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Valentine's Day Compilation

Flowers
Akira tenía toda la mañana dándole vueltas a eso, era un martes catorce de febrero. Por su parte no había tenido que ir al teatro ese día, así que estuvo toda la mañana en una cafetería cerca de su departamento pensando en cómo ir y tocar la puerta de su casa. 
 
Minutos atrás Michiru la había llamado preguntando por lo que haría ese día, ella le dijo que planeaba ver a Shiori, entonces su mejor amiga le dijo que solo la invitara a salir. Sabía que hacer, pero no sabía cómo hacerlo. 
 
Diciéndose a sí misma que era Akira Yukishiro, y no se doblegaba por nada, se levantó de la silla en aquel café y se dispuso a caminar a casa de Shiori. 
 
De camino se topó con una floristería, así que entró y compró un ramo de rosas, pensaba que tal vez era demasiado cliché, pero todo lo que sabía, lo aprendió de libros y obras. Igual se sentía bastante confiada, el plan era simple, iba, tocaba su puerta, ella abría, le daba el ramo de rosas, y luego la invitaba a salir, súper sencillo. Cuando estuvo frente a la casa de los Yumeoji, se armó de valor y se dirigió a la puerta, una vez tocó el timbre se detuvo a esperar a que abriera. 
 
Desde adentro alguien gritó —¡Ya voy! 
 
Akira distinguió la voz de la madre de Shiori, y cuando escuchó su mano en la cerradura, metió el ramo de rosas en su bolso cual rayo. Al abrir le preguntó —Buen día ¿Qué se le ofrece? 
 
Aclarándose la garganta, actuando con tranquilidad, le preguntó —Buen día ¿Se encuentra la señorita, Yumeoji Shiori? —Ciertamente por dentro estaba repleta de nerviosismo, esa situación era demasiado sorpresiva. 
 
—Espere aquí — la señora se dió vuelta, entró nuevamente, y gritó —Shiori, cariño, te buscan. 
 
De pronto escuchó pasos y pasos por la escalera, en un minuto estaba la rubia en la puerta sonriéndole —¡Yukishiro-san! Que sorpresa.
 
Sonriéndole igual le dijo —Pasaba por aquí y decidí venir a saludar —la fachada de seriedad que tenía frente a la madre de Shiori se cayó por completo, y ahora estaba lo suficientemente nerviosa para decir eso sabiendo que era una calle en la cual no se transita ocasionalmente, mentalmente se reprendió a sí misma. 
 
Shiori le sonrió al darse cuenta de su mentira, y decidiendo ayudarla le dijo —¿Por qué no aprovechamos y salimos a comer algo? Hacía mucho que no te veía —habían pasado dos días desde que se habían visto. 
 
Akira recordó las rosas, y cuando Shiori entró buscando sus zapatos, ella revisó su bolso, dándose cuenta de que estaban hechas trizas. Soltó un suspiro porque le habría gustado dárselas. 
 
En unos veinte minutos estaban en una cafetería, le había comprado chocolates, así que esperaba también tener la oportunidad de entregárselos. 
Shiori se veía más madura y menos inocente, pero tenía en sí esa aura de dulzura que desde que la conocía la había rodeado, la veía y sólo podía pensar en un ángel. 
 
Shiori por su parte estaba leyendo el menú de la cafetería pensando en comprar un chocolate caliente, el café le parecía muy amargo para su gusto. Al levantar la mirada para preguntarle a Akira que iba a pedir, la encontró mirándola fijamente, y un rubor cubrió su rostro. 
 
Sabía que le atraía, pensaba que ese sentimiento habría acabado cuando se graduara, pero al reencontrarse una vez más, Akira seguía frecuentándola, y dándole las señales de que le atraía, le encantaba, pero sabía que su hermana sería su problema, incluso juraría que desde que Fumi creía que ellas tenían algo se había apartado de ella, su madre podría ser problema también, no había parecido muy feliz cuando Fumi les presentó a Ichie. Sin embargo, no permitiría que nadie se entrometiera en su vida, o de eso se convencía a sí misma. 
 
Aclarándose la garganta le preguntó —¿Qué vas a pedir, Yukishiro-san? 
 
Rascando su nuca en señal de nerviosismo, Akira le respondió —Pensaba pedir un café ¿Y tú? 
 
Sonriéndole le dijo —Un chocolate caliente, el café es muy amargo para mí. 
 
Intrigada Akira le preguntó, al notar la cafetería bastante vacía por ser las dos de la tarde de un día laboral —¿Tenías el día libre? — Ella por su parte había vaciado su agenda para pasar el día junto a Shiori, pero nunca había pensado si ella también estaría libre. 
 
La rubia asintió —Estaba libre hoy, tenía que ir a una sesión de fotos, pero la dejaron para mañana, así que, aquí estoy —En realidad ella había pedido que movieran la sesión al día siguiente, porque estaba esperando encontrarse con Akira aquel día tan especial. 
 
Akira asintió levantándose —Disculpa, Shiori —al decir su nombre un sonrojo se apoderó de sus mejillas —Voy al baño. 
 
La rubia asintió —adelante —La vió irse. Cuando desapareció de su rango de visión tomó el bolso de Akira que yacía junto a su silla, pensando en mantenerlo cerca para cuidarlo mejor, pero al ver un color rojo dentro, lo abrió invadida por la curiosidad. Se empezó a reír al notar que había un ramo de rosas marchitas dentro. Lo volvió a acomodar, y pidió el café y su chocolate. 
 
Después de unos minutos Akira volvió sonriéndole, Shiori se decía a si misma que posiblemente había ido a recobrar confianza, le parecía cruel pensar así, pero ver a alguien como ella fuera de su papel de perfección, era algo que algo que la hacía sentir importante. 
 
Cuando Akira regresó, y se sentó, Shiori le preguntó un poco nerviosa —¿Por qué llevas flores en tu bolso? ¿Son para alguien más? —Sabía que no eran para alguien más, solo quería hacerla hablar. 
 
Akira se sorprendió y tratando de mantener su compostura le dijo —En realidad —hizo una pausa reconociendo que lo que diría era muy penoso —Eran para ti, pero... Cuando tu madre abrió la puerta, las metí en mi bolso. Lo siento. 
 
Conmovida la rubia tomó sus manos sobre la mesa, y le preguntó mirándola con una sonrisa —¿Por qué las escondiste? 
 
Akira soltó un suspiro para tratar de controlarse, y desvío ligeramente la mirada respondiéndole —Es que, no quería meterte en problemas con tu familia, ni con Fumi-san —Omitió que podría ser vergonzoso, porque no era un punto importante. 
 
La rubia colocó una de sus manos en la mejilla de Akira invitándola a mirarla, sus ojos se volvieron a encontrar con los de Shiori, y una vez más se perdió en ella. 
 
