana sonrió suponiendo que estaba hablando con Mahiru, cuando Karen entró al cuarto, ella fue lo más sigilosamente posible al despacho de Hikari, no sabía porque, pero tenían una oficina ahí para la pelinegra junto a su habitación, en la cual solo había una computadora, un escritorio y dos sillas frente al mismo.
 
Colocó su oreja contra la pared tratando de oír.
 
Karen estaba enojada por la presencia de la rubia. Pero al recibir esa llamada esperó que fueran buenas noticias, Mahiru la saludó y ella le preguntó —¿Pasó algo, Mahiru-chan?
 
—Pues, no mucho, han sido días complicados.
 
—¿Cómo sigue Junna-chan? ¿Qué tal está ahora que vive con ustedes? — Al darse cuenta de lo que había dicho se reprendió a sí misma, no podía decir eso teniendo al enemigo tan cerca.
 
—Junna-chan ha estado... Mejor, anoche tuvo un avance.
 
La puerta del departamento de Karen se estrelló y ella supuso que se trataba de Nana, entonces le dijo a Mahiru —Humm, Nana-chan se está quedando con nosotros un tiempo, así que, ammm, que no te sorprenda si aparece por allá.
 
—Lo tengo todo bajo control.
 
Continuaron hablando un rato hasta que Mahiru tuvo que colgar. Karen por su parte decidió salir al parque junto a Anne, confiaba en que Mahiru sabía lo que hacía.
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Nana llegó al departamento de Mahiru en menos de una hora, tocó la puerta bastante desesperada. Ella abrió y le preguntó —¿Qué te trae por aquí, Nana-chan?
 
Entrando una vez Mahiru se hizo a un lado le preguntó —¿Dónde está ella?
 
—¿Quién? —Mahiru intentó hacerse la inocente. Pero sabía que Nana estaba al tanto de todo.
 
—¡Sabes de quién te estoy hablando! ¿Dónde está Junna-chan? —Sonaba completamente enojada, estaba ya desesperada.
 
Encogiéndose de hombros Mahiru le respondió —No lo sé.
 
Aún más enojada empezó a abrir todas las puertas que encontraba a su paso buscándola, no estaba en las habitaciones, no estaba en los baños, no estaba en ningún lugar ni tampoco había rastros de ella. Frustrada le preguntó —¿¡Porque estás haciendo esto!? —Sin pensarlo se había acercado a ella un par de pasos.
 
Mahiru retrocedió al notar como se acercaba de manera amenazante, entendía que estaba enojada y le preguntó —¿Si hubiera sido yo quién te llama de madrugada para decirte que mi novia me ha sido infiel no estarías haciendo lo mismo por mí?
 
—¡PERO YO NO… —El tono de su teléfono las interrumpió, tenía esperanzas de que Junna le hablase así que lo sacó para responder, su rostro enrojeció de ira al leer el nombre de Hisame.
 
Mirando a Mahiru pensaba responder, hasta que ella caminó a la puerta abriéndola —Creo que deberías irte.
 
Contestó la llamada enojada una estuvo en el pasillo a la vez que escuchaba a Mahiru cerrar la puerta—¿¡Que quieres!?
 
Sorprendida Hisame le contestó —Humm ¿Saber cómo estás? Hace unos días que no sé nada de ti y quisiera saber porque no me has contestado ningún mensaje ¿Pasó algo?
 
—Pasaron muchas cosas, no podremos vernos durante un tiempo — su enojo seguía presente en su voz.
 
La voz de Hisame le hizo saber que estaba confundida —¿Porque estás tan molesta? ¿No me dirás que pasó?
 
Se subió al ascensor mientras le decía —Es tu culpa.
 
La duda en Hisame se acrecentó —¿Qué? ¿Que hice?
 
Frustrada le contestó —En realidad es mi culpa, pero —apretando los dientes añadió — es más fácil decir que es tu culpa.
 
Hisame a este punto no entendía nada, así que insistió —¿Pero de que tienes la culpa?
 
—Junna-chan cree que le estoy siendo infiel contigo —Estaba ya abriendo la puerta del carro, se sentía bastante irritada cada vez que pensaba en ello.
 
La sorpresa desde el otro lado no se hizo esperar y le preguntó impresionada —¿Qué? ¿Cómo pasó eso?
 
Encendiendo el carro y colocando el altavoz le respondió —Ella cree que le confesé que tú y yo estamos juntas. Pero fue un mal entendido — trató de excusar su estupidez con lo que solía decirse a sí misma — He estado tan preocupada con lo de la propuesta que simplemente mi cabeza está muy distraída para el resto, así que cuando me preguntó si estaba saliendo contigo le dije sí.
 
Hisame sabía que no debía, pero no pudo evitar reírse, creía imposible que alguien fuera tan inocente para no entender una pregunta como esa, Nana escuchó su risa y solo pudo molestarse más. La castaña le dijo una vez paro de reír —¿No quieres que hable con ella?
 
Lo pensó por un minuto, en el cual estuvo en silencio, pero desistiendo le dijo — No, no quiero que vaya a tratarte mal por mi causa, después de todo, yo tengo que aclarar las cosas con ella, pero gracias.
 
Un poco más preocupada Hisame le preguntó —¿No hay nada que pueda hacer por ti?
 
Soltó un suspiro —No lo creo. Por ahora mantener la distancia es suficiente. Gracias, Hisame-chan.
 
Después de despedirse colgaron, ella se mantuvo en silencio con el rostro recostado en el timón del carro, estaba cansada de toda esa situación y empezando a preocuparse, como era que Junna había desaparecido de esa forma, ya había ido a todos los lugares donde creía que podría estar y descartaba el teatro porque para esos días ya debía estar su reemplazo en el mismo, pronto sería su operación.
 
No podía evitar sentir que todo eso era su culpa, que si hubiera sido más atenta no estaría en esa situación. Sentía que estaba colapsando. Respiró profundo un par de veces para tranquilizarse antes de arrancar con rumbo al departamento de Maya. Tampoco quería ver a Karen.

Autora: Eri1305
Autora: Eri1305