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Golden Lake

Daiba Nana estaba acostada junto a Junna en la cama, después de un arduo día de prácticas y clases teóricas. Junna acostumbraba a dormir temprano, pero había noches donde estaba tan cómoda en brazos de Nana que hacia lo posible para mantenerse despierta. De igual manera la chica rubia amaba cada momento en que podían compartir de esa forma; Junna se quitaba los lentes, se arreglaba para dormir y cuando se metía en la cama, ella aprovechaba para abrazarla, bajar un poco las luces y hablarle en susurros para no romper el ambiente. Tenían semanas sin poder conversar así y Nana tenía días con una duda en mente que prefería hacerla en una noche como esas, porque la verdad no se atrevía en ningún otro momento.
Sucedió una mañana mientras revisaba su galería, moviéndose entre fotos, descubrió una de hace dos años que le había dejado con una pregunta y traído miles de recuerdos.
 
—Junna-Chan, tengo una duda… —Se podía notar el nerviosismo en su voz. Junna se extrañó, pero no demoró en asentir con la cabeza. —Es sobre los días antes de conocerte— Nana estaba cada vez más nerviosa. Junna podía sentirlo, pero solo decidió asentir, para hacerle saber que la estaba oyendo. Nana estuvo en silencio varios minutos pensando en cómo lo diría sin sonar como una acosadora. —Verás… Es que estaba revisando mi galería y me he encontrado con una foto del día que estaban dando los resultados de las audiciones y quisiera estar segura de si esta chica de aquí… — A este punto, Nana había sacado su teléfono y buscado entre la galería la foto que tenia de una mujer con el cabello morado dándole la espalda, haciendo parte de una multitud—. ¿Eres tú?
 
Junna miró detenidamente la pantalla del teléfono, para luego mirarle el rostro con una sonrisa ligeramente sonrosada —Nana…
 
Antes de que pudiera continuar la rubia se le adelantó —Junna-Chan, te puedo explicar todo, si me lo permites— Junna con una sonrisa volvió a asentir, ya se hacía una idea de lo que iba a oír. Ella comenzó a relatar y Junna ponía la máxima atención posible a sus palabras.
 
Nana había audicionado para entrar a la academia de música y arte Seishou, siempre había sido alguien muy solitaria, estaba acostumbrada a ayudar a todos, pero usualmente la gente no tenía tiempo para ofrecerle nada, lo intentaba comprender lo máximo posible, así que justo porque ninguna de sus compañeras pudo acompañarla ese día a descubrir los resultados para saber si había logrado o no entrar a la academia, se encontró sola en aquel lugar repleto de personas de todo tipo de colegios; a lo lejos pudo distinguir a una chica bajita de cabello morado intentando alcanzar ver qué sucedía en la tarima, donde estaban dando los nombres de las que habían logrado entrar, con una sonrisa e impulsada por sus ganas de ayudar, terminó de pie junto a aquella chica.
Justo cuando iba a hablarle, notó que sacaba su teléfono de su bolsillo y comenzaba a textear. Lo cual le hizo dar un paso hacia atrás para alejarse. En su mente solo podía preguntarse ‘¿Estará escribiéndole a alguna de sus compañeras? ¿Habrá venido en grupo?’.
 
—No alcanzo a ver nada, ¿Dónde estarán las demás? —Se preguntaba Junna a sí misma en un susurro antes de revisar su teléfono y darse cuenta de que tenía varios mensajes de sus compañeras diciéndole que habían conseguido llegar junto a la tarima abriéndose espacio, que intentara avisarles dónde estaba antes de que se terminara el evento. Junna no alcanzaba si quiera a divisar la tribuna, así que menos alcanzaría a ver a sus compañeras, y muchísimo menos ubicar dónde estaba en ese tumulto de personas. —¿Ahora qué hago?
 
— Parece necesitar ayuda—Se repitió Nana, al ver a la chica incluso más insistente que antes con querer mirar sobre la multitud que la ocultaba. Pensó nuevamente en acercarse y ofrecer ayuda, pero estando a dos pasos de ella pudo notar cómo se comenzó a alejar, intentando avanzar entre el tumulto de personas. Frunció ligeramente el ceño, en gesto de frustración. Y decidió seguirla a una distancia prudente, lo suficiente como para que no se diera cuenta.
 
Junna continúo avanzando entre la gente, intentando a ciegas llegar a donde estaba la tarima. Se guiaba más por el sonido que por lo que lograba divisar, entonces pudo ver a una chica rubia, alta, detrás suyo y pensando en solicitar su ayuda, decidió acercarse, justo cuando iba a caminar hacia ella a hablarle, desapareció entre la multitud— Pero si hace unos segundos estaba ahí, ¿Qué se hizo?
 