La más joven aprovechando que sus ojos aún estaban sobre los suyos le dijo — La única opinión que debería importarte es la mía. La única persona que debería ponerte nerviosa soy yo. 
 
La aludida no pudo evitar sonreír suavemente a la vez que la miraba con ternura, y sacando el ramo de rosas junto con la cajita de chocolates se los entregó —Feliz San Valentín. 
 
Sonrojada, Shiori reía divertida al ver el ramo de rosas marchitas. Cosa que Akira imitó. 
 
A Shiori le parecía que, aunque las sonrisas de Akira fueran tan poco animadas y frecuentes, le hacían sentir feliz y especial, ya que eran algo que solo ella podía apreciar. Esos gestos eran lo que la habían llevado a estar ahí incluso después de tres años desde que se había enamorado de ella. 
 
Sacando de su bolso un peluche de tiburón con una botella de picante le dijo —Lo siento, Akira —al darse cuenta de que dijo su nombre pensó en corregirse, pero el rubor en el rostro de su acompañante le dijo que había sido una excelente idea —no sabía que regalarte, pero cuando vi este tiburón me acordé de ti, así que te lo traje. Aunque también te traje esta botella de picante, por si no te gusta el tiburón —colocando sus manos frente a si le rogó — disculpa. 
 
Tomando el tiburón y el picante Akira con una sonrisa ligera le hizo sentir tu agradecimiento —Quién debería pedir disculpas soy yo, por arruinar tus flores. 
 
Shiori volvió a reírse al recordar el incidente, colocó una vez más sus manos sobre las de Akira en la mesa, llamando su atención. Akira la miraba con una sonrisa, no importaba contra quién tuviera que luchar, iba a hacer todo lo posible para estar con ella y hacerla sonreír el resto de su vida. 

Time 
Maya estaba en el teatro practicando el piano en ese momento, eran las dos de la tarde de un martes catorce de febrero, a su suerte salía a las cuatro. Al ver el reloj decidió escribirle a Claudine para saber cómo iba su día. 
 
En mensajería: 
 
Maya: Coment se pase votre 14 fevrier ? (¿Cómo va tu 14 de febrero?). 
 
Claudine: Deja de escribir en francés, lo haces fatal. 
 
Maya: Parece que te va mal si tienes ese humor. 
 
Claudine: Estamos en medio de una sesión de fotos, y resulta que suena mi teléfono cuando estoy por tomar la última, pero justo era tu notificación. 
 
Maya: Imagino tu rostro de felicidad al ver que era yo, seguro hasta me tienes un sonido especial, que linda eres. 
 
Claudine: Je vais te tuer, idiot (Te voy a matar, idiota). 
 
Maya: Que extraña forma de decirme que quieres salir ¿A dónde quieres ir Ma Claudine? 
 
Su sonrisa se acrecentó al enviar ese mensaje, le encantaba molestarla. 
 
Claudine: ¿Estás segura de que estamos en el mismo chat? 
 
Claudine: Igual no lo sé, después de arruinar mi sesión de fotos no esperes chocolates. 
 
Maya: Pasaré por ti a las cuatro y treinta, no olvides enviarme tu ubicación. 
 
Claudine: Estaré en casa de mi amante, ¿Realmente quieres mi ubicación? 
 
La rubia quería fastidiarla también, así que esperaba su respuesta con una sonrisa divertida. 
 
Maya: Ah, no te preocupes, sé dónde vivimos, mon chéri. 
 
Claudine: Idiota, me voy, estoy volviendo al departamento, hablamos luego... 
 
Maya: Estoy "practicando" piano, pero ya casi acaba el receso, cuídate, nos vemos. 
 
Las horas pasaron a un ritmo rápido, ahora Maya estaba junto a Claudine en el parque Odaiba Seaside después de pasar por ella. 
 
Justo en ese momento miraban el atardecer. Eran las seis de la tarde, y el sol se ocultaba. Maya tocaba su bolsillo cada tanto como si tratara de asegurarse de que llevaba algo consigo.
 
Repentinamente Claudine soltó, rompiendo el silencio —El atardecer siempre me recuerda París. 
 
—¿Puedo preguntar por qué? — trató de continuar la conversación. 
 
—Vi muchos atardeceres en mi amada Francia, antes de venir a Japón, supongo que es lo normal, que te acuerdes de aquel que fue tu hogar durante tanto tiempo. Seguro Hikari siente lo mismo a veces — en su rostro habitaba una nostalgia. 
 
Sonriéndole con ternura Maya le respondió —Supongo que es lo que siento cuando te vas durante días a Francia. 
 
Confesó con un rubor—Posiblemente haya sentido lo mismo respecto a ti. 
 
—¿Eso significa que eres mi hogar? — La inocencia en la pregunta, le hizo a Claudine saber que Maya seguía siendo esa chica que todo lo que sabía del amor lo había aprendido junto a ella, y aún tenía muchas dudas. 
 
Mirando a su alrededor la rubia notó que el lugar estaba vacío, la playa tenía una o dos personas ocasionalmente, suponía que, porque todos estaban muy concentrados en ir a restaurantes, o a Karaokes, o comprando chocolates de último momento, también podría ser porque se hacía de noche y era un día laboral. Parecía todo tan tranquilo, cuando miró a Maya nuevamente solo pudo sonreír —Eres mi hogar. 
 
La castaña tomó su rostro entre una de sus manos, haciéndola sonrojar, y le dijo mirándola a los ojos —Puedes estar en Europa o en América, pero siempre, siempre, quiero ser el lugar al que puedas volver. 
 
Sonriéndole con ternura Claudine se acarició contra su mano y le susurró cerrando sus ojos —Ya lo eres. 
 
Maya aprovechó el momento para acercarse a sus labios, dándole un suave beso, que le fue correspondido con amor. Al separarse le susurró juntando su frente con la de ella —Ma Claudine, Cásate conmigo. 
 
La rubia abrió los ojos nuevamente saliendo de su ensimismamiento y le dijo ruborizada —¡¿Qué?! 
 
Soltando su rostro Maya buscó en su bolsillo el anillo y arrodillándose, como había leído alguna vez que se hacía en Europa, le dijo tendiéndoselo —Saijo Claudine ¿Quieres casarte conmigo? 
 
La rubia entró en caos, estaba feliz porque Maya quería dar un paso tan importante y unir sus vidas, quería que fueran una familia, ella, Maya y Shiro, pero recordando su situación familiar, donde su madre y padre odiaban a Maya, se dijo a si misma que no podía aceptarlo, lo cual le dolía infinitamente, sus ojos por la emoción comenzaron a soltar lágrimas y la castaña al verla así se levantó del suelo abrazándola. Entre lágrimas le respondió —No, aún no estoy lista. Te amo, pero... 
 
Maya empezó a reír, interrumpiéndola, mientras guardaba el anillo en el bolsillo de su abrigo una vez más. Estaba triste, pero le relajaba saber que no se trataba de que no la amaba, si no, que aún no era tiempo. Separándose del abrazo tomó su rostro entre sus manos y comenzó a besar sus lágrimas con devoción. 
 
Riéndose avergonzada la rubia le dijo —Maya, detente, estamos fuera de casa. 
 
La castaña le dió un beso en los labios en el que Claudine sintió su tristeza, una vez lo rompieron, Maya la abrazó por cintura como solía hacer cuando se sentía posesiva —¿Quieres ir a cenar en algún restaurante? 
 
Asintiendo le respondió —¿Qué tal algo de comida francesa? —Con el ceño fruncido añadió —Por cierto ¿No van muy rápido con eso del matrimonio ustedes los japoneses? En mi país la gente se casa a los treinta años. 
 
Con una sonrisa confiada Maya le dijo —No he perdido aún. 
 
Mirándola intrigada le preguntó —¿Estás viendo esto como una competencia? 
 
Una sonrisa burlona adornaba su rostro mientras le decía —Si hago que aceptes habrás perdido. 
 
Cruzándose de brazos Claudine le contestó —Harás qué no acepte nunca —sabía que Maya estaba tratando de tomárselo con humor —de hecho ¿Qué fue esa proposición?
 
Avergonzada se defendió —No lo sé, solo sentí que era el momento, así que lo hice. 
 
Sonriendo soltó —¿Has estado pensando mucho en esto? Fue repentino. 
 
Ella asintió —Alrededor de tres meses, pero, parece que no fue suficiente. 
 
Claudine vió a un par de parejas pasar tomadas de las manos y con ramos de rosas, así que recordó que día era y le dijo alegre — ¡Ah sí! Feliz San Valentín. 
 
—Gracias, feliz San Valentín —Maya estaba algo distraída porque se estaban acercando al área de restaurantes. 
Claudine entonces tomó su mano y ella sintió que le estaba dando algo. La conocía lo suficiente para saber qué hacía eso cuando estaba avergonzada. Al soltarla levantó su mano para ver que era, y pudo distinguir un collar con la inicial C. Intrigada le preguntó —¿Qué significa esto? 
 
—En mi país se suelen regalar collares con tu inicial a tu pareja y en cambio tener uno igual. Creo haber visto a chicas de Seisho hacer esto también ¿Nunca has hecho esto antes? — A Claudine le intrigaba lo poco que Maya sabía sobre relaciones. Cuando la castaña la miró le mostró el suyo, avergonzada, en el cual habitaba la letra M. 
 
—Que linda eres, lo voy a usar todos los días —Estaba verdaderamente conmovida, pensando en molestarla le dijo —Yo te iba a regalar un anillo, ¿No lo quieres? 
 
La rubia comenzó a reír mientras entraban al restaurante —Buen intento —Mirando la sonrisa de Maya sabía que no importaba que tanto tiempo pasara, ella solo quería estar junto a esa molesta castaña. 

Let me take care of you
Tamao estaba saliendo del trabajo aquel catorce de febrero, eran las cuatro de la tarde. Ella y Yuyuko estuvieron de acuerdo en que era un día para no ser tan estrictas, por lo que dejaron ir a sus estudiantes antes, así que planeaba llamar a Rui para preguntarle si tenía la noche libre. 
El día anterior mientras veía uno de sus dramas empezó a preguntarse cuando había hecho algo para hacer sentir a la castaña lo agradecida que estaba de tenerla con ella, así que su idea era mostrarle su agradecimiento con acciones.
 
Mientras caminaba a casa la llamó —¿Rui?
 
La castaña que estaba saliendo del set de grabación le contestó —¿Tamao-senpai?
 
Convenciéndose de hacer las cosas como las haría Rui o, ella pensaba que las haría ella, molesta le respondió —Soy Tamao para ti, ya no soy tu senpai, soy tu novia.
 
Rui se ruborizó a más no poder y cubrió su rostro con sus manos avergonzada, las personas que pasaban junto a ella la miraron curiosos un segundo antes de seguir sus caminos, entonces le dijo —¿Tamao? ¿Qué pasó?
 
Riéndose al oír su tono avergonzado le preguntó —¿Es tan extraño que te llame?
 
Con un tono dudoso Rui le dijo —Pues... Quién suele llamar soy yo, así que supongo que sí.
 
Aclarándose la garganta ruborizándose Tamao se convenció de preguntarle —¿Harás algo esta noche? 
 
Con un tono pensativo le respondió —Creo que no... ¿Porque? ¿Quieres...?
 
Avergonzada Tamao la interrumpió gritándole —¿¡QUIERES SALIR CONMIGO ESTA NOCHE?!
 
Rui quién iba del otro lado de la calle en sentido contrario al escucharla gritar la volteó a mirar y le gritó de vuelta —¡SÍ!
 
Riéndose cruzaron a encontrarse avergonzadas. Una moto se detuvo junto a ellas dos, llevaba dos personas, quién conducía les dijo —Por favor, tengan un poco de amor propio. 
 
Frunciendo el ceño Rui reconoció la voz de Futaba y le respondió —¡Cállate!
 
Kaoruko le dijo a Tamao —Ara ara, feliz día del amor... Porque parece que hoy vas a tener mucho... 
 
Tamao la interrumpió rápidamente, evitando que dijera algo absurdo y vergonzoso, diciéndole —Feliz día para ti también ¿Van a cenar o algo? 
 
Rui y Futaba estaban teniendo una conversación extraña sobre motos y carros, la más alta parecía decirle a Futaba que planeaba comprarse una de las dos cosas, pero no decidía cual. 
 
Por su parte Kaoruko y Tamao no les ponían atención, la chica en la moto le respondió —Vamos a dar una vuelta antes de regresar a casa, ¡Quiero ir a la playa al anochecer! 
 
Al escucharla Futaba comprobó su reloj, dándose cuenta que eran las cinco y treinta, sonriéndoles les dijo —Creo que deberíamos ir yéndonos, si nos demoramos más no llegamos a tiempo. 
 
Kaoruko se abrazó a ella nuevamente mientras les decía —Cuídense, no hagan el ridículo con tanto descaro. 
 
Con el ceño fruncido Tamao y Rui se despidieron de ellas, saludándolas con las manos. Rui le dijo a Tamao viéndolas ir —Son muy molestas, pero también buenas amigas. 
 
—Y que lo digas, Kaoruko además es inoportuna —volteando a mirarla Tamao le dijo —¿A dónde quieres ir? Me gustaría caminar un rato. 
 