De pronto entre el tumulto vio aparecer un grupo de chicas, pero solo se encontraba concentrada en aquella de cabello morado, cruzaron miradas y no pudo evitar sentirse nerviosa, justo cuando notó que comenzaba a caminar en su dirección, sintió su mano ser tomada y su cuerpo comenzar a moverse entre la multitud siendo arrastrada en sentido contrario a la chica, desesperada y sorprendida comenzó a buscar con la mirada el rostro de la persona que estaba tirando de su mano, para terminar percatándose que le habían estado hablado sin mirarla desde hace un buen par de minutos —¡Vamos camina más rápido! ¡Tenemos que llegar a la tarima, Rin!
 
—Disculpa, creo que te equivocaste de persona— Le dijo con una sonrisa Nana parando en seco, deteniendo su caminar y a la chica, quién al oír su voz se sorprendió lo suficiente como para mirarla y sonrojarse violentamente.
 
—¡Lo siento!, ¡Discúlpeme! Creí que eras mi amiga, venía con nosotras, ¡Lo lamento! —La chica, a los ojos de Nana, se veía realmente avergonzada, ya había hecho alrededor de tres reverencias totalmente arrepentida.
 
Nana le sonrió y negó ligeramente con la cabeza restándole importancia —No te preocupes, está bien, no es tu culpa realmente ¿Y sabes dónde está tu amiga Rin? — Nuevamente su servilismo salió a flote, tal vez podría ayudar a encontrarla, aunque realmente quería salir rápido de ello para volver a buscar a la chica de lentes. No podía parar de pensarla.
 
—Lo cierto es que no, pero creo que debería decirles a las demás chicas para que la busquemos juntas, gracias por preocuparte y nuevamente, lo lamento por haberte arrastrado conmigo— Con una sonrisa le hizo una última reverencia, antes de alejarse unos pasos y sacar su teléfono para marcar un número, llamando a Rin.
 
Nana solo caminó de vuelta al lugar del que había sido arrastrada para darse cuenta de que ahora la chica estaba ocupada hablando con otra de un uniforme distinto, con un suspiro solo se detuvo a observarla pensando que era esa fuerza la que le impulsaba tanto a hablarle, la necesidad que la llamaba a “Ayudarla”.
No comprendía en lo absoluto lo que estaba sintiendo al verla, era como si dentro suyo algo le decía que debía hablarle, pero otra parte de sí misma le dijo que corriera, ni si quiera sabía por qué se había puesto nerviosa cuando cruzaron miradas y menos qué era esa calidez que le hacían sentir sus ojos. No pudo evitar notar que se encontraba sonriendo como tonta mientras estaba literalmente haciendo de acosadora, un sonrojo pasó por sus mejillas al ver una sonrisa en el rostro de esa chica mientras conversaba con la que parecía ser su amiga.
 
Junna después de perder de vista a la rubia, había terminado chocando con alguien de otro colegio, haciéndoles caer de golpe, la chica iba a velocidad en lo que cabe de lo posible.
 
—¡Disculpa! —Gritó totalmente nerviosa a la vez que se levantaba del suelo, mirando a todos lados histérica y le tendía a Junna sus lentes después de recogerlos del suelo.
 
—No te preocupes, no pasa nada, solo procura tener más cuidado, no puedes andar corriendo por ahí de esa forma, podrías herir a alguien— Junna se colocó los lentes, agradeciéndole con una pequeña sonrisa, y se acomodó su uniforme después de levantarse.
 
La chica hizo una reverencia avergonzada —Discúlpame, soy Fujioka Rin, pero puedes decirme Rin, lamento haberme tropezado contigo y hacernos caer, es que, he perdido a mi grupo de compañeras con las que vine y ahora podría decirse que estoy perdida.
 
—Soy Hoshimi Junna— Se presentó devolviéndole la reverencia —Entiendo, yo estoy en la misma situación, no estoy técnicamente pérdida, pero no sé cómo llegar a estar cerca de la tarima si desde aquí no la veo, podría ayudarte a encontrar a tus compañeras, dos es mejor que una— Ofreció Junna con una sonrisa y acomodándose los lentes.
 