Rui le preguntó —¿Qué tal si vamos a algún parque aquí cerca? —Su acompañante asintió y empezaron a caminar. 
 
Después de unos minutos Tamao se dió cuenta de que Rui estaba rozando su mano, posiblemente tratando de tomársela, diciéndose a sí misma que tuviera valor, tomó la mano de la castaña, a la cual el rostro se le ruborizó y sonrió contenta. Preguntándose qué pasaría si se acercase más, Tamao la tomó del brazo y se pegó a ella mientras caminaban, Rui la volteó a mirar y al encontrarla esperando su reacción le dijo —Me vas a matar de amor. 
 
Riéndose la peli-azul le preguntó —¿Eres capaz de besarme, pero no de acercarte así a mí? 
 
Avergonzada le dijo —no lo entiendes, eres tan linda que me podría morir. 
 
Sonrojándose le respondió —tú también eres muy linda... —Rui le quitó la mirada se colocó una mano sobre el pecho, juraría que a ese ritmo le daría un paro cardíaco. 
 
Cuando llegaron al parque y se sentaron a mirar al atardecer en una banca, la castaña le dijo de pronto —Te extrañé tanto en Tokio. 
 
Tamao se comenzó a reír avergonzada y le dijo —No estábamos tan lejos si yo también te estaba extrañando.
 
Rui le miró con una sonrisa y le preguntó —¿Qué te pasa hoy? Estás más dulce de lo habitual. 
 
Sintiéndose descubierta la más baja le contestó —Es que, quería agradecerte por todo lo que siempre haces por mí, así que quise tratarte tan bien como lo haces conmigo. 
 
Frunciendo el ceño Rui se puso a pensar en las veces que había sido tan descarada con su comportamiento hacia ella, pero al ver la sonrisa de Tamao solo pudo soltar un suspiro y recostar su cabeza contra su hombro —Pero si todo lo que hago por ti es en agradecimiento. 
 
Tamao la miró con una sonrisa y le susurró al tenerla tan cerca —¿Por qué eres tan perfecta? 
 
Sonriendo ruborizada le respondió —Porque te amo. 
 
Colocando sus manos en su rostro erizada, de un color rojo carmín le dijo —Me vas a matar. 
 
Riéndose Rui le preguntó —¿Así que también te sientes así? 
 
—Si no le bajas la intensidad me puede dar un paro cardíaco — su risa se mezcló con la de Rui, quién pensaba en lo linda que era Tamao.
 
Rui buscó en los bolsillos de su abrigo y sacando algo le dijo a la peli-azul —¡Hey! Es cierto, hablando del corazón. Mira lo que te compré como regalo. 
 
Tamao esperaba algo impactante, sin embargo, Rui abrió la caja y dentro yacían semillas de flores, sonriendo contenta le dijo —Deberías ayudarme a sembrarlas en algún lugar donde podamos encargarnos de ellas juntas.
 
Sonriéndole al verla contenta por el regalo le preguntó —¿Qué tal si les hacemos un espacio en mi departamento? Puedes ir cuando quieras, es tuyo también. Te debo demasiado, y ahora que puedo estar contigo, haré todo para agradecerte. 
 
Buscando en su bolso Tamao sacó una cajita y tendiéndosela a Rui le dijo —Feliz San Valentín... 
 
Tomando los chocolates Rui la miró enternecida y le dijo —Vamos a comer sushi esta noche, también quiero darte algo comestible. 
 
La más baja sonrió contenta levantándose, ya eran las siete de la noche, tenía muchas ganas de cenar. Rui al ver su emoción empezó a reír y le tomó la mano dejándose guiar al restaurante más cercano. Tamao se decía a si misma que era una pena no poder llevarla al restaurante de su familia, porque seguramente se volvería un caos, pero que algún día la llevaría. 
 
En su relación no había habido algo como una proposición entre ambas, pero sabían que estaban en una relación porque hacían todo lo que se hacía en una relación, les parecía lindo que fuera así, porque sentían que lo suyo sucedió con tanta naturalidad que no había necesidad de una propuesta. Aunque Rui junto a Tamao habían estado de acuerdo a celebrarlo el último día de cada mes. 

BIG NEWS
Hikari se encontraba caminando en un parque de Tokio junto a su mascota preciada, habían decidido salir a pasear ya que estaban celebrando el día de la amistad, Karen por su parte estaba arriesgando su vida aprendiendo a conducir. Ella al igual que Junna creía que era una idea descabellada, pero si Nana se atrevía a arriesgar su vida, no era quién para decirle que no. 
 
Por eso aprovechó el día para pasarlo junto a su adorada amiga, Anne. Tenían unos diez minutos caminando por el parque, iban al área central para poder soltarla y jugar un rato. 
 
Una vez en un área un poco vacía, porque el parque tenía una cantidad considerable de personas, le soltó la correa. Ella se puso a correr en círculos por la hierba mientras Hikari sonreía viéndola ir. Repentinamente la pelinegra solo pudo ver como tiraba a alguien al suelo y este le gritaba que por favor le dejara ir. Se acercó corriendo por estaba preocupada de que le estuviera mordiendo el rostro a alguien, soltó un suspiro más relajada al ver a Fumi siendo lamida por su mascota. 
 
Quitándosela de encima y ayudándola a levantarse le dijo —¿Por qué mi mascota te reconoce y juega contigo? 
 
—Estuvo un día en mi departamento, así que nos conocemos, diría que somos amigas— acariciando la cabeza de Anne le preguntó a Hikari —¿Cómo has estado estos días, Kagura-san? 
 
Encogiéndose de hombros le respondió —Diría que bien, han sido días tranquilos, por eso he decidido salir hoy a pasarlo con Anne.
 
Conmovida Fumi le dijo —¿Me puedo unir? Iba a ir a comprar ponzu, pero cuando tienes a una cosita tan linda como esta —le decía a Anne acariciándole el cuello —todo puede esperar. 
 
Se encogió de hombros y le dijo —Le gusta correr, así que debes estar dispuesta a correr con ella. 
 
Fumi asintió con una sonrisa confiada y le dijo —Estoy acostumbrada a correr ¿Qué vamos a jugar? 
 
Hikari le dijo bromeando, pero con un tono serio —Yo le tiro la pelota y ella la busca. 
 
Fumi corrió al otro extremo del pequeño espacio del parque y le grito —¡Tirame la pelota, Kagura-san! 
 
Hikari frunció el ceño antes de lanzársela y se dijo a si misma al ver a Anne correr tras ella —Yo quería que ella correteara la pelota junto a Anne. 
 
Después de una hora jugando empezaron a oír la sirena de la policía y, cansadas se sentaron en la hierba mientras Anne seguía corriendo sola por el parque. Fumi la volteó a mirar y le preguntó intrigada —¿Qué podría ser eso que tiene tan agitada la ciudad? 
 
Hikari se encogió de hombros —Nunca falta el loco que pone a la policía a trabajar. 
 
Fumi asintió y le preguntó —¿Cómo decidiste tener un perro? 
 
Hikari miró a Anne y con una sonrisa, que hizo a Fumi sorprenderse, le respondió —Creo que en el pasado no era tan partidaria de los perros, pero Karen no es amiga de los gatos, con toda esa energía tendría al gato cansado de ella, así que decidí conseguir un animal que tenga la misma cantidad de energía que ella. Ahora no me arrepiento en lo absoluto. Pensé en comprar un perro, pero Karen en su momento me convenció de adoptar uno, ella es mitad labrador, mitad, alguna otra raza, pero parece labrador completo, así que la gente suele pensar que la compramos, pero en realidad es adoptada. 
 
Fumi estaba impactada, era la primera vez que escuchaba a Hikari hablar tanto y le dijo —parece que realmente te dedicas a los perros ahora, ¿No? 
 
Hikari asintió mientras se levantaba y corría tras de Anne, haciéndola corretearle, Fumi empezó a reírse mirándolas, para luego sumárseles en el circuito, Anne estaba jugando a atraparlas a ambas. 
 
Se hicieron las seis de la tarde entre juegos, una vez recogían sus cosas el teléfono de Hikari sonó con una notificación, era Maya, que le informaba que las cosas habían salido mal. Soltó un suspiró y le dijo a Fumi mientras le daba la correa —¿Podrías ponerle la correa? Vamos a volver a casa. 
 
La rubia asintió, llena de curiosidad al ver en Hikari una expresión tan complicada, parecía molesta, y le preguntó —¿Estás bien? 
 
Maya le estaba contando que estaba en el baño del restaurante escribiéndole y que Claudine la había rechazado. Ella sabía que la castaña le pediría matrimonio a la rubia, pero ese resultado no era el que esperaban, sin embargo, entendía como se debía estar sintiendo Maya de desilusionada. Respondiéndole a Fumi le dijo —Acaban de rechazar a alguien ¿Qué le dices para que se anime? 
 
Con una expresión confiada Fumi le dijo —Dile que no se preocupe, que tendrá más oportunidades en el futuro y que siempre hay posibilidades, que no ha perdido la guerra, sólo una batalla. 
 
Hikari le escribió "No te preocupes, no perdiste aún, la batalla fue declarada, pero no la guerra" 
 
Fumi vió el mensaje a tiempo antes de que lo enviase y le arrebató el teléfono, y lo corrigió, reprochándole le dijo —Cielos, Kagura-san, casi deprimes aún más a tu amiga. Me preocupa tu retentiva. 
 
Con una pequeña risa Hikari le dijo —Solo estaba bromeando contigo ¿Te imaginas una actriz sin retentiva? 
 
Fumi se dijo a si misma que era la primera vez en toda su vida, que veía a Kagura-san reírse, y comenzó a reírse junto con ella, Anne quién estaba ya con la correa puesta las miraba curiosa. 
 
Repentinamente el teléfono de Hikari sonó, y al contestar escuchó la voz de Karen del otro lado —¿Hikari-chan? ¿Cómo estás? 
 
Fruncido el ceño le preguntó —¿Qué pasó? ¿Ya volviste a casa? 
 
Riéndose nerviosa Karen le dijo —Creo que puede ser que hoy no vuelva. 
 
Con un tono más molesto le preguntó —¿Dónde vas a quedarte y con quién? ¿Justo un catorce de febrero? 
 
—¿Qué te he dicho de ser posesiva? —Karen ahora también sonaba molesta. 
 
Hikari le dijo —Te voy a colgar y ya está, no me digas nada. 
 
Rogando le dijo —No, no, no, no cuelgues, solo tengo una llamada, me voy a quedar con Ichie-chan y Nana-chan si no vienes por mí. 
 
Hikari le preguntó —¿Dónde estás? 
 
Riéndose avergonzada le respondió —En la comisaría cerca del departamento, hum, pasaron cosas, acá te cuento. 
 
Con un suspiro frustrada le dijo —Voy para allá, espérame. 
 
Una vez colgó, el teléfono de Fumi empezó a sonar, al sacarlo de su bolsillo y al contestar escuchó a Ichie —¿Fumi-sama? Disculpa que te llame repentinamente, lo que pasa es que, estoy varada en un lugar. Y necesito que vengas por mí. 
 
Fumi le respondió —Déjame adivinar, ¿Estás perdida en la estación del tren? 
 
Hikari le susurró —Prepárate, porque te va a sorprender. 
 
Fumi sin entender nada la miró con duda, Ichie le dijo desde el otro lado —En realidad estoy en la comisaría con Karen-chan y Nana-chan... 
 
Soltando un suspiro pesado le dijo —¿Qué hiciste ahora? 
 
—Acá te explico. 
 
Una vez colgó, Hikari le preguntó —¿Me acompañas al departamento? Voy a dejar a Anne antes de ir. 
 
Fumi asintió encogiéndose de hombros —Si ya han estado allá por sabrá cuántas horas, un par más no les hace daño. 
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Saliendo de un teatro en el centro de Tokio, Junna recibió una llamada, miró el teléfono, curiosa porque la estaba llamando un número desconocido y no tenía los números de un celular, contestando preguntó —¿Aló? 
 
Nana le respondió del otro lado —Buenas noches, Junna-chan. Hoy ha pasado algo muy... Es que si te lo cuento por teléfono no te lo crees. 
 
Con el ceño fruncido le preguntó —¿Qué pasó? ¿Por qué llamas tan repentinamente? ¿No quedamos de vernos en treinta minutos? 
 
Con una risa Nana le dijo —Creo que vamos a tener que acelerar la hora de encuentro. 
 
Frunciendo aún más el ceño y colocando un tono molesto le dijo —Daiba, dime que pasa. 
 
Nana en broma le preguntó —¿Qué piensas de las visitas conyugales? 
 
—Te voy a matar ¿En qué cuartel estás? ¿Qué hiciste ahora? 
 
Riéndose le respondió —Ven por mí, acá te cuento. Por cierto, estoy con Karen-chan e Ichie-chan. Así que puedes asumir que todo es su culpa. 
 
Cuando Nana colgó, Junna solo pudo llamar a Hikari para averiguar dónde estaban. 
 
Ese grupo de chicas y un auto, Junna solo podía imaginar lo peor. 

Time to run
Karen esa mañana del catorce de febrero le había pedido a Nana que le enseñase a manejar, jamás pensó que fuera ese mismo día, pero Nana le dijo que tenía tiempo libre así que planearon verse alrededor de las dos de la tarde, a Junna le parecía una idea descabellada, pero la rubia creía fervientemente en ella.
 