El teléfono de Rin comenzó a sonar haciendo que ambas se sobresaltaran ligeramente y decidiera contestar. Junna entonces aprovechó los minutos para mirar alrededor en buscar de esos cabellos dorados que la había hecho sonreír, y recordaba algunas de las líneas que Romeo recitaba a Julieta “Nada me dijo. Pero ¿Que importa? Sus ojos hablarán y yo responderé. Pero ¡Qué atrevimiento es el mío, si no me dijo nada! Los dos más hermosos luminares del cielo le suplican que los sustituya durante su ausencia”. No entendía por qué pensaba en eso, por qué recordó exactamente esas líneas de Shakespeare, pero en su mente no dejaba de ver aquel par de jades que la habían dejado con ganas de perderse en ellos.
Fue una sorpresa incluso para ella encontrarse buscándola desesperadamente, sentía la necesidad de encontrar esa sonrisa una vez más. En el momento en que pudo visualizar su cabellera nuevamente, se dio cuenta que estaba tras varias personas, dándole la espalda, tomando una profunda bocanada de aire se había decidido a hablarle, hasta que la voz de Rin la regresó a la realidad.
 
—Hoshimi-San, una de mis compañeras me ha llamado y me ha dicho que están cerca de la tarima, tal vez, si encontramos a alguien que pueda ver claramente hasta allá nos pueda guiar, ¿Te parece bien si nos separamos y pedimos ayuda?
 
—Claro, me avisas si encuentras a alguien— Junna estaba segura de que esta era su oportunidad de poder acercarse. Llena de nerviosismo y un semblante serio decidido, emprendió sus pasos rumbo en su dirección, ya tenía una razón. Cuando estaba a unos dos metros de distancia, pudo apreciar el momento exacto en el cual Rin se interponía en medio de ambas acompañada de otra persona más alta. Cuando logró mirar tras ellas, la rubia había desaparecido de su vista. Sólo pudo lanzar un suspiro rendida y darles su atención a las dos chicas.
 
Nana se había ocultado en medio de otras personas cuando logró salir del punto de visión de la chica de lentes, en ese momento el corazón latía a mil por hora, estaba segura que casi la descubre espiándola, desde su escondite podía ver a otras dos personas hablar con ella, colocó sus manos sobre su corazón intentando calmarse. Estaba sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo del gran susto que se había llevado. Era cierto que había querido acercarse y hablarle, pero su intención no era ser descubierta haciendo de acosadora y tampoco tenía conocimientos de cómo reaccionaría si apareciera y la tomara desprevenida.
Se encontró otra vez mirándola detenidamente, no entendía esa fuerza, pero tampoco iba a cuestionarla, sacó su teléfono, abrió la cámara y justo en el momento que la vio con la vista fija en la multitud —No estaría mal tomarle una foto, ¿No? — Se dijo a sí misma, mientras guardaba una toma de la chica de espaldas. Guardó su celular rápidamente cuando la vio mirar hacia a su alrededor, como si buscara algo. Aun quería hablarle, pero ahora sentía que iba ser más complicado después de haber salido huyendo. De pronto sintió que esa parte de ella que le gritaba que saliera corriendo, era la más sensata.
 
—Hoshimi-San, ella es Himari Akemi, dice que podría guiarnos hasta la tarima— Le presentó Rin a Junna la chica que había logrado convencer de ayudarlas.
 
Junna procedió a hacer una reverencia y se presentó —Hoshimi Junna, debo agradecer por tu solidaridad al ayudarnos, Himari-San— la aludida correspondió con un asentimiento de cabeza antes de comenzar a avanzar por la multitud, con el par de chicas detrás suyo intentando abrirse paso.
 
Junna de pronto sintió esa sensación indefinible que se experimenta, aun sin ver, cuando se tiene a alguien observándote. Volvió la cabeza y se irguió, era ella, ahí estaban; ese par de estrellas sumidas en una especie de ensimismamiento como si estuvieran anhelando una cercanía que nunca tuvieron y en su cabeza solo resonó “Si sus ojos resplandecieran como astros en el cielo, bastaría su luz para ahogar los restantes como el brillo del sol mata el de una antorcha. ¡Tal torrente de luz brotaría de sus ojos, que haría despertar a las aves a medianoche, y entornar su canción como si hubiese venido la aurora!” rápidamente y sin reparo apartó su mirada de la suya, como si de un rayo se tratase la había hecho estremecer. Sin asimilar sus sentimientos continuó avanzando junto al otro par de chicas.
 