Se encontraron a las dos, Nana le dió a Karen las instrucciones básicas y se sentó en el asiento del copiloto, mientras la corregía y guiaba, ya tenían una hora en eso.
La rubia le pidió que se estacionara frente a un mini super porque debía bajarse a comprar algo, a lo que Karen haciendo su mejor esfuerzo parqueó el carro y ella se bajó.
 
Mientras buscaba en la estéreo algo con que distraerse durante el tiempo que esperaba a Nana, escuchó la puerta del carro abrirse y alguien sentarse en el asiento del copiloto, al voltear a mirar creyendo que era la rubia se encontró a alguien con un abrigo negro con una capucha y una mascarilla negra. Por la sorpresa soltó un grito — ¡¡Oh por los Dioses!! ¡No me hagas daño por favor!
 
Riéndose Ichie le dijo a la vez que se bajaba la capucha —Karen-chan, tranquila, solo soy yo.
 
Colocando su rostro sobre el volante con un suspiro le dijo —No juegues así con mi sistema nervioso.
 
—¿Karen-chan? ¿Estás bien? Acabas de decir algo muy inteligente, ¿No quieres ir al hospital? —Ichie se burlaba de ella.
 
Frunciendo el ceño le respondió —Tu acabas de decir algo razonable, ¿Estás segura de que no quieres que te baje del carro?
 
Ichie al escuchar la palabra carro miró por el retrovisor y poniéndose ansiosa le dijo a Karen —Me están siguiendo, tienes que sacarme de aquí o nos pueden suceder cosas malas.
 
Karen miró por el retrovisor y vió una camioneta negra estacionada dos locales detrás de ella y a un tipo mirando el carro donde estaban, inquietándose le preguntó a Ichie —¿Estás segura de que te están siguiendo?
 
Ichie juntó sus manos frente a ella y le rogó —Por favor, ayúdame a salir de aquí, me ha seguido desde casa hasta, creo que me quieren secuestrar.
 
Karen quitó el freno de mano poniéndose nerviosa y arrancó pensando en ir a su departamento y llamar a la policía. Al notar que la camioneta iba tras su carro se puso aún más nerviosa.
 
Nana quien estaba casi en la caja escuchó el motor de su auto y salió corriendo del local metiéndose las galletas, que iba a comprar para comer con Karen, en el bolsillo y correr tras el carro.
La castaña no se atrevía a manejar con mucha velocidad en calles transitadas, por lo que Nana estaba bastante cerca del mismo, de pronto escucharon las sirenas de la policía y Karen miraba a Ichie con terror.
Nana las alcanzó, cuando Karen al notarla bajó aún más la velocidad, y abriendo la puerta de atrás se metió.
 
Una vez la rubia estaba dentro del carro la castaña les gritó —¡¡No quiero ir a la cárcel!!
 
Ichie mirando por el retrovisor al carro de policía que las seguía, le dijo a Karen riéndose cual victoriosa —Han dejado de seguirme.
 
Nana se dio la vuelta y les gritó —¡Nos está siguiendo la policía!
 
Karen asintió y le preguntó a la rubia mirándola por el retrovisor—¿Ahora qué debo hacer?
 
Nana le hizo seña de no preocuparse —El carro es automático, así que tu solo acelera. Te diré por dónde ir para perderlos.
 
Ichie la volteó a mirar emocionada —¿Has hecho esto antes?
 
Nana la ignoró y le preguntó a Karen —¿Qué hace ella aquí?
 
La castaña quien iba sudando de los nervios le respondió —¿Cómo puedes estar tan tranquila en esta situación?
 
—Soy actriz, no estoy tranquila, te hago creer que lo estoy. De hecho, creo que se me subió la presión de pensar que si nos chocamos voy a deberle a la empresa la letra de un carro que no sirve. 
 
Ichie le pasó una lata de cerveza —Toma, alguna vez alguien me dijo que siempre es buena idea cargar alcohol en tu cartera.
 
Karen la volteó a mirar con el ceño fruncido —Creo que se referían a alcohol de farmacia.
 
Con absurda inocencia la peli lavanda les preguntó —¿Ah ese también se toma?
 
Nana le respondió con una carcajada —No lo intentes, sabe horrible.
 
Karen la miró por el retrovisor anonadada. La rubia le gritó —¡Karen-chan mira el camino! —una vez lo hizo, añadió —en la siguiente ve a la izquierda.
 
Ichie le gritó al ver la patrulla acercarse peligrosamente —¡¡ACELERÁÁÁ!!
 
Al borde del colapso la castaña recordó que las seguía la policía y pisó el acelerador.
 
Nana le preguntó a Ichie al verla distraída mientras abría la lata de cerveza—¿Qué haces aquí?
 
—Ah, alguien me estaba siguiendo, así que cuando vi a Karen-chan me subí al carro y le dije que me sacara de ahí— Lo contaba como si de una anécdota graciosa se tratase.
 
La rubia le gritó —¡ES TU CULPA QUE NOS ESTÉ SIGUIENDO LA POLICÍA! Ahora por tu culpa Karen-chan va ir cinco años a prisión por conducir sin licencia y a mí me van a encerrar por robar cuando tenga que pagar el carro y me hayan despedido.
 
Karen tomando una curva les gritó alterada —¡NO QUIERO IR A PRISIÓN, HIKARI-CHAN ME VA A MATAR!
 
Nana le dijo, mientras se agarraba la cabeza con una mano y con la otra le daba un trago a la cerveza —Ahora creo que se me bajó la presión, Junna-chan me va a matar para cobrar el seguro de mis dos trabajos y así pagar el carro.
 
Ichie se mantenía tranquila y le dijo a Karen —Iré a visitarte.
 
Frunciendo el ceño la castaña le dijo —Por tu culpa no podré volver a ver a mi hija.
 
Ichie le preguntó —¿Tienes una hija? ¿Qué método utilizaron?
 
Nana le respondió riéndose —La adopción.
 
—¡BANANA! ¿¡A dónde vamos ahora?! —Karen le rogaba una respuesta presa del miedo
 
—No me llames banana y ve a la derecha, por hoy iremos a Fukui para despistarlos y mañana cuando hayamos cambiado de placa a Kioto, nos mudaremos un tiempo a la montaña —Sonaba super seria con ese plan.
 
Poniéndose más seria Ichie le preguntó —¿Por cuánto tiempo nos mudaremos? No puedo llegar después de las diez.
 
Karen miró a Nana por el retrovisor y se dió cuenta que ahora las seguían dos carros de policía, pero venían a una distancia considerable. Le preguntó poniéndose más seria —¿Qué le vas a decir a Jun Jun cuando se entere de esto?
 