Nana con el nuevo cruce de miradas había tenido la sensación de que se le doblaban las piernas como si se muriera y el rubor de sus mejillas era tan intenso que fácilmente podría ser comparado al de una rosa, estaba rendida ante su sentir, no entendía y no parecía querer entender, podría describir la mirada que esa chica le regaló como una flecha lanzada contra ella a una velocidad impresionante, cruzándola y cambiando miles de cosas dentro suyo, acabando con una parte de su vida e iniciando una nueva que desconocía totalmente, y entonces la vio desaparecer de su vista, provocándole un sentimiento de pérdida enigmático, no puedes anhelar épocas pasadas que nunca existieron. Y sin embargo ella las estaba ansiando. Con un suspiro pesado y una pequeña sonrisa, declaró guardar mejor el recuerdo de esa emoción que no había sentido antes. A lamentarse por perder a alguien que nunca había poseído. Dando un ultimó vistazo a su teléfono donde, al abrir la galería, pudo sonreír más ampliamente al visualizar la foto de aquella persona que con mirarla dos veces le había cambiado un poco la existencia.  
 
Nana terminó su relato con una sonrisa, rememorando esa última mirada y lo intenso de esos ojos turquesas que asemejaban un lago en su máxima serenidad, con un suspiro volteó a ver ese par oculto bajo esas gafas, provocando que su sonrisa se ampliara al reconocer los lentes de Junna como el reflejo del lago, y sintió un estremecimiento como quien descubre la verdad bajo un rio de ignorancia.
Había sentido amor, en el primer momento que la vio, esa flecha que le había atravesado no era otra cosa que amor, inocente y que desconociendo su poder, le había atrapado el corazón — Nunca dudé que fueras tú, Junna-Chan— El calor no demoró en inundar sus mejillas, muestra de su vergüenza al escuchar lo que acababa de confesarle, agradeciendo mentalmente estar con la lámpara del escritorio como su única fuente de iluminación.
 
—Lo sé, Nana. Pero yo quería escucharte— Después de oír deleitada la narración de Nana, tal como un niño al que se le relata la historia más simple y la piensa como la más linda del mundo, Junna concibió por qué el Fantasma se había logrado obsesionar con la voz de Christine. Hay en la vida, tal vez, una persona a la cual uno escucharía eternamente como exigía el Fantasma escuchar a la cantante y cómo ella quería seguir oyendo las descripciones tan detalladas de ese momento, igual a que si el tiempo nunca  hubiera movido sus hojas alrededor de ese recuerdo, lo percibía intacto, como ella guardaba el sentimiento de incertidumbre sobre esa mirada estrellada que había visto en una chica de cabellos dorados dos años atrás.
 
Una risa desbordante de ternura escapó de entre los labios de Nana antes de abrazarla llena de felicidad —¡Junna-Chan! ¡Te mereces unos Banana besos!
 
—¡NANA! — Junna no pensaba admitir que le gustaba la idea, aunque sus mejillas estaban tan iluminadas por su sonrojo, que fácilmente podría saber que solo se estaba haciendo la difícil.
 
Estrechándola aún más entre sus brazos, sin detener sus risas Nana persistía en besarla, Junna en cambio colocaba sus manos en las mejillas de la rubia intentando apartarla y el rubor de su rostro aumentando con cada segundo hasta que Nana insistió — ¡Junna-Chan!, no seas egoísta, sabes que también quieres.
 
Lo cierto es que sí, quería, pero le avergonzaba la idea — ¡NANA BASTA!
 
Nana aprovechó el momento para tomar entre sus manos el rostro de Junna y unió sus labios en un beso, con la delicadeza que se toma una rosa esperando no dañarle, Junna no demoró en corresponderle con todo el amor que solía callar, haciéndola sentirlo, un beso, eso fue todo.
Las dos temblaron, y se miraron en la sombra con ojos ardientes. No sentían ni el frio de la noche, ni el silencio de la habitación, ni el calor de sus cuerpos; se miraban, y tenían el corazón pletórico de pensamientos. Se habían cogido de las manos sin darse cuenta.
 
Pero alguien tenía que suceder al silencio, sabían que si no era así se les terminaría yendo todo de las manos, Junna entonces hizo uso de su voluntad para mirar a su escritorio en busca de la hora, nunca la encontró, pero eso no impidió que dijese —Se ha hecho demasiado tarde.
 
Y con una sonrisa tan amplia como quien está a punto de hacer una travesura, Nana no dudó en responderle —Entonces debería ir comiéndote de desayuno.
 
—¡NANA! — El rubor en las mejillas de Junna fue tan grande que ella juraba, por la risa complacida de Nana, que era visible.
 

Autora: Eri1305
Autora: Eri1305