Soltando un suspiro ocultando la lata de cerveza debajo del asiento del copiloto le dijo —Es cierto, orillate, veamos que quieren, cualquier cosa les decimos que no paraste porque no te diste cuenta que nos seguían —Haciéndole señas le dijo a Ichie que cambiaran de asiento, aún con el carro en movimiento se pasaron dentro del mismo, Ichie al asiento de atrás y Nana de copiloto.
 
—¡No me van a creer! —Karen estaba completamente horrorizada. 
 
La rubia le contestó —Entonces digamos que ella —señaló a los asientos de atrás— nos obligó a conducir diciendo que si parábamos explotaría el carro.
 
Karen orilló el carro convencida por la idea de Nana. Ichie comenzó a rogar —POR FAVOR NO DIGAN ESO, FUMI ME VA A MATAR Y MI MADRE TAMBIÉN.
 
Uno de los carros de policía se detuvo detrás de ellas, mientras el otro continuó su camino, el momento en que Karen bajó el vidrio y el oficial las vió les pidió la licencia, Nana le explicó que estaba enseñándole a conducir, por lo que Karen aún no tenía, y lo que había sucedido es que cada vez que quería frenar pisaba sin querer el acelerador, pero que tampoco frenaron porque pensaba que estaba siguiendo al carro negro que iba frente a ellas. El policía las hizo seguirlo hasta la comisaría más cercana y luego las metió en una celda.
 
Una vez ahí Ichie le susurraba a Karen —No quiero ir a prisión.
 
Nana quien se veía más confiada les decía —Tranquilas, conozco un buen abogado.
 
Karen quien estaba tratando de no llorar le respondió —No hables como si fuéramos delincuentes.
 
Eran las siete de la noche cuando Hikari llegó junto a Fumi, y minutos después Junna.
La pelinegra le preguntó a Karen —¿Cómo sucedió esto?
 
Encogiéndose la castaña le respondió —Estaba conduciendo un carro sin licencia en una persecución.
 
Frunciendo el ceño le preguntó —¿Sabes lo que mi padre me va a decir cuando se entere de esto?
 
Rascando su nuca le respondió —No tiene por qué enterarse.
 
—Es cierto, puedo silenciar gente con un par de billetes —Su sonrisa confiada hizo fruncir el ceño a Junna.
 
Fumi le dijo a Hikari —No puedo creer que estás hablando de soborno mientras regañas a alguien por cometer un delito.
 
Ichie susurró para sí misma —Soy una idiota, ¿Por qué no pensé en eso?
 
Fumi le llamó la atención —¡Ichie! Estoy segura de que esa lata de cerveza que estaba bajo el asiento del copiloto es tuya, ¿Qué te he dicho de cargar alcohol en tu bolso?
 
—¿Qué solo cargue ponzu? —Trató de evitar un regaño. La rubia asintió pensando en ponzu, aunque seguía molesta.
 
Nana mirando a la chica de lentes le dijo —sabes que no es la primera vez que termino en prisión por culpa de Karen-chan —La castaña se empezó a reír mientras Hikari y Junna la miraban enojadas.
 
Ichie preguntó —¿Ya habían acabado aquí antes? ¡Cielos! ¡Invítenme más seguido a sus salidas! —Fumi la miró con el ceño fruncido y ella cambió su expresión a una más seria.
 
Karen le respondió —Una vez estábamos en un parque animando niños, haciendo pequeñas actuaciones y le dije a uno "Te voy a presentar mi Banana", me refería a Nana-chan, pero el niño llamó a su madre y terminamos aquí por exhibicionismo. Nos dejaron ir después de pagar una multa por el mal entendido —La rubia se empezó a reír al recordarlo, Ichie las miraba como si fueran sus ídolas.
 
Nana le dijo a Junna al verla tan seria y borrando la sonrisa de su rostro —Estoy aquí por culpa de ellas dos, no he cometido ni un solo delito, fui víctima de un secuestro.
 
Junna la miró con reproche y le respondió —De hecho, ellas están aquí por tu culpa, según me dijo el oficial, las empezó a seguir porque recibió una denuncia de robo en un establecimiento, saliste sin pagar un par de paquetes de galletas. Además de que apestas a alcohol.
 
Enterrando su rostro entre sus manos se empezó a reír, Karen la volteó a mirar enojada al igual que Ichie —Ay, esto algún día se convertirá en una anécdota graciosa.
 
Hikari soltó un suspiro y les dijo —Ya pagué la multa. No las van a meter a prisión porque el oficial es piadoso. Así que deberían dar gracias a los Dioses.
 
Cuando salieron Nana vió el carro en la entrada donde lo habían dejado estacionado y subiéndose les dijo a Hikari y a Fumi —Yo las llevo— Eran las ocho de la noche y Nana iba conduciendo mientras escuchaban a Mahiru en la emisora.
Karen e Ichie se empezaron a reír al ver uno de los paquetes de galletas tirados en el suelo de los asientos de atrás.
 
Ichie les gritó de pronto al oír a Mahiru hablar de amor y amistad —¡Oh sí, feliz San Valentín! 
 
Karen y Nana empezaron a reírse a carcajadas mientras Junna frunció el ceño por la falta de sentido común de esas chicas. 

Special programme
Para Mahiru aquel catorce de febrero era noche de trabajo en la emisora, estaba conduciendo una programación especial por el día del amor y la amistad, su emisora solía encargarse de deporte, pero ese día era especial, su programa empezó a las ocho en punto. 
 
Suzu les comentó a sus amigas que Mahiru estaría a cargo del programa de esa noche, por lo que esperaba que la estuvieran oyendo incluso ellas. Nana le prometió que la pondría en la emisora del carro cuando fuera a salir esa noche con Junna, al igual que Karen, así que se dijo a si misma que tenía que dar lo mejor de sí.
 
Suzu estaba sentada en la entrada del estudio, esperando a que saliera, solo duraría una hora y ya llevaban treinta minutos, así que la esperaría para acompañarla de vuelta a casa. Ellas no tenían una relación, así que solo les quedaba celebrar como amigas aquel día, pensaba en comer unas papas al horno con ella mientras veían alguna película ridículamente romántica, también se había puesto su mejor corbata, sabía que esas cosas ponían feliz a Mahiru, aunque eso no terminaba de convencerle como un plan de amigas, no se quejaba. Por ahora se sentaría ahí durante los siguientes treinta minutos a escucharla con sus auriculares desde su teléfono.
 
La transmisión la cual ya solo le quedaban algunos minutos se estaba llevando a cabo sin problemas, primero tuvieron un debate sobre las virtudes de la amistad sobre el amor, donde ella defendía la amistad, su compañero panelista empezó hablando sobre pasar tiempo en pareja, a lo que Mahiru confesó que tenía algo que contar sobre las ventajas de la amistad —Tengo que admitir que la amistad es más útil, posiblemente todos sepamos eso, pero lo damos por sentado, por ejemplo, tengo una compañera de piso y amiga, ella es extremadamente alta — su compañero se reía al oír la exageración — podrías ver las ventajas de su amistad desde abajo — las risas se acrecentaron —te juro que no es chiste, ella es muy alta, diría que mide un metro ochenta.
 
Suzu la cual estaba sentada afuera frunció el ceño y susurró para sí misma —No soy muy alta, ella es muy bajita.
 
Mahiru continuaba —A veces cuando no alcanzo algo se lo pido a ella, en casa, en el supermercado, incluso cuando necesito tomar un libro de un librero en una biblioteca ¡Es muy útil tener amigos así! —Desde el otro lado les hicieron señas de que estaban en los últimos minutos.
 
Su compañero le dijo en broma —Eso suena más como la ventaja que daría una mujer casada sobre el matrimonio, ¿Está segura de que es una compañera de departamento?
 
Ella entre risas le respondió en broma —Ah sí, sí, pero creo que convivir con un esposo es igual que convivir con ella, es tan útil incluso como para cambiar las bombillas, ¡No necesita una escalera!
 
Suzu avergonzada ocultó su rostro entre sus manos, riéndose, no sabía si estar feliz de que Mahiru admitiera que era como si fuera su esposo o avergonzarse de que estuviera burlándose de ella en emisora nacional.
 
Su compañero el cual se reía aún, le dijo —Ahora si estas exagerando, el problema es que tú eres muy bajita.
 
Mahiru asintió y con un tono de divertido soltó —Posiblemente lo haga, pero si es muy útil vivir con ella, Suzu si estas oyendo esto, gracias por limpiar las paredes del departamento, no sé cuántas telarañas tendría si no llegaras a ellas— con una risa ella y su compañero empezaron a despedirse del público de la programación.
 
Una vez salió del estudio y vio a Suzu esperándola en la entrada se ruborizó, mientras se reía consciente de todo lo que había dicho. La más alta la miraba con los ojos entrecerrados y ella sabía que estaba algo molesta.
 
Mahiru le sonrió saludándola —Buenas noches, parece que estuve todo el día en la emisora —al ver el rostro serio de Suzu le dijo en broma —espero que tu espera no haya sido larga.
 
Suzu sin poder soportarlo le dijo con el mismo tono bromista que ella estaba usando —No te preocupes, un par de pasos y estaba aquí.
 
Entre risas Mahiru empezó a caminar con ella de vuelta al departamento, Suzu le tomó la mano, y no se atrevió a decir que no, al pasar junto a un parque había un tipo ebrio tirado en el suelo, que al verlas les gritó —¿Ah son de esas? ¿Me les puedo unir?
 
Mahiru soltó su mano y Suzu sintió su sangre hervir, estaba dispuesta a dejarlo inconsciente, pero la más baja la detuvo —Suzu-chan, no.
 
Al escucharla volvió sobre sus pasos y soltó un suspiro pesado. Hasta que aquel hombre le gritó a Mahiru, llamando la atención de los escasos transeúntes que caminaban esa calle durante unos segundos —¡Oye bajita, yo te puedo ayudar a ser mujer otra vez!
 
Mahiru sintió sus ojos llenarse de lágrimas, Suzu perdió el control y caminó en su dirección completamente dispuesta a matarlo. Mahiru corrió en su dirección aun triste y la tomó de la mano jalándola consigo de vuelta a casa.
 
El resto del camino fue en silencio, pero una vez llegaron al departamento Suzu aún furiosa le gritó —¡¿Por qué no me dejaste matarlo en ese mismo instante?!
 
Mahiru se apoyó contra la puerta llorando, y cuando Suzu la escuchó toda su rabia se apaciguó, abrazándola le dijo —Hey, es solo un tipo ebrio, no le pongas atención a esas cosas, hoy fue tu primer programa como panelista principal, ¿No? Vamos a celebrar esos malos chistes sobre estatura.
 
Riéndose contra su pecho en el abrazo le respondió aún con la voz rota —Creo que moje tu ombligo con mis lágrimas.
 
Suzu tomó su rostro entre sus manos limpiándole las lágrimas, y mirándola a los ojos con una sonrisa le dijo —Hey, detente, esos chistes son horribles —al notar que no estaba funcionando mucho añadió —Eres la persona más importante para mí, así que deja de llorar, vamos... Dame una sonrisa.  
 
Mahiru se comenzó a reír al notar lo encorvada que estaba Suzu. Ella decidió callar sus burlas con un beso, el cual la más baja le devolvió. Una vez rompieron lo rompieron mirándose a los ojos Suzu le dijo —Te amo. 
 
Mahiru le sonrió y le dijo —También te amo, gracias por protegerme —y volviendo a ocultar su rostro contra su pecho la abrazó. En el abrazo Suzu se decía a si misma que sería capaz de dar su vida por la felicidad de Mahiru, ahora estaba brillando más que nunca y ella no permitiría que nada la opacara. 
 
La más baja empezó a jugar con su anillo dándose confianza, sabía que Suzu la amaba, pero le costaba aceptarse. Esperaba que llegase el día de poder admitir las cosas sin tanto miedo. 
 
Suzu la sacó de sus pensamientos al preguntarle mientras rompía el abrazo —¿Tienes hambre? Debió ser un día difícil en la emisora. 
 
Estirándose le dijo —Sería maravilloso tener papas para comer. Que día tan agotador.
 
Yendo a la cocina y volviendo con unas papas horneadas, empezó a colocarlas en la mesa, y le dijo —Esperaba que estuvieras hambrienta, así que te traje papas del mercado y las hice para celebrar tu primer programa especial. Además... —Suzu señaló su corbata negra que habitaba sobre su camisa verde. 
 
—Me encanta la presentación de la cena —Bromeó Mahiru haciéndola ruborizar, antes de buscar en sus bolsillos la cajita de chocolates que había escondido para que Suzu no supiera que los había hecho. Al encontrarlos en su gabán se los tendió diciéndole —Feliz San Valentín.
 
Suzu sacó un chocolate de la cajita metiéndoselo en la boca y le dio una sonrisa ligera, indicándole que le gustaba, cosa que hizo reír a la más baja. 
 
El resto de la noche comieron papas que había cocinado Suzu mientras conversaban sobre lo que hicieron ese día, abrazadas en el sofá frente al televisor, en el cual pasaban películas absurdamente románticas, o así las describía Suzu. 

Autora: Eri1305
Autora: Eri1305